«Hombres y hobitts, magos y profetas, orcos y demonios, ángeles y elfos«
Publicado en ingles por Tyndale House Publishers de Wheaton, Illinois,
USA, y en español por Editorial UNILIT con el sugestivo y publicitario
título de: «El Señor de los Anillos: más que un libro» acaba de salir al
mercado la obra de Kurt Bruner y Jim Ware, con el noble propósito de
demostrar que la famosa trilogía de J.R.R. Tolkien, actualmente famosa en
todo el mundo por su versión cinematográfica de XXXXX rodada en Nueva
Zelanda, es ³más que una simple historia de aventura y triunfo². En sus
páginas, los autores invitan al lector a ³dejarse inspirar de una manera
novedosa por esta historia de esperanza, redención y fe², que según ellos
constituyen las aventuras y desventuras del hobbit Frodo y sus amigos de la
Compañía del Anillo.
Lejos de nuestra intención cuestionar ni por un instante el mérito y el
valor literario de la obra de J.R.R. Tolkien, uno de los gigantes de las
letras anglosajonas y de la narrativa universal, digno, desde una
perspectiva literaria, del más alto reconocimiento y encomio. El Señor de
los Anillos merece, sin lugar a dudas, su puesto entre las grandes obras
literarias de todos los tiempos.
Tampoco dudamos de la sana intención de los autores de esta curiosa
³cristianización² forzada de la obra de Tolkien, que hubiera dejado perplejo
al mismísimo creador de la Tierra Media. Ni ponemos en tela de juicio el
noble propósito de las editoriales que la han publicado, _en inglés y en
español_ movidas, sin lugar a dudas, por la firme voluntad de aprovechar
todos los medios y oportunidades a su alcance a la hora de llevar a cabo su
misión de cambiar vidas. Sin embargo, consideramos que la ³manera novedosa²
elegida por Kurt Bruner y Jim Ware, de ³cristianizar² a El Señor de los
Anillos, es un camino bastante resbaladizo.
Ante todo, porqué la simple inclusión en una obra literaria de lecciones
morales o el mero planteamiento en su trama de ³la batalla épica entre el
bien y el mal y el poder del sacrificio² no es base suficiente como para
extraer de ella contenidos cristianos ni buscar paralelismos entre sus
personajes y los de la Biblia. Este camino nos llevaría a ³cristianizar² del
mismo modo la mayoría de grandes obras literarias: desde las tragedias
griegas, pasando por las gestas de los Caballeros Andantes, hasta las más
modernas obras de ficción. Personajes con conductas paralelas a las de
personajes bíblicos, los hay creados por Homero, por Chrétien de Troyes, por
Shakespeare, Cervantes o cualquier otro novelista. Y no por ello
consideraríamos sensato afirmar _como hacen Bruner y Ware_ que surgen: ³a
partir de la fuerte fe cristiana del autor² y que contienen ³verdades
inspiradoras que señalan la obra de Dios en el mundo².
En segundo lugar, y de manera especial, porqué ante la enconada controversia
que han suscitado en el seno de la comunidad cristiana las aventuras de
Harry Potter, consideramos que ³cristianizar² ahora a El Señor de los
Anillos, es una falta de coherencia descomunal y un despropósito de
dimensiones gigantescas.
Tanto las novelas de J.R.R.Tolkien como las la de J.K.Rowling, pertenecen al
mismo género de literatura fantástica y utilizan elementos mágicos y
personajes imaginarios prácticamente idénticos. ¿Cabe, por caso, establecer
distinciones ³teológicas² entre los poderes mágicos de la ³varita² de Harry
Poter y los de la ³vara² del Mago Gandalf? ¿Es justo afirmar que las
aventuras del hobitt Frodo constituyen una ³batalla épica entre el bien y el
mal² distinta a la que libra en sus aventuras el joven aprendiz de mago?
¿Qué diferencias existen entre la maldad de Lord Valdemar y la de Saurón o
Sarumán? ¿Qué distingue a Bárbol del Sauce Boxeador, a los Urcos de las
Mandrágoras Parlantes, o a los Trolls del Bosque Viejo de los Trolls de
Hogwards? ¿Por qué a los hobitts, enanos y elfos de J.R.R.Tolkin concedemos
el rango de personajes ³bíblicos² y a los duendes, hadas y elfos de
J.K.Rowling los vemos con recelo y suspicacia?
