Esta cita de Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; (1 Timoteo 6:9).. apoya mi noción por que los avaros son los que están más propensos a matar por defender o por adquirir mas riquezas... eso todos los sabemos que los que manejan riquezas en el mundo deben estar listos para matar...
Un hermano interrogó a abba Pastor diciendo: “Me han dejado una herencia, ¿qué he de hacer con ella?”. El anciano le dijo: “Vete, y vuelve dentro de tres días, que te lo diré”. Cuando volvió conforme a lo que se le había mandado, el anciano le habló así: “¿Qué puedo decirte, hermano? Si te digo: Dalo a la Iglesia, harán banquetes con ella; si te digo: Dalo a tus parientes, no te será de provecho alguno; si te digo: Dalo a los pobres (Mt 19,21), no lo harás. Haz, pues, lo que quieras, que no es asunto mío”.
En el Evangelio según San Mateo 19, 21 Jesús invita al joven rico a seguirlo, previo a ello lo convida primero a vender todo lo que tiene y darlo a los pobres, algunos llaman a éste hecho "el salto de la fe", ese momento donde llegas al punto de cuestionarte si realmente estás dispuesto a dejarlo todo por seguir a tu Redentor, PERO, en los versículos siguientes Jesús hace una afirmación muy importante:
Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos».
Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?».
Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible».
Mt 19, 24-26
Y cuanto más se quebranta la carne por la aflicción, tanto más se fortifica el espíritu por la gracia interior. Y algunas veces se conforta tanto con el afecto a la tribulación y adversidad por el amor y conformidad con la cruz de Cristo, que no quiere estar sin dolor y penalidad, porque se tiene por tanto más acepto a Dios, cuanto mayores y más graves cosas pudiere sufrir por Él. Esto no es virtud humana, sino gracia de Cristo, que tanto puede y hace en la carne frágil, que lo que naturalmente el hombre siempre aborrece y huye, lo acometa y acabe con fervor de espíritu.
No es propio de la humana condición, amar la cruz, castigar el cuerpo y sujetarle a servidumbre, huir los honores, sufrir de grado las injurias, despreciarse a sí mismo y desear ser despreciado, tolerar todo lo adverso con daño y no desear cosa de prosperidad en este mundo. Si te miras a ti, no podrás por ti cosa alguna de éstas; mas si confías en Dios, Él te dará fortaleza celestial y hará que te obedezca el mundo y la carne, y no temerás al demonio si estuvieres armado de fe y señalado con la cruz de Cristo.
Disponte, pues, como bueno y fiel siervo de Cristo para llevar varonilmente la Cruz de tu Señor, crucificado por amor tuyo. Prepárate a sufrir muchas adversidades y diversas incomodidades en esta miserable vida, porque así estará contigo donde quiera que fueres y de verdad lo hallarás en cualquier parte donde te escondas. Así conviene, y no hay otro remedio para escapar de la tribulación de los males y del dolor, sino sufrir. Bebe con afecto el cáliz del Señor si quieres ser su amigo y tener parte con Él. Remite a Dios las consolaciones y haga Él con ellas lo que más le pluguiere. Pero tú disponte a sufrir las tribulaciones y estímalas por grandes consuelos; porque no son condignas las penalidades de este tiempo para merecer la gloria venidera, aunque tú solo pudieses sufrirlas todas.
Cuando llegares a punto que la aflicción te sea dulce y gustosa por amor de Cristo, piensa entonces que vas bien porque hallaste el paraíso en la tierra. Mientras te parezca penoso el padecer y procures huirlo, cree que vas mal, y donde quiera que fueres te seguirá el rastro de la tribulación.
Si te dispones para hacer lo que debes, conviene a saber, sufrir y morir, luego te irá mejor y hallarás paz. Y aunque fueres arrebatado hasta el tercer cielo con San Pablo, no estarás por eso seguro de no sufrir alguna contrariedad. Yo, dice Jesús, le mostraré cuántas cosas le convendrá padecer por mi nombre. Luego, sólo te queda el padecer, si quieres amar a Jesús y servirle siempre.
Pluguiese a Dios que fueses digno de padecer algo por el nombre de Jesús. ¡Cuán grande gloria se te daría! ¡Cuánta alegría causarías a todos los Santos de Dios! ¡Cuánta edificación sería para el prójimo!, pues todos alaban la paciencia, aunque pocos quieren padecer. Con razón debías sufrir algo de buena gana por Cristo, cuando hay tantos que sufren más graves cosas por el mundo.
Ten por cierto que te conviene morir viviendo; y que cuanto más muere cada uno a sí mismo, tanto más comienza a vivir a Dios. Ninguno es apto para comprender las cosas celestiales si no se aviene a sufrir las adversidades por Cristo. No hay cosa a Dios más acepta, ni para ti en este mundo más saludable, que padecer gustosamente por Cristo. Y si te diesen a escoger, más debías desear padecer cosas adversas por Cristo, que ser recreado de muchas consolaciones; porque en esto le serías más semejante, y más conforme a todos los santos. Pues no está nuestro merecimiento, ni la perfección de nuestro estado en disfrutar muchas suavidades y consuelo, sino en sufrir grandes penalidades y tribulaciones.
Porque si alguna cosa fuera mejor y más útil para la salvación de los hombres que el sufrir, Cristo lo hubiera declarado con su palabra y ejemplo; pues manifiestamente exhorta a sus discípulos, que lleven la Cruz y les dice: Si alguno quisiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Así que, leídas y bien consideradas todas las cosas, sea ésta la conclusión: Que por muchas tribulaciones nos es necesario entrar en el reino de Dios.
Tomás de Kempis, La Imitación de Cristo.