Apreciado Son:
Apreciado Son:
De veras que no advertí que tu invitación a que te escribiéramos personalmente, simultáneamente cerraba tu participación en el epígrafe. Es cierto también que nos deseabas que nos fuera muy bonito, pero nos tienes tan acostumbrados a tus mejores deseos, que no nos dimos cuenta que todo eso implicaba una despedida.
Por cierto que una retirada a tiempo puede ser tan prudente como honrosa,
mas no había necesidad tampoco de festejarla como cantando victoria. De todos modos agradezco tu fineza de dignarte contestar.
1 - No es justo que al despedirte me dejes como un inconsistente, pues en ningún momento ví que el Matthew Henry me contradijera, por más empeño que pusieras en mostrarlo así.
2 - No sé como puedes decir que en la cita de los mil ángeles eres totalmente
bíblico, cuando si se trata de Gá.1:8, Pablo anatematiza a “un ángel del cielo”
que pudiera anunciar otro evangelio diferente. “Una multitud de las huestes
celestiales” glorificaron a Dios tras el anuncio del ángel a los pastores de Belén del nacimiento del Salvador, pero yo no creo que si hubieses estado
entre aquellos pastores hubieras dudado de ir a Belén, nada más porque se te
hiciera sospechosa la excesiva cantidad de ángeles.
3 - Lo que tú llamas reiteradamente “interpretaciones ajenas”, no lo son tan ajenas tratándose de otros hermanos que como yo, también tienen el Espíritu
y la mente de Cristo. Sean eruditos fallecidos hace siglos, o comentaristas
contemporáneos, constituímos un mismo Cuerpo del que Cristo es la Cabeza,
así que nos ministramos y servimos los unos a los otros comunicándonos el
entendimiento que el Señor nos haya dado sobre esto, aquello y lo otro. Las
“interpretaciones ajenas”, propiamente, son las que no toman en serio la
Palabra de Dios ni dependen de la iluminación que pueda dar el Espíritu Santo. La autosuficiencia que fácilmente prescinde de los demás, es el camino más corto a la herejía. El Cristo ascendido, como Cabeza dio dones a su cuerpo que es la iglesia a fin de perfeccionar a los santos, entre los cuales están los maestros; por lo cual, es legítimo y provechoso aprender de ellos.
4 - No entiendo por qué me dices: “la King James que tanto odias” cuando en
verdad no es así, pues creo que realmente amo esa versión. No me canso
de repetir una frase de Spurgeon que dice más o menos así: “Mientras el
idioma inglés se hable sobre la faz de la Tierra, no habrá otra versión mejor
en esta lengua que la King James”. Pero también he leído que el Especial
Comando de Su Majestad para la traducción, recibió el encargo del rey de
que se tuviese cuidado de no afectar en nada a la institución anglicana, de lo
que conozco algunas muestras en que nuestra Reina - Valera se mantuvo fiel
al texto, cosa que no hizo la King James que se conformó al uso anglicano.
No vamos a discutir aquí las ventajas o desventajas comparativas de una y
otra versión, pues cuando quiero extraer más jugo de un texto, no sólo voy
al hebreo y griego hasta donde pueda, sino que también recurro a los
romances latinos de que dispongo, como el portugués, italiano, francés y
catalán. Por supuesto que también consulto versiones inglesas, pese a mis
dificultades de idioma, y ocasionalmente alemanas y holandesas.
5 - Cuando nos apoyamos en obras de referencia y consulta, como los Comentarios Bíblicos, jamás pretendemos citarlas como voces infalibles que
vienen en socorro de nuestra posición, pero sí como opiniones acreditadas que sirven para abonar una misma línea de pensamiento. Podría ofrecer varios
ejemplos de gruesos errores hallados en los tales Comentarios, que sin duda
Dios los permitió para que no estribásemos nuestra confianza sobre pensamientos de hombres. Pero Dios ha santificado con el Espíritu Santo que nos ha dado, aquellas capacidades intelectuales de las que nos ha dotado, como el sentido común, sano juicio, buen criterio, que hasta es posible hallar
en personas rústicas y analfabetas. Así, por extensión, el “Examinadlo todo y
retened lo bueno” - que creo ligado a las profecías dadas oralmente -, alcanza a los comentarios escritos de la Palabra de Dios.
6 - Creo que no faltará Tribunal con dos dedos de frente - como tú dices -,
que no admita como legítima la causa de tu demanda, si presentas como
prueba este epígrafe, y tu capacidad de discurrir antes y después de haber
visto la película. Otros hermanos han tomado sus recaudos o sus móviles
fueron otros, y no se percibe alteración alguna en sus facultades.
7 - Yo concibo el arte como una expresión de la belleza, y no creo que lo sea la película de Gibson, por más que pudiera tener sobrados méritos la
reconstrucción de época, y la filmación de escenas excelentemente logradas.
