LA GENUINA IGLESIA DE CRISTO NACIDA EN JERUSALÉN EN EL DIA DE PENTECOSTÉS
Jamás debe ser calificada como "protestante" al ser un organismo vivo cuya cabeza es Cristo, la unión indisoluble con él (1Cor.6:17; Ef.5:30) lo impide.
El pecado que Jesús más detesta es el pecado de la hipocresía.
Los reformadores no protestaron contra las Escrituras ni contra la verdadera Iglesia, sino contra un sistema que había desplazado a Cristo como cabeza y había establecido tradiciones humanas por encima de la Palabra y que tomó el control dictatorial desde Roma (año 325) y se expandió por el mundo a sangre y fuego cobrando millones de mártires, los más fieles a Cristo, muertos en los circos romanos, y despedazados en las cámaras de tortura de la "santa Inquisición".
Estudiar la biblia en esa época y traducirla fue causa de muerte.
-"Una de las páginas más negras de la Historia de la ramera y de las más conocidas, fue la noche de San Bartolomé, la matanza de los protestantes franceses o hugonotes ocurrida al amanecer del 24 de agosto de 1572 y en que la ramera católica, por la mano de sus esbirros el rey de Francia Carlos IX y su madre Catalina de Medici, masacró a traición a los hugonotes de París y a los que habían venido de provincia a la boda de Margarita de Valois, hija de Catalina, con el hugonote Enrique de Navarra.
El exterminio de los jefes hugonotes que seguían en París tras la boda fue tramado en secreto por Catalina y los nobles católicos en el palacio de las Tullerías, contiguo al Louvre. Poco antes del amanecer del 24 de agosto las campanas de la iglesia de Saint Germain l'Auxerrois rompieron a tañer, señal para empezar la matanza.
Cuando la noticia del baño de sangre llegó a Roma el papa Gregorio XIII la celebró con fiestas y un solemne Te Deum, le encargó al pintor Vasari que lo inmortalizara en un fresco que hoy se puede ver en la Sala Real del Vaticano, mandó acuñar una medalla conmemorativa y le escribió a Carlos IX felicitándolo: "Os acompañamos en vuestra alegría porque por la gracia de Dios habéis librado al mundo de esos desgraciados herejes"-.
De manera que la Reforma surgió como una necesidad espiritual urgente, frente a una autoridad eclesiástica asesina que suplantaba la escritura, comandada por el diablo (Jn.8:44) y frente a falsas enseñanzas como el purgatorio, el celibato obligatorio, la veneración a María como “Reina del Cielo”.
Quienes se aferran a Roma, al Vaticano y a una sucesión papal impuesta por el poder imperial en el siglo IV no pueden llamarse “cristianos” en el sentido bíblico.
Ellos son, en términos más precisos, católicos romanos, no porque sigan a Cristo, sino porque siguen una estructura eclesiástica humana cuyo prontuario está registrado en la historia como un tributo al mismo diablo.
La Iglesia genuina no se identifica por su antigüedad institucional ni por su peso histórico, sino por su fidelidad a la Palabra viva de Dios y a su único Fundador: Cristo.
La iglesia romana fue legalizada y favorecida políticamente a partir del año 325 d.C. bajo el mandato de Constantino, pero la verdadera Iglesia nació en Pentecostés, impulsada no por decreto imperial, sino por el poder del Espíritu Santo.
La unidad en Cristo no exige someterse a una estructura romana, sino estar sujetos a la verdad revelada en las Escrituras, bajo la autoridad exclusiva de Jesús.
A LOS INGENUOS CATÓLICOS DEL FORO, EL LLAMADO SIGUE VIGENTE (Ap.18:4).