En 1823, cuando José Smith tenía apenas diecisiete años de edad, se le comunicó que entre todas las naciones, tribus y lenguas su nombre sería tomado para bien o para mal. Una declaración audaz para un muchacho desconocido, que en sus propias palabras, “estaba bajo la necesidad de ganarse un escaso sostén con su trabajo diario” (
José Smith-Historia 1:23). En 1839 se le repitió: “Los extremos de la tierra indagarán tu nombre, los necios se burlarán de ti y el infierno se encolerizará en tu contra; en tanto que los puros de corazón,los sabios, los nobles y los virtuosos buscarán consejo, autoridad y bendiciones de tu mano constantemente” (
Doctrina y Convenios 122: 1-2). El gran volumen de información disponible en cualquier medio acerca de José Smith comprueba que estas declaraciones se han cumplido. El mundo, ya sea para “bien o para mal” indaga en cuanto a José Smith.

José Smith no sólo fue extraordinario, sino instrumental en la obra de Dios en estos últimos días. José fue llamado a ser un profeta. En 1820, mientras José buscaba la guía de Dios para saber a qué iglesia unirse, Dios mismo y Jesucristo se le aparecieron para decirle que la iglesia verdadera no estaba sobre la tierra y lo llamaron para establecerla. Este evento ahora se conoce como la
Primera Visión. Esta visión cambio el rumbo de su vida y se convirtió en un instrumento en las manos del Señor para establecer su reino sobre la tierra. Bajo instrucción divina, encontró, tradujo y publicó el
Libro de Mormón. Por medio de Pedro, Santiago y Juan, recibió el sacerdocio. Organizó y estableció la Iglesia verdadera de Jesucristo. Dirigió la Iglesia hasta el 27 de junio de 1844, cuando fue muerto por sus creencias. John Taylor escribió lo siguiente del profeta después de su muerte: “En el breve espacio de veinte años ha sacado a luz el Libro de Mormón, que tradujo por el don y el poder de Dios, y lo ha hecho publicar en dos continentes; ha enviado la plenitud del evangelio sempiterno, que el libro contiene, a los cuatro ángulos de la tierra…ha congregado a muchos miles de los Santos de los Últimos Días; ha fundado una gran ciudad y ha dejado un nombre y una fama que no pueden fenecer” (
Doctrina y Convenios 135: 3).
La naturaleza del llamamiento de José Smith no da lugar a que se diga que “tal vez” es cierto. O fue, o no lo fue. A largo de su vida, José aseguró haber visto a Dios. Mientras aún vivía, miles de personas dejaron todo lo que tenían para seguirle, y congregarse en la Iglesia que había formado. Muchos hasta sacrificaron su vida, y él mismo selló su testimonio con su vida. Después de su muerte, millones han cambiado sus vidas y hecho grandes sacrificios para seguir sus enseñanzas y pertenecer a la Iglesia que él formó. Por otra parte, muchos han tratado de destruir su obra. Ningún otro grupo religioso ha sido tan criticado y perseguido en los Estados Unidos. Líderes seculares, incluso un gobernador estatal, han dado la orden de exterminar a los miembros de la Iglesia. A pesar de que han pasado más de 150 años desde su muerte, las personas mal intencionadas no dejan de buscar la manera de desacreditar la obra que efectuó José Smith. Gordon B. Hinckley, el decimoquinto presidente de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días dijo: “Declaramos sin duda alguna que Dios el Padre y Su Hijo, el Señor Jesucristo, se aparecieron en persona al joven José Smith…Nuestra fortaleza entera se basa en la validez de esa visión. O sucedió o no sucedió; si no ocurrió, quiere decir que esta obra es un fraude; si ocurrió, quiere decir que es la obra más importante y maravillosa debajo de los cielos.” (Véase Gordon B. Hinckley, “
El maravilloso fundamento de nuestra fe” Conferencia General, Octubre 2002). La obra y vida de José Smith no son irrelevantes. Ciertamente merecen atención.
En esta página se presenta la vida y la obra de José Smith y se invita a toda persona a concluir por sí misma si la obra de José Smith sí fue la obra de Dios.