Escribieron:
1) La población sexualmente activa en África, si no me equivoco, es de 100 millones de habitantes.
2) El preservativo tiene una eficacia del 80%, aunque se ve notablemente reducida en países con una educación sexual deficiente.
3) Un tercer dato, que ignoraremos aquí por tratarse de una variable desconocida, es la frecuencia con la que un africano mantiene relaciones sexuales. A mayor frecuencia, mayor posibilidad de infección.
Así que, en el mejor de los casos, la apuesta por el preservativo arroja 20 millones de infectados por el virus del SIDA en los próximos años.
Éste es vuestro genocidio, amigos del condón.
* * *
Un usuario contestó lo siguiente (remito al link):
http://www.masqy.com/NewsPortal/article.php?id=113064&group=es.charla.religion
* * *
Respondo:
Bien, manu. Digamos que acepto todos tus datos excepto uno, que es rigurosamente falso. ¿Cómo va a ser cuatro el promedio de relaciones en treinta años, si en los países desarrollados el anual debe estar más o menos en la mitad, es decir, dos? Un joven cualquiera, por pocos roscos que se coma, se come un par de enero a diciembre, ¿no? Pues digamos que en África se come cuatro, ya que la desinhibición es mucho mayor. Pero cuatro al año, no cada treinta años. Así que multipliquemos por treinta tu resultado de 1.63 millones. ¿Qué arroja? Nada menos que 48.9 millones de infectados. Supongamos, sin embargo, que el ritmo de relaciones decrece al hallarse una pareja estable, cosa que puede suceder a los veintiséis años. Se reduce, pues, a una relación extraconyugal cada dos años, de modo que tenemos:
Fase A: De los 14 a los 26: 4 relaciones prematrimoniales al año.
Fase B: De los 26 a los 44: 1 relación extraconyugal cada dos años (asimilamos a cero el riesgo de la pareja estable).
Para la fase A (12 años) habría 48 infecciones potenciales. Disminuyamos la cifra a dos tercios, pues no todas las relaciones son de riesgo (hay un tercio de infectados en el África Subsahariana, y una relación la constituyen al menos dos personas). Es decir, 32 infecciones potenciales, que el factor de riesgo al 20% dejaría a 6.4 / 12 años = 0.53.
Para la fase B (18 años) nos quedarían sólo 9 infecciones potenciales. Reducidas a dos tercios, 6. Menos el factor de riesgo del 20%, 1.2 / 18 años = 0.06 infecciones potenciales.
Ahora imaginemos que de esos 300 millones de personas sexualmente activas, 220 están en la fase A y 80 en la fase B, lo cual es perfectamente verosímil (a no ser que dispongáis de datos más fiables que corrijan los de esta simulación). Así, tendríamos 116.6 millones (220 millones * 0.53) y 4.8 millones (80 millones * 0.06) de infecciones potenciales, respectivamente. Arrojan un total de 121.4 millones de infecciones potenciales cada año.
Pero, me dirás, nadie puede infectarse más de una vez. Y es cierto. Concedamos que de los 121.4 millones de infecciones potenciales, sólo el 40% se realizan. Luego, se convertirían en 48.6 millones de infectados anuales, que es una cifra muy similar a la que estimábamos al principio. Ello sin contar con el incremento anual del factor de riesgo, de rápida tendencia ascendente a medida que aumenta el número global de seropositivos.
Conclusión.
El preservativo es, para entendernos, la vía libre o "bula" a las relaciones prematrimoniales y extraconyugales. Ha quedado claro que las relaciones seguras entre cónyuges o parejas de hecho consolidadas reducen el riesgo a cero, o, en caso de infidelidad, lo disminuyen grandemente. Usar preservativo en dichos supuestos puede ser útil a efectos de planificación familiar, pero no de evitar el contagio, si ambos miembros están sanos. Y ése es el tema que estamos tratando aquí.
El "progresista" asume en primer lugar que los hombres (no digamos ya los negros) son promiscuos por naturaleza. En segundo lugar, que la política de la Iglesia resulta "antinatural" por pretender circunscribir las relaciones sexuales al matrimonio. ¡Gran pecado, a fe mía! Pero él, el librepensador, está muy lejos de no intervenir en la libertad individual, y en tanto que interviene, incide a efectos demográficos, económicos y sociales. Ahora bien, mientras que el preservativo contribuye a fijar esa promiscuidad de la que hablamos, la Iglesia consigue lo contrario, diluirla. O al menos lo intenta. Y lo lograría con mayor facilidad si 1) la población africana fuera plenamente consciente de los peligros del SIDA, y 2) no adquiriera una falsa seguridad gracias al profiláctico. Se demostró, además, que la promiscuidad es la causa principal del contagio, y que el preservativo ni es capaz de reducirla (más bien la fomenta) ni elimina el riesgo de contagio al 100%.
