La Evangelización

30 Marzo 2000
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La Evangelización:

La escala del tiempo para Dios no es la misma que para nosotros. Dios ve al ser, a cada uno de nosotros tal como es en la actualidad y le prepara para el futuro. La vida de un ser está a caballo de varias vidas, de innumerables vidas. La actual es una más que tenemos, una oportunidad nueva y maravillosa que Dios nos concede para alcanzar sus promesas. En cambio, nosotros vemos desde la perspectiva de una sola vida. La que tenemos en la actualidad.

De la semilla derramada en el mundo en el momento presente, por motivos del propio desarrollo y de los condicionantes e impedimentos que surgen, muy pocas personas llegan a vivir esas promesas reales mientras viven. Otras, una cantidad mayor, encuentran esas promesas a la hora de la muerte, en el proceso del coma que en algunos casos se produce. Por lo tanto, una enfermedad con un coma largo es una nueva posibilidad que Dios nos concede. Pero la mayoría aún no está en situación de acceder a esas promesas y tendrán que esperar. Nada se pierde, nada muere, todo se transforma.

En cuanto a la palabra y a los métodos tradicionales de evangelización como tu dices son poco eficientes. Los modernos también. La palabra hablada o escrita es algo muy débil en este proceso. Pero la evangelización verdadera no se produce así. En realidad la reunión y la palabra es una excusa para estar juntos. Es la Palabra la que transforma. Es el Amor. Hay determinadas personas que están constituidas de tal manera que provocan una llamada mental. Evocan un remanso de paz mientras hablan, pero que se recibe por otros sentidos no señalados. Son gente que desprende Amor, que es una fuerza de Dios que se derrama sobre la tierra y algunos pocos la concentran como rayos de luz y la transmiten a sus semejantes. Esto es la verdadera Evangelización.

Por lo tanto, cada uno, según sus dones recibidos de Dios tiene un cometido diferente. Hay algunos que con su palabra introducen la duda en las mentes de sus hermanos descarriados y provocan un deseo de conocer. Hay otros que, además de esto, introducen la Luz del Amor concentrada en sus hermanos descarriados. Esto provoca en ellos una desazón y un malestar, ya que la Luz hiere a la oscuridad y esta se rebela. Se producen malestares y estados (enfermedades) muy normales en estos casos. San Pablo ya dijo que aspirásemos sobre todo al Amor, y que si no teníamos Amor, éramos como címbalo que retiñe, y como campana que no suena.

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