¿Es equilibrado y coherente satanizar por un lado a Harry Potter y
beatificar por otro a El Señor de los Anillos? ¿Condenar las obras a J.K.
Rowling a los infiernos mientras elevamos las de J.R.R.Tolkien a los
altares, siendo evidente que ambas comparten los mismos contenidos? ¿Hay,
por ventura, en las andanzas de Harry Potter mas referencias a los poderes
ocultos, más magia o más violencia que en las páginas de El Señor de los
Anillos?
Si acusamos por un lado a J.K.Rowling de distorsionar las mentes de nuestros
hijos diluyendo en ellas la frontera entre la realidad y la fantasía mágica,
¿pensamos a caso que afirmar _como se hace en la contratapa de este libro_
que «Dios es el Señor de los ángeles, de los hombres...y de los elfos»
contribuye a éste equilibrio? ¿Qué pensarán los niños, que los ángeles son
una ficción como los elfos o que los elfos son una realidad como los
ángeles? La ficción ³bíblica² es peligrosa pues entraña siempre un cierto
peligro de que el lector convierta inadvertidamente la ficción en Biblia o
la Biblia en ficción
Como tan acertadamente sugiere el profesor Antoni Blanch, catedrático de
Historia y Crítica Literaria, en su reciente libro El espíritu de la letra:
acercamiento creyente a la literatura, el camino no es el de ³cristianizar²
autores ni obras de la literatura secular, sino más bien hacer de ellas una
lectura creyente, analizándolas con cordialidad, respeto y espíritu crítico,
descubriendo ellas los gérmenes de trascendencia pero sin sacarlas de su
contexto.
Deberíamos ser más equilibrados y coherentes, dando a cada cosa su justo
valor y situándola en el lugar que le corresponde. Lo que es literatura
secular con la literatura secular, y lo que es literatura cristiana con la
literatura cristiana. Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de
Dios.
Tales experimentos, como la ³cristianización² de El Señor de los Anillos, lo
único que hacen es evidenciar la deriva en la que, arrastrada por las
corrientes comerciales, navega actualmente la literatura cristiana.
Publicado en ingles por Tyndale House Publishers de Wheaton, Illinois,
USA, y en español por Editorial UNILIT con el sugestivo y publicitario
título de: «El Señor de los Anillos: más que un libro» acaba de salir al
mercado la obra de Kurt Bruner y Jim Ware, con el noble propósito de
demostrar que la famosa trilogía de J.R.R. Tolkien, actualmente famosa en
todo el mundo por su versión cinematográfica de XXXXX rodada en Nueva
Zelanda, es ³más que una simple historia de aventura y triunfo². En sus
páginas, los autores invitan al lector a ³dejarse inspirar de una manera
novedosa por esta historia de esperanza, redención y fe², que según ellos
constituyen las aventuras y desventuras del hobbit Frodo y sus amigos de la
Compañía del Anillo.
Lejos de nuestra intención cuestionar ni por un instante el mérito y el
valor literario de la obra de J.R.R. Tolkien, uno de los gigantes de las
letras anglosajonas y de la narrativa universal, digno, desde una
perspectiva literaria, del más alto reconocimiento y encomio. El Señor de
los Anillos merece, sin lugar a dudas, su puesto entre las grandes obras
literarias de todos los tiempos.
Tampoco dudamos de la sana intención de los autores de esta curiosa
³cristianización² forzada de la obra de Tolkien, que hubiera dejado perplejo
al mismísimo creador de la Tierra Media. Ni ponemos en tela de juicio el
noble propósito de las editoriales que la han publicado, _en inglés y en
español_ movidas, sin lugar a dudas, por la firme voluntad de aprovechar
todos los medios y oportunidades a su alcance a la hora de llevar a cabo su
misión de cambiar vidas. Sin embargo, consideramos que la ³manera novedosa²
elegida por Kurt Bruner y Jim Ware, de ³cristianizar² a El Señor de los
Anillos, es un camino bastante resbaladizo.
