¿Hemos entendido el mensaje de la cruz?

18 Noviembre 1998
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blogs.periodistadigital.com
¿Hemos entendido el mensaje de la cruz?
No es fácil, ni siquiera para un cristiano maduro, contemplar el misterio de la cruz de Cristo. El amor de Dios expresado en el dolor inmenso del Hijo, atravesados sus manos y pies por clavos, cual vulgar delincuente. Es extraño a la vez que deslumbrante. La mente humana se rebela porque no alcanza a comprender la necesidad de tanto dolor, de tanto sacrificio para mostrar algo tan maravilloso como el amor.
Reducir la crucifixión de Cristo a un acto meramente legal, por el que Él pagaba por los pecados de todos nosotros, es no entender la cruz. Hay algo mucho más excelso que una satisfacción expiatoria de los pecados del mundo. Hay un ejemplo de vida y de muerte, que a la vez, lleva a la vida verdadera. Desde que Cristo nació, su destino era la cruz. Todo lo que hizo durante su ministerio estaba marcado por la llegada de "su hora", la hora de la cruz. La Pasión de Cristo no comenzó en el huerto de Getsemaní. Comezó mucho antes. Empezó cuando vio que las multitudes iban más a ver las señales y los milagros que a escuchar sus palabras de vida eterna. Siguió cuando vio que incluso algunos de sus discípulos le abandonaban cuando Él habló de que tendrían que comer su carne y beber su sangre. También sufrió Cristo cuando vio que sus más queridos discípulos, los apóstoles, discutían entre sí sobre quién de ellos habría de ser el mayor. Parecía que nadie entendiera bien su mensaje. Toda una espera de siglos para que el Mesías llegara y, cuando apareció, sólo unos pocos le reconocieron. Incluso parecía que algunos gentiles, a pesar de su casi nula preparación espiritual, comprendieron mejor que los propios judíos, cuál era el mensaje de Cristo. ¡Qué paradoja!
La cruz fue la última y gran lección de nuestro Señor. El Creador del Universo clavado a una cruz, desangrándose hasta la muerte. Prácticamente sólo, sin más compañía que la de su madre, el discípulo amado y unas pocas mujeres. Y en medio de la soledad, clamando al Padre por el perdón de los que le habían puesto allá. En medio de la soledad, ocupándose de dar un hijo a su madre y una madre a su discípulo amado. En medio de la soledad, clamando al Padre con un salmo, entregándose para cumplir esa voluntad divina por la que ahora podemos ser salvos.
Cristo nos dio el ejemplo a seguir. Nos dijo que tomáramos nuestras propias cruces y le siguiéramos. No hay victoria sobre la muerte sin el paso previo de la cruz. No hay salvación sin la renuncia total a nuestra vida. Él murió para darnos libertad y salvación, pero nunca dijo que dicha liberta y salvación estuviera libre de espinas como las que formaban su corona, ni que el camino del cristiano fuera entre algodones. Tenemos que caminar hacia nuestro Calvario. Pero nosotros no estamos solos. Él va a nuestro lado. Si el peso de nuestra propia cruz se nos hace insoportable, Él la cargará con gusto. Cuando nuestras manos y pies sean atravesados por los clavos de la penitencia y la renuncia al pecado, Él estará allí para consolarnos y fortalecernos. Pero además, junto a Él estará toda la corte celestial, es decir, su Madre y Madre nuestra y todos los santos que ya habrán pasado por su propio Calvario. Nuestra muerte en la cruz no será como la suya, casi en total soledad.
Caminemos con paso firme hacia el Calvario. Nos espera la tumba vacía. Nos espera la vida eterna.

Luis Fernando
 
La cruz que hemos de llevar cada día, es la renuncia a nuestro "yo".

Cristo renunció a Su estado de Dios y a todo lo que ello implicaba, para hacerse igual a nosotros, para hacer la voluntad de Dios, que era la redención del mundo.

Hemos de humillarnos ante Dios, para llevar a cabo Su Voluntad en nosotros; pero no en nuestras fuerzas, sino llevando el yugo de Cristo; el yugo es doble, y Cristo va a nuestro lado, soportando TODO el peso de la carga; intentarlo hacer por nuestra cuenta solo acarreará dolor y frustración.

Aprendamos a dejar nuestras cargas en Él.


Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. (1 Pedro 5:6-7)


Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.(Mateo 11:28-30)

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