QUE DICE EL CATOLICISMO ROMANO:
Cielo e infierno se definen por la presencia o el vacío de Dios, no por llamas y crujir de dientes ni por beatíficos angelitos alados. Esa es la enseñanza de Juan Pablo II, en su catequesis.
Nadie se va a ir a quemar ninguna parte de su cuerpo al infierno. Ni va a flotar etéreo sobre la bóveda celeste entre angelitos con alas. Porque, sencillamente, cielo, infierno y purgatorio no existen como lugares físicos.
Que tales afirmaciones puedan producir alivio a los pecadores, pero también ansiedad entre quienes se creen salvos o en camino a estarlo, debe explicarlo la Iglesia Católica. Y el Papa Juan Pablo II pareciera aceptarlo.
La inmaterialidad de cielo, infierno y purgatorio fueron el eje de sus declaraciones en las audiencias generales que se levantaron en el Vaticano.
Se debe partir del principio de que no se trata de declaraciones infalibles, de esas de las que la iglesia hace uso --la última fue de Pío XII sobre la ascención de la Virgen María, emitida en 1952-de tiempo en tiempo, sino de la ampliación de conceptos doctrinales. Sin embargo, el Pontífice nunca habla a título personal; él es la organización, es la cabeza de la Iglesia Católica.
¿Por qué hablar de todo esto al terminar el siglo? La jerarquía eclesiástica local no considera ni revolucionarias ni de vanguardia las opiniones de Juan Pablo II, sino, por el contrario, estiman que son la reiteración de una doctrina conocida.
En otros sectores son recibidas como un valioso esfuerzo por "despojar la doctrina de elementos de la estética de la antigüedad cristiana y del imaginario medieval con los que se ha tratado el tema de las postrimerías: muerte, juicio, infierno y gloria", según Miguel Picado, director de la escuela Ciencias de la Religión, de la Universidad Nacional (UNA). Incluso, algunos más liberales las califican de tímidas, pues no profundizan ni cuestionan las nociones de diablo y mal, como deberían.
No hay una sola respuesta pero sí se perfilan algunos indicios que permiten intuir que las declaraciones forman parte de la estrategia de este papado.
Juan Pablo II inauguró su audiencia general para verter otras declaraciones impactantes.
Entre otras cosas, pidió perdón por las divisiones entre cristianos: "Cuando es cuestionada por una seria investigación histórica, la Iglesia siente el deber de reconocer la culpa de sus propios miembros y pedirle perdón a Dios y a sus hermanos''.
Además, agregó que la Iglesia, "junto con sus aspectos positivos, reconoce los límites y las debilidades humanas de varias de las generaciones de los discípulos de Cristo''.
No es la primera vez que Juan Pablo II pide perdón. Ya lo había hecho anteriormente por los crímenes contra los protestantes durante la Contrarreforma; por el comercio de esclavos; por no hacer nada contra el holocausto judío, y por la Inquisición.
El teólogo Francisco Avendaño, fundador del Instituto Teológico de Centroamérica, profundiza en esta línea. "¡Juan Pablo II ha sido bastante conservador, pero a veces sale con unas declaraciones geniales! Pueda ser porque, últimamente, escogió como asesores a un polaco y a un alemán (Blumemberg), hombres brillantes y de vanguardia, que podrían estar tras esto", afirma.
Ni espacio ni tiempo
Parece estar claro que, desde el punto de vista doctrinario, Su Santidad no dijo absolutamente nada nuevo. Desde mitad del siglo pasado, los teólogos ya habían dilucidado el verdadero sentido de la retórica bíblica.
¿Por qué, entonces, se ha sorprendido el mundo católico?
Monseñor Arrieta arguye que se debe a la obligada diferencia entre la doctrina y la metodología empleada para enseñarla.
La doctrina sostiene y predica que el alma o espíritu es inmaterial y, como tal, no ocupa espacio ni tiempo. Si al final de la existencia se ha vivido de acuerdo con las normas establecidas, se recibirá como premio estar en la presencia de Dios; si no, se permanecerá eternamente en su ausencia... y punto.
Eso debería y es suficiente argumento para aspirar al bien y no al mal; para buscar a Dios por él y no por temor al diablo, explica monseñor.
