Estimados hnos.
Los invito a considerar y a reducir a vuestro pensamiento la siguiente reflexión:
Se encuentra Jesús frente a sus discípulos y en razón a los diversos comentarios sobre su persona, les pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” entonces poniéndose Pedro en frente del maestro le dice: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” Jesús entonces le responde: “Eres bienaventurado Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, más mi Padre que está en los cielos”. Como el asunto de aquella conversación era sobre su propia persona, de Cristo (no de Pedro) entonces Jesús le dice: “más yo también te digo… (en este momento Jesús extiende su mano y toca sutilmente el pecho de Pedro y sigue diciendo: ) … tu eres Pedro” -luego vuelve su mano hacia su propio pecho ( pues de él se estaba hablando)- y continúa diciendo: “y sobre esta piedra (aquí se toca firmemente Jesús su pecho) edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. Luego vuelve y extiende nuevamente su mano y la posa sobre el hombro de Pedo, y continúa diciendo: “y a ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”.
Comentario: La iglesia de Cristo nunca será edificada sobre un hombre, aunque fuese el más santo sobre la tierra; se edifica sobre el fundamento (piedra principal) que es Cristo.
A Pedro solo le correspondió “abrir” (“a ti daré las llaves del reino de los cielos”) las puertas del reino de los cielos primero a los judíos: “Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones “hermanos” (judíos) ¿Qué haremos? Y Pedro les dice: arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:37,38) Y luego le corresponde abrir las puertas del reino de los cielos a los gentiles en la casa de Cornelio (Hechos 10:34 al 48)
Saludos y bendiciones
Los invito a considerar y a reducir a vuestro pensamiento la siguiente reflexión:
Se encuentra Jesús frente a sus discípulos y en razón a los diversos comentarios sobre su persona, les pregunta a sus discípulos: “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” entonces poniéndose Pedro en frente del maestro le dice: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” Jesús entonces le responde: “Eres bienaventurado Simón hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, más mi Padre que está en los cielos”. Como el asunto de aquella conversación era sobre su propia persona, de Cristo (no de Pedro) entonces Jesús le dice: “más yo también te digo… (en este momento Jesús extiende su mano y toca sutilmente el pecho de Pedro y sigue diciendo: ) … tu eres Pedro” -luego vuelve su mano hacia su propio pecho ( pues de él se estaba hablando)- y continúa diciendo: “y sobre esta piedra (aquí se toca firmemente Jesús su pecho) edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. Luego vuelve y extiende nuevamente su mano y la posa sobre el hombro de Pedo, y continúa diciendo: “y a ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”.
Comentario: La iglesia de Cristo nunca será edificada sobre un hombre, aunque fuese el más santo sobre la tierra; se edifica sobre el fundamento (piedra principal) que es Cristo.
A Pedro solo le correspondió “abrir” (“a ti daré las llaves del reino de los cielos”) las puertas del reino de los cielos primero a los judíos: “Entonces oído esto, fueron compungidos de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones “hermanos” (judíos) ¿Qué haremos? Y Pedro les dice: arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:37,38) Y luego le corresponde abrir las puertas del reino de los cielos a los gentiles en la casa de Cornelio (Hechos 10:34 al 48)
Saludos y bendiciones