4 ago 03
LA BIBLIOTECA DEL DIABLO
por el Hermano Pablo
Los libros estaban acomodados en elegantes hileras en esa enorme biblioteca. Era una biblioteca interminable, con estantes de fina caoba. Sobre los estantes había millones de libros. Libros encuadernados en cuero, con títulos en letras de oro. Libros impresos en el más fino papel.
Los visitantes leían asombrados los títulos. Uno era «Problemas Históricos». Los demás eran muy parecidos: «Más Problemas Históricos», «Nuevos Problemas Históricos», «Selección de Problemas Históricos», «Incomprensibles Problemas Históricos», «Insolubles Problemas Históricos».
¿Qué biblioteca era? La gran biblioteca del infierno.
Esa era la idea de un artista que en forma de dibujo publicó su concepto gráfico en un diario de la ciudad. Era la expresión de un humorista genial al que le gusta tocar temas de la vida y de la humanidad, así como le gusta a todo humorista. Lo que el humorista pretendía decir era que, para él, la historia de la humanidad es una historia llena de problemas. Continuos problemas, de los cuales no hay fin.
Sin embargo, no es sólo la vida de la humanidad en general que está en problemas. También está en problemas la vida de cada individuo, cada hombre, cada mujer. Al crear Dios al hombre, Él creaba un problema, y así lo ha sido desde el principio. En toda la creación el problema más grande es el hombre mismo.
¿Acaso quiso Dios que la corona de su creación viviera en constante lucha? La respuesta categórica es: «¡No!»
Jesucristo dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» (Juan 14:27). Recordemos que Cristo formaba parte de aquella creación original. Si Él en su encarnación, como hijo de María, dijo que venía para dar paz, es porque esa era la intención original de Dios. Dios creó al hombre en paz y con paz.
Entonces ¿qué ha ocurrido? Con la caída de nuestros primeros padres, el hombre perdió su paz. No era lo que Dios quería sino lo que el hombre escogió.
¿Podrá ahora la humanidad recuperar lo que perdió en el jardín del Edén? Sí, para eso vino Cristo al mundo. Por eso dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy.»
¿Cómo podemos hallar esa paz? Dándole nuestra vida a Cristo. Nuestro problema consiste en nuestro orgullo y rebeldía. El día en que Cristo sea nuestro Señor experimentaremos paz verdadera. Pero eso depende de nosotros y no de Él. Tan pronto como le demos nuestra vida a Cristo, Él nos dará su paz.
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Box 100 • Costa Mesa, CA 92628 • tel: 949.645.0676 • fax: 949.645.0374
Fuente: www.conciencia.net
LA BIBLIOTECA DEL DIABLO
por el Hermano Pablo
Los libros estaban acomodados en elegantes hileras en esa enorme biblioteca. Era una biblioteca interminable, con estantes de fina caoba. Sobre los estantes había millones de libros. Libros encuadernados en cuero, con títulos en letras de oro. Libros impresos en el más fino papel.
Los visitantes leían asombrados los títulos. Uno era «Problemas Históricos». Los demás eran muy parecidos: «Más Problemas Históricos», «Nuevos Problemas Históricos», «Selección de Problemas Históricos», «Incomprensibles Problemas Históricos», «Insolubles Problemas Históricos».
¿Qué biblioteca era? La gran biblioteca del infierno.
Esa era la idea de un artista que en forma de dibujo publicó su concepto gráfico en un diario de la ciudad. Era la expresión de un humorista genial al que le gusta tocar temas de la vida y de la humanidad, así como le gusta a todo humorista. Lo que el humorista pretendía decir era que, para él, la historia de la humanidad es una historia llena de problemas. Continuos problemas, de los cuales no hay fin.
Sin embargo, no es sólo la vida de la humanidad en general que está en problemas. También está en problemas la vida de cada individuo, cada hombre, cada mujer. Al crear Dios al hombre, Él creaba un problema, y así lo ha sido desde el principio. En toda la creación el problema más grande es el hombre mismo.
¿Acaso quiso Dios que la corona de su creación viviera en constante lucha? La respuesta categórica es: «¡No!»
Jesucristo dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden» (Juan 14:27). Recordemos que Cristo formaba parte de aquella creación original. Si Él en su encarnación, como hijo de María, dijo que venía para dar paz, es porque esa era la intención original de Dios. Dios creó al hombre en paz y con paz.
Entonces ¿qué ha ocurrido? Con la caída de nuestros primeros padres, el hombre perdió su paz. No era lo que Dios quería sino lo que el hombre escogió.
¿Podrá ahora la humanidad recuperar lo que perdió en el jardín del Edén? Sí, para eso vino Cristo al mundo. Por eso dijo: «La paz les dejo; mi paz les doy.»
¿Cómo podemos hallar esa paz? Dándole nuestra vida a Cristo. Nuestro problema consiste en nuestro orgullo y rebeldía. El día en que Cristo sea nuestro Señor experimentaremos paz verdadera. Pero eso depende de nosotros y no de Él. Tan pronto como le demos nuestra vida a Cristo, Él nos dará su paz.
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Fuente: www.conciencia.net