Respecto al Cristo verdadero, ya profetizó Isaías diciendo: “No hay hermosura en él, ni esplendor; le veremos mas sin atractivo alguno para que lo apreciemos”, tal fue el desfiguramiento de su pasión. Yo no quiero ver a un
“Cristo” que me mueva a compasión y lástima mientras padece lo que los hombres hacen con Él, sino mirar al Cristo de gloria sentado a la diestra de
Dios, que tuvo compasión de mí y me recibió a misericordia a pesar de todo lo malo que era e hice. Todavía Él sigue compadeciéndose de mis flaquezas,
y oye mi confesión, me perdona y restaura. ¿Cómo no adorarle?
8 - Ignoro cómo y por qué llevas las cosas a extremos inconcebibles. ¿Cuándo me he puesto a “descalificar” Biblias? Tú si lo has hecho con Reina y Valera. Que no admita fácilmente que lo inglés prevalezca sobre lo español, tómalo si quieres como algo propio del orgullo de raza, pero jamás desmerecería a nadie ni a nada por ser de procedencia extranjera.
9 - A fin de sacarte de la que llamas “duda cruel”, en cuanto al diferente trato que aplico a los místicos españoles y a Gibson, es que aquellos al escribir
- y que yo recuerde - no profesaron atenerse a las Escrituras en la forma que
Gibson sí promocionó su película, ocasionando un desencanto cuando los
entusiastas incautos nos enteramos luego que distaba bastante de ser así.
Miguel de Molinos, Teresa de Ávila y Fray Luis de León - entre otros -, jamás me decepcionaron; pues que tropezara con algún disgusto en algo
típicamente romano, fue esporádico y comprensible a su formación y estado.
No creo que los místicos tuvieran un “recalcitrante” catolicismo, de otro modo la Inquisición no les hubiera hecho pasar tan malos ratos.
10 - Fíjate apreciado Son, cuánto la película cambió tu recto modo de pensar, que ahora te conviertes en defensor de Pilato. Es muy cierto que al principio quiso soltar a Jesús, pero sólo le duró la buena intención mientras su prestigio no estuvo en juego. Su acción de lavarse las manos hasta hoy día es sinónimo
de irresponsabilidad criminal. De cualquiera que pudiendo no hace justicia se
suele decir: - ¡Se lavó las manos como Pilato! Tal actitud es universalmente repudiable. No debemos solamente reparar en un par de versículos, sino ver
a Pilato tal como toda la Escritura y la historia lo muestra:
“Pilato, queriendo satisfacer al pueblo...” (Mr.15:15). El libro de Hechos, así como consigna que Pilato había resuelto ponerle en libertad (3:13), también dice que “verdaderamente se unieron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, contra tu santo Hijo Jesús” (4:27). El Credo Apostólico perpetuó el recuerdo de aquella infamia en la frase: “padeció bajo Poncio Pilato”. El agua que Pilato usó no lavó sino que manchó sus manos con la sangre del mismo que él estimaba como justo, lo que lo hace más culpable todavía.
Bueno, cómo no vas a defender a Pilato si tu benignidad excede a la divina, y
hasta osas librar a Judas de su propio lugar, que no puede ser otro que el
tormento en el infierno (Lc.16:28).
11 - Pero el colmo mayor está, en que no sólo Pilato y Judas obtienen puntos en la confrontación que haces entre mi exposición y la película, sino que hasta el mismo Diablo sale mejor parado que tu amigo y hermano Ricardo.
Soy conciente que todavía es deficitario mi conocimiento de la Escritura, pero
no al grado que tema ser vencido por Satanás. Es que el conocimiento bíblico
no va sólo: yo tengo también al Maestro por antonomasia, y al Autor de la
Escritura morando en mi interior, el cual es mayor “que el que está en el mundo” (1Jn.4:4). Por supuesto que si me voy muy suelto de cuerpo a
enfrentarme con el león rugiente me despedazará y devorará a gusto, pero por
algo nos anima la Escritura: “resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Stg.4:7).
Yo no voy a retar a Satanás a un duelo a espada, pues es un enemigo vencido
por nuestro Señor. No soy de los que practican esgrima con Satán, pero creo
que si tengo bien puesta toda la armadura de Dios podré estar firme contra las
asechanzas del diablo.
La base bíblica para el desconcierto de Satanás en cuanto a qué hacer con
Jesús, está en la contradicción entre los ataques directos contra su vida, y los
estorbos puestos a su crucifixión.
Yo no veo televisión, pues cuando nuestro aparato se descompuso y soltó olor a azufre, no quisimos repararlo.
Con lo que antecede espero haber dado suficiente respuesta a tu mensaje, al
menos para que mi posición te resulte más clara, y por respeto también a los
foristas que nos leen.
Tú también, cuando gustes, puedes escribirme a:
[email protected]
El Señor sea contigo.
Ricardo.