Ahora bien, cómo se ha enseñado esa doctrina es el punto de discordia.
Somos herederos del judaísmo y de la cultura norafricana, con toda su simbología, explica Francisco Avendaño, fundador del Instituto Teológico de América Central (ITAC) y especialista en símbolos. "Todos estos son conceptos reorganizados a partir de los siglos III y IV, dentro de la tradición iraní y de Zoroastro".
La Biblia hace uso de esa simbología, de esa retórica que corresponde a sus momentos históricos, insisten los teólogos Catolicos.
Para Miguel Picado, el pensamiento de los cristianos y de otras líneas cristianas es interpretar el Infierno como una especie de justicia para los buenos y al diablo como una figura poderosa de lo que asumen los católicos. "A algunos grupos les suena bien que el diablo sea poderoso, porque se le puede endosar la culpa de los errores terrenales (adicciones, delincuencia, etcétera), pero también suena bien que quienes tengan más que otros, sean condenados", afirma.
El padre Minor de Jesús Calvo, voz simbólica de radio María, dice querer desmitificar para sus radioescuchas esas ideas. "El diablo no es un ser monstruoso con tridente y cachos. Ni el infierno tiene fuego. Es más, coincido con quienes piensan en la duda teológica de que quizá sabemos quiénes están en el cielo pero nadie, ni el Papa puede afirmar que una sola persona esté en el infierno o podría estar en él".
En efecto, en la declaración papal del 28 de agosto de 1999, Juan Pablo II dice: "La "damnación" (infierno eterno) queda como una real posibilidad, pero no podemos conocer, sin una especial revelación divina, si y cuáles seres humanos están efectivamente envueltos".
Calvo ve en las declaraciones del Papa un ejemplo más de la actualización permanente de la Iglesia Católica en términos doctrinarios . "Incluso va reconociendo que se puede morir cargado de heridas pero que existe una especie de clínica de sanación para ellas", añade.
Según el sacerdote, en los últimos años se han producido cambios importantes en la relación de la Iglesia con sus fieles. Calvo recuerda como antes se negaba el oficio fúnebre a quienes se habían suicidado, o la misa a los divorciados.
Relaciones de poder
Monseñor Arrieta interpreta las declaraciones papales como un tributo del Pontífice a la mayor comprensión de los conceptos doctrinarios por parte de los cristianos, algo que a su juicio no ocurría antes.
Desde el punto de vista de la Iglesia Luterana, su reverendo Erwin Baessler insiste en que ellos no han necesitado "aterrorizar a la gente. Si sus fieles (los del Papa) no han estado listos para entender esto, es culpa de su clero, pues desde hace un siglo los teólogos lo saben", dice.
Monseñor Arrieta considera que estas "metodologías" se han usado porque eran formas más fáciles de hacer comprender a la gente común la experiencia de un alma gloriosa o atormentada.
Baessler, por el contrario, ofrece una explicación más política. "Porque tienen miedo de perder el poder sobre sus fieles. Es ilógico, sus creyentes trabajan hoy en computadoras y todavía creen ideas de siglos pasados.
Quizá en América Latina, la competencia entre la Iglesia Católica y algunas Iglesias evangélicas hace que crean que causando terror en las almas las conservarán en sus filas, pero no es cierto".
Sin entrar siquiera a esbozar el tema teológico de la existencia del diablo, basta con afirmar el concepto básico en el que coinciden todos los grupos: el diablo no nos condena, es nuestra libre elección.
Cielo e infierno ticos
"Si no superamos el concepto de Dios-juez vamos contra la cultura moderna, nos acabamos como Iglesia", sentencia el teólogo Francisco Avendaño.
Varios datos parecen no querer decepcionarlo. Cincuenta laicos que desean aprender más sobre su fe, están matriculados ya en el recién inaugurado diplomado en Teología para laicos de la UNA.
Una encuesta realizada por esta universidad en el colegio Samuel Saénz Flores, de Heredia, le devuelve la esperanza a los teólogos. Según la consulta, los muchachos mostraron una religiosidad mucho más grande, "sana" y, de alguna manera, racional, de la que se podría esperar.
