La Evolución al azar y aleatoria, oportunista, saltacionista, etc, es pura falacia pseudocientífica.
El azar, qué incomensurable y despótico dios de los mónidos ilustrados, superchería pseudocientífica utilizada como el único, mejor, más grande, sesudo y científico argumento; y qué contrastado. Es la panacea que sirve para justificar todo, para aderezar, complementar, llenar lagunas, corregir lo incorregible y demostrarlo todo. La Evolución, al azar y aleatoria, es tan mitómana como la idea de que un Señor de barbas blancas está dirigiendo la evolución. La realidad científica es muy otra:
La selección natural es un hecho, pero constituye una parte muy pequeña de la historia evolutiva y no es el mecanismo que produce progreso, sino que tan solo produce diversidad o estabilidad evolutiva, y, en no pocos casos, involución. La selección natural solo apoya la adaptación local.
El proto-origen de la vida no se puede explicar por el azar, ni tampoco el de las primeras células; ni el que éstas fueran aleatoriamente sumando progreso, etc, hasta lograr un código genético capaz de interpretar y replicar genes en función de cómo los interprete; Porque la inteligencia vegetativa del cualquier organismo cuenta con una suprainteligencia metabólica (muy superior a la humana) y POR TANTO CON MOTIVACION, IDEA, PROYECTO que no va a consentir ninguna intromisión/mutación que la saque de su especie y por tanto de la funcionalidad del sistema en el que se entronca ecológicamente como variedad requerida….; si el sistema y su especie de la que ese individuo es un simbionte por entrelazamiento subcuátnico, no se lo permite; ya que:
El azar podrá matar, deformar o alterar el código genético, etc; y hasta pueda que logre trasmitir a su descendencia ciertas características, etc; pero eso aunque fuera una ventaja para su medio, no alumbrará ni gradual ni saltacionistamente ninguna especie nueva. Y no lo hará porque el individuo es siempre y en todos los casos y especies un simbionte; subordinado siempre a la decisión de la especie. Puse como ilustrativo, sagaz y certero ejemplo, lo que similarmente ocurre en un individuo humano. Veamos:
En un simbionte humano, encontramos el neocortex; que aun teniendo una rudimentaria inteligencia consciente, libertad y motivación; nada puede hacer por variar su especie ni a propósito; porque se lo impide su sistema reptiliano y límbico con una inteligencia vegetativa y metabólica infinitamente superior a la del neocortex. Por mucho que por ejemplo, ese neocortex quiera volar o no morir, el sistema límbico lo matará y no le permitirá volar…aun cuando sin ninguna dificultad podría alargar la vida de ese neocortex prácticamente de modo indefinido, etc.
El azar, qué incomensurable y despótico dios de los mónidos ilustrados, superchería pseudocientífica utilizada como el único, mejor, más grande, sesudo y científico argumento; y qué contrastado. Es la panacea que sirve para justificar todo, para aderezar, complementar, llenar lagunas, corregir lo incorregible y demostrarlo todo. La Evolución, al azar y aleatoria, es tan mitómana como la idea de que un Señor de barbas blancas está dirigiendo la evolución. La realidad científica es muy otra:
La selección natural es un hecho, pero constituye una parte muy pequeña de la historia evolutiva y no es el mecanismo que produce progreso, sino que tan solo produce diversidad o estabilidad evolutiva, y, en no pocos casos, involución. La selección natural solo apoya la adaptación local.
El proto-origen de la vida no se puede explicar por el azar, ni tampoco el de las primeras células; ni el que éstas fueran aleatoriamente sumando progreso, etc, hasta lograr un código genético capaz de interpretar y replicar genes en función de cómo los interprete; Porque la inteligencia vegetativa del cualquier organismo cuenta con una suprainteligencia metabólica (muy superior a la humana) y POR TANTO CON MOTIVACION, IDEA, PROYECTO que no va a consentir ninguna intromisión/mutación que la saque de su especie y por tanto de la funcionalidad del sistema en el que se entronca ecológicamente como variedad requerida….; si el sistema y su especie de la que ese individuo es un simbionte por entrelazamiento subcuátnico, no se lo permite; ya que:
El azar podrá matar, deformar o alterar el código genético, etc; y hasta pueda que logre trasmitir a su descendencia ciertas características, etc; pero eso aunque fuera una ventaja para su medio, no alumbrará ni gradual ni saltacionistamente ninguna especie nueva. Y no lo hará porque el individuo es siempre y en todos los casos y especies un simbionte; subordinado siempre a la decisión de la especie. Puse como ilustrativo, sagaz y certero ejemplo, lo que similarmente ocurre en un individuo humano. Veamos:
En un simbionte humano, encontramos el neocortex; que aun teniendo una rudimentaria inteligencia consciente, libertad y motivación; nada puede hacer por variar su especie ni a propósito; porque se lo impide su sistema reptiliano y límbico con una inteligencia vegetativa y metabólica infinitamente superior a la del neocortex. Por mucho que por ejemplo, ese neocortex quiera volar o no morir, el sistema límbico lo matará y no le permitirá volar…aun cuando sin ninguna dificultad podría alargar la vida de ese neocortex prácticamente de modo indefinido, etc.