Historias chuscas

Re: Historias chuscas

Joaco dijo:
Una niñita le estaba platicando de los grandes peces a su maestra.

La profesora dijo que era físicamente imposible que un pez, por muy grande que fuera, se tragara a un ser humano.

La niña afirmó que Jonás había sido tragado por un gran pez.

Irritada, la profesora le repitió que eso no podía ser, que era físicamente era imposible.

La niñita dijo, "Cuando llegue al cielo le voy a preguntar a Jonás".

La maestra le preguntó, "¿Y qué pasa si Jonás se fue al infierno?"

La niña le contestó, "Entonces le toca a usted preguntarle.".
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Te aplaudo hermano, me hace acordar una maestra se llama teresita, (yo) solo que no discutía, sólo me reía, tiérnamente de ellos, (pero que bruja debo haber parecido a sus ojos) jajajajajj
 
Re: Historias chuscas

Este misionero había oido hablar de los grandes milagros y señales que Dios había hecho con sus antecesores en las orillas del amazonas, y como a pesar de todos los peligros por los que habían pasado, Dios siempre los había rescatado y guardado.

Pero el testimonio que más lo había impresionado, fue el de un misionero peruano, que al no poder atravesar uno de los ríos por ser muy profundo y caudaloso, oró al Señor para que le enviara ayuda, según cuentan, el Señor simplemente le dijo que empezara a caminar con los ojos cerrados y que él haría el resto, así lo hizo el misionero y al rato de caminar, abrió los ojos y se dió cuenta que ya estaba del otro lado del río, donde se encontraba la villa que quería ebangelizar. Este relato motivo a nuestro misionero para adentrarse en la selva amazónica, no solo para ebangelizar sino para tener la oportunidad de experimentar en carne propia las maravillas que le contaban que Dios hacía, con los misioneros en esas selvas.

Este misionero llega a un río muy ancho y caudaloso, pero ni se preocupó, simplemente oró a Dios, cerró los ojos, y se dispuso a cruzar el río caminando. Cada vez que lo intentaba, caía de cabeza eb el agua, y no fueron pocas las ocaciones en que casi se ahoga además de los mordiscos de las pirañas que ya había pelliscado algo de su carne.

Abatido y defraudado, se sentó a la orilla del río, y no aguantó más, se soltó en llanto y reclamos a Dios, estando en esto, escuchó la voz de Dios que le dijo: "Cierra los ojos, quedate quieto y ved la salavación de Dios" Inmediatamente paró de llorar, y una inmensa sonrisa llenó su rostro, cerró los ojos y esperó, pasaron unos minutos y nada, pero él seguía confiado, su fe había vuelto a florecer. Siguió esperando y al rato escuchó una voz que le decía: Señor, señor! Al abrir los ojos vió un nativo semidesnudo con un gran hueso en su pelo, que le dijo: "he estado observándolo y veo que ha tratado de cruzar el río, pero parece que usted quiere hacerlo nadando, y no sabe nadar. Yo he venido en su ayuda" El misionero dijo para si mismo, "que tremendo, Dios nos hará cruzar el río a ambos así tendré no solo un testimonio que contar sino un testigo también" En eso el nativo lo toma de la mano y le indicó que le siguiera, el misionero se decía "seguramente Dios quiere que sea en la parte más ancha, profunda y peligrosa" No habían caminado mucho cuando el nativo le señaló un enorme puente recién construido sobre el río, por donde lo condujo hasta la otra orilla.

Moraleja: No esperes caminar sobre las aguas para cruzar el río que tienes por delante, si hay un puente para hacerlo.

Greivin.