Jesús no es Dios ni debe ser adorado como Dios

JuandelaCruz

Miembro senior
2 Febrero 2024
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Mensaje de Jesús recibido el 24 de enero de 1915 por James Padgett en el que dice «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida», pero también que él no es Dios ni debe ser adorado como Dios.

Cuando estuve en la tierra no fui adorado como Dios, sino considerado simplemente como el hijo de Dios en el sentido de que en mí se impusieron las Verdades de mi Padre y muchos de Sus maravillosos y misteriosos poderes. Yo no me proclamé Dios, ni permití que ninguno de mis discípulos creyera que yo era Dios, sino sólo que era Su amado hijo enviado a proclamar a la humanidad Sus verdades y mostrarles el camino hacia el Amor del Padre. No era diferente de otros hombres, excepto en que poseía hasta cierto grado este Amor de Dios, lo cual me hacía libre del pecado e impedía que los males que formaban parte de la naturaleza de los hombres se convirtieran en parte de mi naturaleza.

Ningún hombre que crea que yo soy Dios tiene conocimiento de la verdad, ni al adorarme está obedeciendo los mandamientos de Dios. Tales adoradores están blasfemando y haciendo un gran daño a la causa de Dios y a mis enseñanzas. Muchos hombres se habrían convertido en verdaderos creyentes y adoradores del Padre y seguidores de mis enseñanzas caso de que este dogma blasfemo no hubiera sido interpolado o incrustado en la Biblia. No fue con mi autoridad, ni como consecuencia de mis enseñanzas, que se promulgó o se creyó en una doctrina tan sumamente dañina.

Yo soy sólo un hijo de mi Padre, como lo eres tú, y aunque siempre estuve libre de pecado, y de error en lo que respecta a la verdadera concepción de la auténtica relación de mi Padre con la humanidad, tú también eres Su hijo; y si buscas fervientemente y oras al Padre con fe podrás llegar a estar tan libre del pecado y el error como yo lo estaba entonces y lo estoy ahora.

El Padre es Él Mismo, solo. No hay ningún otro Dios además de Él o a su lado, ni ningún otro Dios al que adorar. Yo soy Su maestro de la verdad, y soy el Camino, la Verdad y la Vida debido a que en mí están aquellos atributos de bondad y conocimiento que me cualifican para mostrar el camino y conducir a los hombres a la Vida eterna en el Padre, y para enseñarles que Dios ha preparado un Reino en el que podrán vivir por siempre, si así lo desean.

Pero a pesar de mis enseñanzas los hombres, y aquellos que han asumido altos cargos en lo que se llama la Iglesia Cristiana, imponen doctrinas tan contrarias a la verdad que en estos últimos tiempos muchos hombres, en el ejercicio de una libertad ilustrada y de la razón, se han vuelto infieles, se han alejado de Dios y de Su Amor, y han pensado y enseñado que el hombre mismo se basta para su propia salvación.

Ha llegado el momento en que a estos hombres se les debe enseñar a saber que, si bien las enseñanzas de esas proclamadas autoridades sobre las verdades de Dios son todas erróneas, ellos, esos mismos hombres, están en un error cuando se niegan a creer en Dios y en mis enseñanzas. Cuáles son mis enseñanzas, sé que es difícil entenderlas a partir de los escritos del Nuevo Testamento, porque muchas de las cosas que ahí figuran nunca las dije, y muchas cosas que sí dije no están escritas allí. Ahora voy a darle al mundo las verdades tal como las enseñé cuando estuve en la tierra, y muchas que nunca revelé a mis discípulos ni inspiré a otros a escribir.

Ningún hombre puede venir al Amor del Padre a menos que nazca de nuevo. Esta es la gran y fundamental Verdad que los hombres deben aprender y creer, porque sin este Nuevo Nacimiento los hombres no pueden participar de la Esencia Divina del Amor de Dios que, cuando el hombre la posee, le hace aunado con el Padre. Este Amor entra en el hombre mediante las operaciones del Espíritu Santo, haciendo que este Amor fluya al seno del corazón y el alma y llenándola, de modo que todo pecado y error, que tiende a hacerles infelices, no pueda sino ser erradicado.

No voy a explicar esta noche cómo opera este quehacer del Espíritu Santo, pero digo que si un hombre ora al Padre y cree, y pide fervientemente que le sea dado este Amor, lo recibirá; y cuando entre en su alma él se dará cuenta.

No dejéis que los hombres piensen que mediante cualquier esfuerzo propio son capaces de llegar a esta unión con el Padre, porque no son capaces. Ningún río puede alzarse más arriba de su fuente; y ningún hombre que tenga sólo el amor natural y esté albergando error puede por sus propios poderes hacer que ese amor natural participe de lo Divino, o que su naturaleza sea liberada de ese pecado y error.

El hombre es una mera criatura, y no puede crear nada superior a él mismo; así que el hombre no puede elevarse a la naturaleza de la Divinidad a menos que primero lo Divino entre en ese hombre y le haga parte de Su Propia Divinidad.

Todos los hombres que no obtengan una parte de esta Esencia Divina se quedarán en su estado natural, y si bien podrán progresar a grados más elevados de bondad y libertad del pecado y de todo lo que tiende a hacerles infelices, así y todo seguirán siendo sólo hombres naturales.

Vine al mundo para mostrar a los hombres el camino hacia este Amor Divino del Padre y enseñarles Sus verdades espirituales, y mi misión era esa en toda su perfección, y secundariamente, mostrarles el camino hacia una mayor felicidad en la tierra así como en el mundo del espíritu enseñándoles el camino hacia la purificación del amor natural; incluso aunque descuidaran buscar y obtener este Amor Divino y volverse uno con el Padre.

Hagamos posible que los hombres reflexionen sobre esta trascendental cuestión, y descubrirán que la felicidad del hombre natural y la felicidad del hombre que ha obtenido los atributos de la Divinidad son muy diferentes, y que para toda la eternidad tendrán que estar separados y ser distintos. Mis enseñanzas no son muy difíciles de entender y seguir, y con sólo que los hombres las escucharan, las creyeran y las siguieran, descubrirían el camino y obtendrían el perfecto estado de felicidad que el Padre ha preparado para Sus hijos. Ningún hombre puede obtener este estado de dicha Celestial a menos que primero obtenga este Amor Divino del Padre y por esta vía llegue a aunarse con el Padre.

Sé que se piensa y se enseña que la moralidad, la vida correcta y un gran amor natural asegurarán la felicidad futura del hombre, y hasta cierto punto esto es cierto, pero esta felicidad no es la felicidad mayor que Dios desea que tengan Sus hijos; y para mostrar el camino a esta mayor felicidad vine a la tierra a enseñar. Pero sólo en algunos corazones y mentes mis verdades encontraron alojamiento y fueron preservadas para salvar a la humanidad de la total oscuridad espiritual y de una recaída en la adoración de únicamente la forma y la ceremonia.

Os he escrito esto para mostraros que no debéis permitir que las enseñanzas de la Biblia y lo que los hombres escribieron o declararon haber escrito en ella os impidan recibir y comprender lo que ahora escribo.

Seguiré hablándoos de las Verdades que serán «mi Nuevo Evangelio para todos los hombres», y cuando ellos hayan escuchado mis mensajes creerán que hay un solo Dios, y solamente uno a ser adorado.

Con mi amor y bendiciones concluyo por esta vez.

Jesús.
 
Hasta Joseph Smith se inventaba revelaciones mas creíbles
 
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