Mi apreciado Ricardo.
Como siempre, me deleito en tus escritos aunque sea para expresar a veces tus consuetudinarios “reproches” intelectuales a quien consideras te ha dejado con la “palabra en la boca” en el otro epígrafe sobre el “Abstenerse de sangre”, específicamente. No lo veas así mi estimado sureño ¡Jamás estuvo en mí dejarte “tirado” o como lo percibes! sólo por el hecho de haberme dado unas merecidas “vacaciones” y para cambiar de “aires” con otro tema que no fuera el de la sangre, tan delicado y controversial por cierto, entre tantas formas que sobre el particular tiene en la “mira” ante el mundo, a un pequeño grupo religioso que ha roto todos los “esquemas” con los que pretenden direccionar el concepto central de la negativa a recibir, desde su aparecimiento –de la sangre– como terapia alternativa viable de la medicina, enfocada como fundamental para la conservación de la vida humana.
Presumes que la única forma de salir de algún tema es característico de los que ya no les quedan argumentos que replantear al detractor de turno que ocupe el podio desde donde a veces, se da “cuatro gustos” arremetiendo con cuanto apelativo le inspire su “cordura y comportamiento cristiano”, a aquellos a quienes no solamente no congenian con su enfoque característico, sino más bien lo combaten y lo rechazan pero argumentando a su favor, lo que en el momento se entienda y se perciba, sea la verdad del planteamiento. El dejar de participar, aún cuando no se dé aviso de ello, no descalifica ni es motivo tampoco de asumir, como única alternativa viable, que las cosas “se le pusieron difíciles” por no saber qué más argumentar. Podrá no saber qué más argumentar, pero eso no significa que lo que se haya argumentado, carezca de la sabiduría que convenza a las mentes más dispuestas y perceptivas para razonar la tonada que se escucha. Por otra parte, el argumento que no es aceptado por quienes ya están programados por defecto con esa finalidad, de todo lo que provenga de un movimiento con el que no comparten nada de lo que enseñan y proclaman al mundo, no hace que la luz se convierta en oscuridad y viceversa. Simplemente es el curso normal que sobre esta disputa espiritual ya lleva más de 6000 la contienda por esclarecer quiénes estamos del lado ganador y quiénes no.
No eres “ogro comedor de niños” ni nada que se le parezca, pero tu oposición y “testigofobia” que manifiestas por los cuatro costados de tu estimable humanidad, es lo que antepones, siempre, cuando nos hemos enfrascado en extensos y directos aportes atendiendo todo tipo de salidas, argumentos y contraargumentos en los que se denota, de tu parte y así lo has expresado con gran satisfacción y convicción personal, un tremendo prejuicio contra la WT que por más que lo adornes, no puedes negar que obstruye tu perspectiva para, siquiera en algo, congeniar o tener algo en común.
Nosotros estamos acostumbrados a dar y a recibir y a veces, lo que recibimos es mucho más duro de digerir porque no debemos devolver ese “golpe artero” que se nos propinó por nuestra misión pacífica de predicar lo que el Señor nos mandó que hiciéramos con el mayor respeto posible para nuestros detractores; el expresarnos con el enojo y la dureza con que se nos trata y se nos denigra, no solo en estos foros, sino en nuestro ministerio del campo, no es un lujo que podamos darnos si escogimos el “madero de tormento del Cristo”.
Creo que mal entiendes nuestra postura. No somos masoquistas que nos “encanta” el que se los someta a la dureza de quienes nos enfrentan a diario cuando predicamos el evangelio del Señor. Lo que pasa es que lo que se predica es lo que “encrespa” los nervios de quienes no están acostumbrados a que se les digan las verdades en su propia cara, de lo mal dirigidos que están sus pasos; de sus intentos por agradar y adorar a un falso Cristo que han inventado a su gusto y medida y al que, a diario, lo bajan de esa “cruz” cuando son ellos los que verdaderamente demuestran, con sus dichos y acciones, la clase de personas en las que se han convertido.
El que tú no te hayas escurrido de ningún debate no es indicativo de nada mi apreciado Ricardo. Bien has dicho que tú te consideras un detractor de los “bravos” y no es fácil derrumbarte; no sólo por tu elocuencia y exquisita forma y facilidad que tienes para expresarte, sino por tu cultura y conocimientos que siempre te he reconocido, porque es evidente la educación y habilidades con la que fuiste esculpido desde temprana edad por tus progenitores y dones personales. Aquí en este GRAN FORO con tantos y tantos temas propuestos, son muchos los que aparecen por temporadas, de pronto incursionan “gritan e insultan”, “tiran la piedra” y desaparecen tan rápido como llegaron y no se les vuelve a “ver” hasta pasados unos meses a ver cómo le hacen para “disparar de nuevo” sus acostumbrados apelativos llenos de “hermosos mensajes”. Los hay quienes todavía y en este momento, cuando intervienen y cómo intervienen, demuestran lo mal que están y lo único que tienen en mente: disparar estupideces a granel, insultar y burlarse de la edad y hasta de nuestro aspecto físico, desatendiendo por los cuatro costados el “señorío” que debe caracterizarles. Se creen amos y señores del foro y que por que están en su “casa” de adoración, se exhiben como “hijos de papi”, haciendo escarnio y burla de todo lo que de manera seria y respetuosa, se intenta transmitir aún a ellos.
