La confesión de los pecados

Re: La confesión de los pecados

El mecanismo de la confesión en las iglesias evangélicas funciona de un modo algo distinto...

Porque el pastor o ministro, que al igual que yo está en proceso de alcanzar la santidad, me lo agarro como paño de lágrimas, pero no estoy dispuesto a purificarme y pedir perdón a Dios, ¿no corre él un riesgo de infectarse del pecado en que yo incurro?


Perdonad si hablo en primera persona; lo hago para no herir susceptibilidades.
 
Re: La confesión de los pecados




El mecanismo de la confesión en las iglesias evangélicas funciona de un modo algo distinto...

Porque el pastor o ministro, que al igual que yo está en proceso de alcanzar la santidad, me lo agarro como paño de lágrimas, pero no estoy dispuesto a purificarme y pedir perdón a Dios, ¿no corre él un riesgo de infectarse del pecado en que yo incurro?


Perdonad si hablo en primera persona; lo hago para no herir susceptibilidades.


Saludos horizonte; después de los puntos suspensivos me perdí, puedes volver a explicar tu punto por favor.


Dios te bendiga
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Las Escrituras no enseñan en ninguna parte el concepto de confesión de los pecados a un sacerdote. En primer lugar, el Nuevo Testamento no enseña que haya sacerdotes en el Nuevo Pacto. Por el contrario, el Nuevo Testamento enseña que todos los creyentes son sacerdotes. Primera de Pedro 2:5-9 describe a los creyentes como un "sacerdocio santo" y un "sacerdocio real". Apocalipsis 1:6 y 5:10 describen a los creyentes como "un reino de sacerdotes". En el Antiguo Pacto, los fieles tenían que acercarse a Dios a través de los sacerdotes. Los sacerdotes eran mediadores entre el pueblo y Dios. Los sacerdotes ofrecían sacrificios a Dios en nombre del pueblo. Eso ya no es necesario. Gracias al sacrificio de Jesús, ahora podemos acercarnos al trono de Dios con confianza (Hebreos 4:16). El velo del templo que se rasgó en dos con la muerte de Jesús simbolizaba la destrucción del muro que separaba a Dios de la humanidad. Podemos acercarnos a Dios directamente, nosotros mismos, sin necesidad de un mediador humano. ¿Por qué? Porque Jesucristo es nuestro gran Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14-15; 10:21) y el único mediador entre nosotros y Dios (1 Timoteo 2:5). El Nuevo Testamento enseña que debe haber ancianos (1 Timoteo 3:1-7; Tito 1:6-9), diáconos (1 Timoteo 3:8-13) y pastores (Efesios 4:11), pero no sacerdotes.

En cuanto a la confesión de los pecados, 1 de Juan 1:9 dice a los creyentes que confiesen sus pecados a Dios. Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados si se los confesamos. Santiago 5:16 habla de confesar nuestras ofensas "unos a otros", pero esto no es lo mismo que confesar los pecados a un sacerdote como enseña la Iglesia Católica Romana. En ninguna parte del contexto de Santiago 5:16 se menciona a los sacerdotes/líderes de la iglesia. Además, Santiago 5:16 no relaciona el perdón de los pecados con la confesión de los pecados "unos a otros".

La Iglesia Católica Romana fundamenta su práctica de la confesión a un sacerdote principalmente en la tradición católica. Los católicos sí mencionan Juan 20:23, "A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos". De este versículo, los católicos afirman que Dios dio a los apóstoles la autoridad para perdonar pecados y que esa autoridad se transmitió a los sucesores de los apóstoles, es decir, a los obispos y sacerdotes de la Iglesia Católica Romana. Hay varios problemas con esta interpretación. (1) Juan 20:23 no menciona en ninguna parte la confesión de los pecados. (2) Juan 20:23 no promete en ninguna parte, ni siquiera insinúa, que la autoridad apostólica de cualquier tipo se transmitiría a los sucesores de los apóstoles. (3) Los apóstoles ni una sola vez en el Nuevo Testamento actuaron como si tuvieran autoridad para perdonar el pecado de una persona. Del mismo modo, los católicos señalan Mateo 16:19 y 18:18 (atar y desatar) como evidencia de la autoridad de la Iglesia Católica para perdonar pecados. Los mismos tres puntos anteriores se aplican igualmente a estas Escrituras.

La facultad de perdonar pecados es de Dios y sólo de Él (Isaías 43:25). La mejor forma de entender Juan 20:23 es que a los apóstoles se les dio la responsabilidad de declarar con plena certeza los términos en los que Dios perdonaría los pecados. Mientras se fundaba la iglesia, los apóstoles declararon que los que creían en el Evangelio eran perdonados (Hechos 16:31) y los que no obedecían el Evangelio se enfrentaban al juicio (2 Tesalonicenses 1:8; 1 Pedro 4:17). Cuando los apóstoles proclamaban la salvación en Cristo (Hechos 10:43) y ejercían la disciplina eclesiástica (1 Corintios 5:4-5), ejercían la autoridad que Cristo les había dado.

