“Venid a Mí”:
¿Todavía evitamos la invitación de Jesús?
Mateo 11:28-30:
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga."
"(Efesios 3:20) Y aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos…”
Ilustración
Imagina a un niño pequeño ante una piscina. Su padre, amoroso, le invita: “Ven, yo te sostengo”. El niño titubea: “¿Y si me caigo? ¿Y si duele? ¿Y si no sé nadar?”—Mil excusas, hasta que finalmente cede, confía y salta... solo para descubrir que el padre ya lo sostenía todo el tiempo.
Así somos frente a Jesús: nuestra incredulidad nos retiene en la orilla. Él espera con brazos abiertos, pero dudamos. La fe consiste en dar el salto hacia Sus brazos, más allá de nuestras temores y razonamientos.
Confrontación a la Iglesia de Hoy
¿Cuántas veces nos acercamos a Dios buscando señales espectaculares o emociones intensas, cuando Su invitación es sencilla y directa: “Venid”? No pide perfección, logros, ni méritos, solo un corazón dispuesto.
Preguntas para reflexionar
Promesas de Su invitación
Cuando respondemos simplemente “Venid”, el Espíritu Santo comienza Su obra poderosa en nosotros:
Desafío final
Hoy Jesús sigue llamando. No postergues más. Su invitación no tiene letra pequeña ni exige credenciales, solo pide valentía para venir y presentarse tal cual eres. Como declara:
Apocalipsis 3:20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.”
La pregunta es clara y profunda:
¿Te atreves a dar el paso hoy y permitir que Cristo te reciba tal como eres?
Que el Espíritu Santo convenza y anime a responder con fe y sencillez. ¡Ven a Jesús, Él espera por ti!
¿Todavía evitamos la invitación de Jesús?

"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga."
La incomodidad de aceptar Su invitación
Quizá lo más incómodo para nosotros no es reconocer nuestras cargas, sino admitir humildemente que necesitamos ir a Él. Frecuentemente nos acercamos a Dios con listas de peticiones, creyendo que lo importante es recibir respuestas. Pero, ¿qué ocurre cuando Jesús espera darnos mucho más que lo que pedimos—Él mismo y Su descanso verdadero?"(Efesios 3:20) Y aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos…”

Imagina a un niño pequeño ante una piscina. Su padre, amoroso, le invita: “Ven, yo te sostengo”. El niño titubea: “¿Y si me caigo? ¿Y si duele? ¿Y si no sé nadar?”—Mil excusas, hasta que finalmente cede, confía y salta... solo para descubrir que el padre ya lo sostenía todo el tiempo.
Así somos frente a Jesús: nuestra incredulidad nos retiene en la orilla. Él espera con brazos abiertos, pero dudamos. La fe consiste en dar el salto hacia Sus brazos, más allá de nuestras temores y razonamientos.

¿Cuántas veces nos acercamos a Dios buscando señales espectaculares o emociones intensas, cuando Su invitación es sencilla y directa: “Venid”? No pide perfección, logros, ni méritos, solo un corazón dispuesto.
- Jeremías 29:13: “Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.”
- Salmo 34:18: “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.”
- Juan 6:37: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.”

- Iglesia, ¿realmente venimos a Jesús tal como somos, o seguimos condicionando nuestra obediencia según lo que creemos que Él demandará?
- ¿Cuántos de nuestros templos, reuniones y servicios se han transformado en rutina, pasando por alto la invitación personal y radical de Cristo?

Cuando respondemos simplemente “Venid”, el Espíritu Santo comienza Su obra poderosa en nosotros:
- Nos revela lo que debe ser desarraigado (Juan 16:8).
- Nos ofrece descanso genuino para el alma (Mateo 11:29).
- Nos proporciona fortaleza donde antes veíamos debilidad (Isaías 40:31).

Hoy Jesús sigue llamando. No postergues más. Su invitación no tiene letra pequeña ni exige credenciales, solo pide valentía para venir y presentarse tal cual eres. Como declara:
Apocalipsis 3:20: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo.”

¿Te atreves a dar el paso hoy y permitir que Cristo te reciba tal como eres?
Que el Espíritu Santo convenza y anime a responder con fe y sencillez. ¡Ven a Jesús, Él espera por ti!