Ante todo, porqué la simple inclusión en una obra literaria de lecciones
morales o el mero planteamiento en su trama de ³la batalla épica entre el
bien y el mal y el poder del sacrificio² no es base suficiente como para
extraer de ella contenidos cristianos ni buscar paralelismos entre sus
personajes y los de la Biblia. Este camino nos llevaría a ³cristianizar² del
mismo modo la mayoría de grandes obras literarias: desde las tragedias
griegas, pasando por las gestas de los Caballeros Andantes, hasta las más
modernas obras de ficción. Personajes con conductas paralelas a las de
personajes bíblicos, los hay creados por Homero, por Chrétien de Troyes, por
Shakespeare, Cervantes o cualquier otro novelista. Y no por ello
consideraríamos sensato afirmar _como hacen Bruner y Ware_ que surgen: ³a
partir de la fuerte fe cristiana del autor² y que contienen ³verdades
inspiradoras que señalan la obra de Dios en el mundo².
En segundo lugar, y de manera especial, porqué ante la enconada controversia
que han suscitado en el seno de la comunidad cristiana las aventuras de
Harry Potter, consideramos que ³cristianizar² ahora a El Señor de los
Anillos, es una falta de coherencia descomunal y un despropósito de
dimensiones gigantescas.
Tanto las novelas de J.R.R.Tolkien como las la de J.K.Rowling, pertenecen al
mismo género de literatura fantástica y utilizan elementos mágicos y
personajes imaginarios prácticamente idénticos. ¿Cabe, por caso, establecer
distinciones ³teológicas² entre los poderes mágicos de la ³varita² de Harry
Poter y los de la ³vara² del Mago Gandalf? ¿Es justo afirmar que las
aventuras del hobitt Frodo constituyen una ³batalla épica entre el bien y el
mal² distinta a la que libra en sus aventuras el joven aprendiz de mago?
¿Qué diferencias existen entre la maldad de Lord Valdemar y la de Saurón o
Sarumán? ¿Qué distingue a Bárbol del Sauce Boxeador, a los Urcos de las
Mandrágoras Parlantes, o a los Trolls del Bosque Viejo de los Trolls de
Hogwards? ¿Por qué a los hobitts, enanos y elfos de J.R.R.Tolkin concedemos
el rango de personajes ³bíblicos² y a los duendes, hadas y elfos de
J.K.Rowling los vemos con recelo y suspicacia?
¿Es equilibrado y coherente satanizar por un lado a Harry Potter y
beatificar por otro a El Señor de los Anillos? ¿Condenar las obras a J.K.
Rowling a los infiernos mientras elevamos las de J.R.R.Tolkien a los
altares, siendo evidente que ambas comparten los mismos contenidos? ¿Hay,
por ventura, en las andanzas de Harry Potter mas referencias a los poderes
ocultos, más magia o más violencia que en las páginas de El Señor de los
Anillos?
Si acusamos por un lado a J.K.Rowling de distorsionar las mentes de nuestros
hijos diluyendo en ellas la frontera entre la realidad y la fantasía mágica,
¿pensamos a caso que afirmar _como se hace en la contratapa de este libro_
que «Dios es el Señor de los ángeles, de los hombres...y de los elfos»
contribuye a éste equilibrio? ¿Qué pensarán los niños, que los ángeles son
una ficción como los elfos o que los elfos son una realidad como los
ángeles? La ficción ³bíblica² es peligrosa pues entraña siempre un cierto
peligro de que el lector convierta inadvertidamente la ficción en Biblia o
la Biblia en ficción
Como tan acertadamente sugiere el profesor Antoni Blanch, catedrático de
Historia y Crítica Literaria, en su reciente libro El espíritu de la letra:
acercamiento creyente a la literatura, el camino no es el de ³cristianizar²
autores ni obras de la literatura secular, sino más bien hacer de ellas una
lectura creyente, analizándolas con cordialidad, respeto y espíritu crítico,
descubriendo ellas los gérmenes de trascendencia pero sin sacarlas de su
contexto.
Deberíamos ser más equilibrados y coherentes, dando a cada cosa su justo
valor y situándola en el lugar que le corresponde. Lo que es literatura
secular con la literatura secular, y lo que es literatura cristiana con la
literatura cristiana. Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de
Dios.
Tales experimentos, como la ³cristianización² de El Señor de los Anillos, lo
único que hacen es evidenciar la deriva en la que, arrastrada por las
corrientes comerciales, navega actualmente la literatura cristiana.