1) La población sexualmente activa en África, si no me equivoco, es de 100 millones de habitantes.
2) El preservativo tiene una eficacia del 80%, aunque se ve notablemente reducida en países con una educación sexual deficiente.
3) Un tercer dato, que ignoraremos aquí por tratarse de una variable desconocida, es la frecuencia con la que un africano mantiene relaciones sexuales. A mayor frecuencia, mayor posibilidad de infección.
Así que, en el mejor de los casos, la apuesta por el preservativo arroja 20 millones de infectados por el virus del SIDA en los próximos años.
Éste es vuestro genocidio, amigos del condón.
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Un usuario contestó lo siguiente (remito al link):
http://www.masqy.com/NewsPortal/article.php?id=113064&group=es.charla.religion
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Respondo:
Bien, manu. Digamos que acepto todos tus datos excepto uno, que es rigurosamente falso. ¿Cómo va a ser cuatro el promedio de relaciones en treinta años, si en los países desarrollados el anual debe estar más o menos en la mitad, es decir, dos? Un joven cualquiera, por pocos roscos que se coma, se come un par de enero a diciembre, ¿no? Pues digamos que en África se come cuatro, ya que la desinhibición es mucho mayor. Pero cuatro al año, no cada treinta años. Así que multipliquemos por treinta tu resultado de 1.63 millones. ¿Qué arroja? Nada menos que 48.9 millones de infectados. Supongamos, sin embargo, que el ritmo de relaciones decrece al hallarse una pareja estable, cosa que puede suceder a los veintiséis años. Se reduce, pues, a una relación extraconyugal cada dos años, de modo que tenemos:
Fase A: De los 14 a los 26: 4 relaciones prematrimoniales al año.
Fase B: De los 26 a los 44: 1 relación extraconyugal cada dos años (asimilamos a cero el riesgo de la pareja estable).
Para la fase A (12 años) habría 48 infecciones potenciales. Disminuyamos la cifra a dos tercios, pues no todas las relaciones son de riesgo (hay un tercio de infectados en el África Subsahariana, y una relación la constituyen al menos dos personas). Es decir, 32 infecciones potenciales, que el factor de riesgo al 20% dejaría a 6.4 / 12 años = 0.53.
Para la fase B (18 años) nos quedarían sólo 9 infecciones potenciales. Reducidas a dos tercios, 6. Menos el factor de riesgo del 20%, 1.2 / 18 años = 0.06 infecciones potenciales.
Ahora imaginemos que de esos 300 millones de personas sexualmente activas, 220 están en la fase A y 80 en la fase B, lo cual es perfectamente verosímil (a no ser que dispongáis de datos más fiables que corrijan los de esta simulación). Así, tendríamos 116.6 millones (220 millones * 0.53) y 4.8 millones (80 millones * 0.06) de infecciones potenciales, respectivamente. Arrojan un total de 121.4 millones de infecciones potenciales cada año.
Pero, me dirás, nadie puede infectarse más de una vez. Y es cierto. Concedamos que de los 121.4 millones de infecciones potenciales, sólo el 40% se realizan. Luego, se convertirían en 48.6 millones de infectados anuales, que es una cifra muy similar a la que estimábamos al principio. Ello sin contar con el incremento anual del factor de riesgo, de rápida tendencia ascendente a medida que aumenta el número global de seropositivos.
Conclusión.
El preservativo es, para entendernos, la vía libre o "bula" a las relaciones prematrimoniales y extraconyugales. Ha quedado claro que las relaciones seguras entre cónyuges o parejas de hecho consolidadas reducen el riesgo a cero, o, en caso de infidelidad, lo disminuyen grandemente. Usar preservativo en dichos supuestos puede ser útil a efectos de planificación familiar, pero no de evitar el contagio, si ambos miembros están sanos. Y ése es el tema que estamos tratando aquí.
El "progresista" asume en primer lugar que los hombres (no digamos ya los negros) son promiscuos por naturaleza. En segundo lugar, que la política de la Iglesia resulta "antinatural" por pretender circunscribir las relaciones sexuales al matrimonio. ¡Gran pecado, a fe mía! Pero él, el librepensador, está muy lejos de no intervenir en la libertad individual, y en tanto que interviene, incide a efectos demográficos, económicos y sociales. Ahora bien, mientras que el preservativo contribuye a fijar esa promiscuidad de la que hablamos, la Iglesia consigue lo contrario, diluirla. O al menos lo intenta. Y lo lograría con mayor facilidad si 1) la población africana fuera plenamente consciente de los peligros del SIDA, y 2) no adquiriera una falsa seguridad gracias al profiláctico. Se demostró, además, que la promiscuidad es la causa principal del contagio, y que el preservativo ni es capaz de reducirla (más bien la fomenta) ni elimina el riesgo de contagio al 100%.