La alberca II.
Ante el riesgo de destruir la alberca en caso de actuar violentamente contra ella, Dios permitió esta situación, pero preparó un sistema de regeneración de la alberca. Tras la desobediencia del agua, Dios expulsó a la alberca del rio, dándole una “túnica de piedra” y la coloco en un mundo seco. La coloco en la tierra. La envoltura de la alberca fue hecha más resistente para poder durar un tiempo en el nuevo medio. También le proporcionó órganos de reproducción y creó un sistema de vida automático. La mayor resistencia de la alberca tenía el inconveniente de que, con el tiempo, se ajaba y perdía sus propiedades, por lo que, periódicamente, la nueva envoltura moría y, mediante el sistema de reproducción, se creaba una nueva envoltura para ella.
Esta nueva envoltura, más grande, también disponía de un receptáculo para el vino. Mientras el agua vivia en la alberca original, el vino tenía que vivir desterrado fuera, en la envoltura. También esta nueva envoltura, disponía de un órgano del pensamiento, que recibía impulsos tanto del agua, como del vino. De esta forma se creó un nuevo ser.
El objetivo de Dios era hacer una nueva alberca que permitiera la transferencia del vino al agua. Pero el agua, obstinadamente, se acostumbró a esta clase de vida y la considero lo normal.
Pero cada vez que Dios daba un paso hacia la regeneración de la alberca, el agua, con la astucia de eones, desbarataba sus intentos. Dios, entonces, designó un pueblo como elegido para su regeneración y mandó profetas y enviados para crear todo un sistema ético, moral y religioso para preparar a la nueva criatura. Pero las albercas se quedaban con la letra, en vez de con la música. Se quedaban con lo exterior, sin entrar al verdadero significado que quería decir. Y lo malo es que se creían en el buen camino. Estos enviados de Dios fueron matados innumerables veces, creyendo así que mataban a Dios.
Cansado de la situación, Dios mandó a su Hijo Primogénito para demostrar que se podía vencer al agua. Se encarnó como las demás albercas y luchó contra su agua, llegando a vencerla. Creó un sistema apropiado para conseguirlo y determinó que se podía hacer en una sola vida. Después de esto, predicó su sistema, llamó a sus discípulos e interpretó su sistema con su vida. A ese sistema se le llamó La Santa Cruz.
Castigó y condeno al pueblo elegido y lo desperdigó por toda la tierra, considenrando a todos las albercas de todos los pueblos y naciones merecedores de regenerarse al disponer de un sistema apropiado y verdadero para hacerlo.
En la época actual, las albercas creen que han sido creadas para mejorar el medio ambiente, pero el fin de las albercas es encontrar a su Vino y ser Uno con Él. Algunas lo consiguen.
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Ante el riesgo de destruir la alberca en caso de actuar violentamente contra ella, Dios permitió esta situación, pero preparó un sistema de regeneración de la alberca. Tras la desobediencia del agua, Dios expulsó a la alberca del rio, dándole una “túnica de piedra” y la coloco en un mundo seco. La coloco en la tierra. La envoltura de la alberca fue hecha más resistente para poder durar un tiempo en el nuevo medio. También le proporcionó órganos de reproducción y creó un sistema de vida automático. La mayor resistencia de la alberca tenía el inconveniente de que, con el tiempo, se ajaba y perdía sus propiedades, por lo que, periódicamente, la nueva envoltura moría y, mediante el sistema de reproducción, se creaba una nueva envoltura para ella.
Esta nueva envoltura, más grande, también disponía de un receptáculo para el vino. Mientras el agua vivia en la alberca original, el vino tenía que vivir desterrado fuera, en la envoltura. También esta nueva envoltura, disponía de un órgano del pensamiento, que recibía impulsos tanto del agua, como del vino. De esta forma se creó un nuevo ser.
El objetivo de Dios era hacer una nueva alberca que permitiera la transferencia del vino al agua. Pero el agua, obstinadamente, se acostumbró a esta clase de vida y la considero lo normal.
Pero cada vez que Dios daba un paso hacia la regeneración de la alberca, el agua, con la astucia de eones, desbarataba sus intentos. Dios, entonces, designó un pueblo como elegido para su regeneración y mandó profetas y enviados para crear todo un sistema ético, moral y religioso para preparar a la nueva criatura. Pero las albercas se quedaban con la letra, en vez de con la música. Se quedaban con lo exterior, sin entrar al verdadero significado que quería decir. Y lo malo es que se creían en el buen camino. Estos enviados de Dios fueron matados innumerables veces, creyendo así que mataban a Dios.
Cansado de la situación, Dios mandó a su Hijo Primogénito para demostrar que se podía vencer al agua. Se encarnó como las demás albercas y luchó contra su agua, llegando a vencerla. Creó un sistema apropiado para conseguirlo y determinó que se podía hacer en una sola vida. Después de esto, predicó su sistema, llamó a sus discípulos e interpretó su sistema con su vida. A ese sistema se le llamó La Santa Cruz.
Castigó y condeno al pueblo elegido y lo desperdigó por toda la tierra, considenrando a todos las albercas de todos los pueblos y naciones merecedores de regenerarse al disponer de un sistema apropiado y verdadero para hacerlo.
En la época actual, las albercas creen que han sido creadas para mejorar el medio ambiente, pero el fin de las albercas es encontrar a su Vino y ser Uno con Él. Algunas lo consiguen.
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