Por lo tanto, el hecho de haber detenido mi “carrera” a tus aportes que siempre son lo mismo Ricardo, porque tú también nada nuevo traes y así como criticas en nosotros “los mismos y gastados argumentos” de siempre que utilizamos para defender lo que para ti es “indefendible” ¿No te parece que más bien es majadería insistir en romper una roca con nuestras propias manos? ¿Por incapacidad para lograrlo? ¡Por supuesto que no! Más bien obedece a la dureza de la roca que sobrepasa, por mucho, la fortaleza y la voluntad de la mano que la golpea. Si el mismo Señor Jesús no pudo convencer a los endurecidos judíos de su tiempo, ¿Quiénes somos nosotros para aspirar a una obra mejor que la de Él cuando, por el contrario, fuimos advertidos de similares imposibilidades si nos uníamos a sus filas?
Por lo tanto, y para que desde ya lo sepas, no he “claudicado” si es a eso a lo que te refieres mi estimado amigo. ¡Para nada! Como dice un viejo refrán de mi tierra aunque no sé si es de la tuya también: “Si tengo que morir, pues moriré con las botas puestas”. Lo que pasa es que para todo hay “un tiempo” y un “lugar” y existen otras responsabilidades más fructíferas que intentar penetrar una roca que quizás nunca “se deje penetrar”. “Hay un tiempo de callar”, dice el sabio Salomón, “un tiempo para plañir y un tiempo para gozar; un tiempo para reír y otro tiempo hasta para morir”.
Si yo decidiera hacer un libro de todo el extenso material que te he dedicado tan solo en los dos epígrafes sobre la sangre, creo que conseguiría al menos una publicación de más de 500 páginas en donde traté de contra argumentar lo mejor que pude; con las mejores palabras y los mejores ejemplos y con los mejores textos bíblicos existentes. Si crees que debería inventarme mejores argumentos para poder convencerte pues creo que te quedarás esperando, porque más de lo que expuse, aunado a los valiosos aportes de mis hermanos, no se podría, al menos por ahora, convertirlos en apetecibles bocadillos imposibles de negar. Ahora bien, creo que estás confundiendo la gordura con la hinchazón; el hecho de no haber podido siquiera que aceptaras ni un “ápice” de lo por nosotros expuesto en tu epígrafe, no significa que nuestros argumentos dejaron de ser o, lo que es peor, nunca alcanzaron siquiera la definición como tales. Porque si así lo crees y te has convencido a ti mismo pues con sobrada más razón nuestra participación debería terminarse por cuanto, caso contrario, sería como seguir dando “golpes al aire”, pretendiendo derribar un “muro” inexistente. Cristo habló lo que habló y se registró únicamente lo necesario para nuestra instrucción. Y te aseguro que todo lo que habló durante sus tres años y medio en la Tierra, menos de un 1 por ciento fue asimilado por quienes tuvieron el privilegio de escucharle. De hecho, el resultado de su aparente e “infructífera” labor terminó con muerte; claro, muerte necesaria para nosotros y tan lamentable para él.
En definitiva, no te preocupes tanto por mi aparente “retirada” como señal de debilidad e incompetencia argumental ante tu regia e impenetrable guarnición que has erigido sobre lo que consideras las apropiadas bases que inspiran tu fe en tu Señor, cualquiera que éste sea. Para ti, como es lógico suponer, tendrá el mejor sentido de la comprensión hermenéutica específica; para nosotros, una más de las trincheras que tenemos que tratar de “romper”, para dar paso a la verdad de las Buenas Nuevas del Reino de Dios; Reino este que ha dividido al mundo y lo ha sumido –porque rehusaron la guía redentora– en un verdadero estercolero de incomprensión e ignorancia impresionantes que lo mantiene atado a las cadenas de la infamia que fomentó una “jerga” inescrupulosa de falsos cristianos que usurparon, no solamente el lugar del TODOPODEROSO DIOS, Padre de nuestro Señor Jesucristo, sino los rebaños de las ovejitas que trasquilan, todos los días, con el falso rumor del Cristo al que pretenden adorar de la manera equivocada.
Pronto estaré participando y ensanchando mis reflexiones sobre lo hasta ahora acumulado, y será más pronto de lo que te imaginas. Disculpa cualquier mal entendido que te haya hecho sentir por mi aparente “displicencia” para atender el hilo de nuestra “conversación” sobre el tema de la sangre.
Mis renovados respetos hacia ti y agradezco profundamente el que te hayas tomado la molestia de seguirme, aún aquí, para recordarme mis deberes cristianos que “desatendí”, momentáneamente, para darme un vueltín por este epígrafe que parece no acabar nunca.