Una vez más, la Escritura no enseña en ninguna parte el concepto de confesar los pecados a un sacerdote. Debemos confesar nuestros pecados a Dios (1 Juan 1:9). Como creyentes del Nuevo Pacto, no necesitamos mediadores entre nosotros y Dios. Podemos ir a Dios directamente gracias al sacrificio de Jesús por nosotros. Primera de Timoteo 2:5 dice: "Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre".

 
Re: La confesión de los pecados

El mecanismo de la confesión en las iglesias evangélicas funciona de un modo algo distinto...

Porque el pastor o ministro, que al igual que yo está en proceso de alcanzar la santidad, me lo agarro como paño de lágrimas, pero no estoy dispuesto a purificarme y pedir perdón a Dios, ¿no corre él un riesgo de infectarse del pecado en que yo incurro?


Perdonad si hablo en primera persona; lo hago para no herir susceptibilidades.
El "confesionario" romano no tiene nada que ver con el principio biblico de confesar los pecados unos a los otros como aparece en la biblia.

La epístola de Santiago enfatiza el poder de la oración en la vida de los creyentes. También nos recuerda que, incluso si verdaderamente conocemos y amamos al Señor, todavía pecamos. Mientras permanezcamos en estos cuerpos terrenales, continuaremos luchando contra el pecado. En el cuerpo de Cristo (la iglesia), a veces pecamos contra nuestros hermanos y hermanas en el Señor. Santiago 5:16 nos dice qué hacer cuando pecamos unos contra otros: “Confesaos, pues, vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz” (Santiago 5:16).

La palabra confesar significa “estar de acuerdo”, “admitir” o “decir lo mismo”. La confesión es decir lo mismo que Dios dice acerca del pecado o tener la misma perspectiva que Dios tiene sobre el pecado. Implica identificar el pecado por lo que realmente es, reconociendo honestamente las ofensas que hemos cometido. La confesión también debe incluir una actitud de alejarse del pecado.

Santiago instruye a los creyentes que están luchando con el pecado a buscar hermanos y hermanas fieles y confiables en Cristo que intercedan por ellos en su batalla contra el pecado. No está sugiriendo que confesemos nuestros pecados descuidadamente a cualquiera, sino a creyentes maduros que nos brinden apoyo espiritual y práctico. Por supuesto, también debemos confesar nuestros pecados a aquellos contra quienes hemos pecado, mientras buscamos perdón y restauración.

Confesar nuestros pecados unos a otros en el cuerpo de Cristo puede romper el poder del pecado secreto. Encubrir el pecado no tiene ningún beneficio, sino que produce consecuencias negativas: “Cuando me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió y gemí todo el día. Día y noche tu mano disciplinaria pesaba sobre mí. Mi fuerza se evaporaba como agua en el calor del verano. Finalmente, te confesé todos mis pecados y dejé de tratar de ocultar mi culpa. Me dije a mí mismo: “Confesaré mi rebelión al Señor”. ¡Y me perdonaste! Toda mi culpa desapareció” (Salmo 32:3-5). La confesión de un pecado secreto debe hacerse con discreción. Según la situación, puede que no sea necesario gritar el pecado a los cuatro vientos. La confesión implica elegir confidentes sabios y confiables que sepan manejar la verdad de manera apropiada.

Como pueblo regenerado de Dios, debemos vivir en la luz de la verdad: “Porque antes ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz (porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad)” (Efesios 5:8-9). Las conductas secretas y los pecados ocultos no deben existir dentro de la comunidad de creyentes cristianos: “Así que dejen de mentir y hablen con la verdad, porque todos somos miembros de un mismo cuerpo” (Efesios 4:25. Para vivir como hijos de la luz, debemos ser honestos con nosotros mismos y con los demás acerca de quiénes somos, incluidas nuestras deficiencias, fracasos y luchas con el pecado.

Además de hacernos hipócritas en el mundo, el pecado oculto rompe nuestra comunión con Dios y nos mantiene aislados de los demás. La confesión, por otro lado, trae la misericordia de Dios, el perdón, la liberación de la culpa, la fortaleza a través de la comunión y una multitud de bendiciones de Dios (Proverbios 28:13; Salmo 32:2; 1 Juan 1:8-10).

La confesión, aunque es una parte esencial de la vida cristiana, no requiere un sacerdote ni ningún otro mediador humano designado por la iglesia. Solo hay Uno que puede absolvernos del pecado, y ese es Dios (ver Salmo 130); solo hay un Mediador entre nosotros y Dios, y ese es Jesucristo (1 Timoteo 2:5). Confesamos nuestros pecados unos a otros para solicitar oración, exhortación, ayuda y fortaleza a lo largo del camino.

Saludos
 
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Reacciones: Efe-E-Pe
Iglesias descristianizadas por no predicar la penitencia:
 

La escritura nunca enseñan que los pecados deben confesarse a los ministros, sino que en el caso es una confesión pública entre hermanos y tampoco exige que sea una obligación y menos que el ministro administre justicia, perdonando los pecados, que Jesucristo ya nos perdonó los pecados en la cruz y usted debe creerlo y estas confesiones de los católicos romanos es una manipulación inmoral del Evangelio de Cristo y que en verdad predican un Evangelio diferente y es una manera impropia de sujetar a la grey, con una acción mentirosa y mal enseñada .​