Aunque los resultados no están todavía tabulados, un adelanto muestra que las opiniones reflejan una visión más benevolente de Dios que la que mostraron los costarricenses en una encuesta de la firma Demoscopía, celebrada en marzo de 1996.
En esta oportunidad, a pesar de que solo el 42 por ciento dijo asistir a misa todos los domingos, el 87 por ciento reconoció que Dios "ama, cuida y escucha"; el 95 por ciento dijo que rezaba para "dar gracias a Dios", y el 73 por ciento creía que ganar el cielo valía la pena.
Apenas la mitad de los católicos reveló creer en el purgatorio y un 66 por ciento opinó lo mismo en cuanto al infierno. Estas cifras aumentan cuando se trata de cristianos evangélicos, excepto en el caso del purgatorio, que es parte del dogma católico.
Si bien acepta el valor de las declaraciones papales, Miguel Picado no apuesta mucho a que serán difundidas con todo despliegue por las iglesias nacionales.
El arzobispo de San José ofrece dar una directriz a la Comisión de Catequesis y a los sacerdotes para que en sus prédicas expliquen las palabras de Juan Pablo II. El padre Minor asegura que inaugurará pronto un programa de 10 minutos diarios en radio María dedicado a temas doctrinarios.
Desde su perspectiva, el pastor Rónald Naranjo intuye un eventual impacto negativo de las palabras de Juan Pablo II. "Con todo respeto, tomando en cuenta el alto porcentaje de no practicantes, esas declaraciones abren puertas para que las personas se desenfrenen. El costarricense es renco, y si lo empujan, se lanzará al libertinaje".
Azufre y cúmulos
En todas las culturas, han sido los artistas quienes han "materializado" lo que sus sociedades sentían, intuían o creían. Por eso asumieron los vitales y vehementes símbolos religiosos como temas de sus obras. Con el paso del tiempo, sus "versiones" se volvieron íconos de aquellos conceptos.
Eso explica el porqué nos imaginamos el cielo y el infierno como los pintó Miguel Angel en la Capilla Sixtina, o como los describió el Dante en la Divina Comedia, o como nos lo contó Mefistófeles en las distintas versiones del Fausto... aún sin haber visto ni leído esas obras.
En todos los casos se terminó en oscilaciones de "veneración" a dichas propuestas artísticas o artesanales, a las cuales se les dotaba incluso de poderes mágicos porque eran lo más cercano que se podía tener a la razón popular.
De inmediato pensamos en el Antiguo Testamento y en la ira de Moisés al ver a su pueblo venerando un becerro de oro. Y, sin ir más lejos, ¡todos recordamos a alguna tía con el San Antonio a cuestas!
La guerra y la persecución entre los partidarios de los ídolos (iconófilos) y sus adversarios (iconoclastas) nos mostraron piras de imágenes cercenadas.
La imaginería casi no ha cambiado sus nociones básicas desde hace miles de años. Se generalizó tanto como lo permitió la copia anónima, hasta crear la ilusión de que se operaba una clonación de los poderes de la imagen en cada ejemplar. La imaginería r --sea ortodoxa o romana-- ha sido rica en motivos, fuerza expresiva y poder simbólico. Las ilustraciones de este artículo son ejemplo de la afición, destreza e imaginario artístico de los temas religiosos.
En todo el conglomerado de creaciones con motivos religiosos, muchas de ellas no llevan señal alguna de la autoría, pero ¿quién necesita una para poder recordar la estremecedora imagen de la Virgen del Carmen sacando almas del purgatorio?
Sin novedad
Monseñor Román Arrieta reconoce que las imágenes tenebrosas del infierno dejaron cicatrices de "culpa" y la idea del Dios vengador
- -¿Son de vanguardia o ruptura las declaraciones papales?
- No son nada nuevo. Desde que estudiamos en el Seminario nos enseñaron esos principios: el alma es inmortal; es una potencia espiritual y, como tal, no es susceptible de ocupar espacios ni tiempos.
- Si esto es viejo, ¿por qué siguió utilizando la Iglesia las imágenes de nubes en el cielo y llamas en el infierno?
- Para que la gente común pudiera imaginarse lo que experimentaría un espíritu glorificado o atormentado. Se usaron como instrumentos pedagógicos, pero las personas informadas sabían que eran solo eso.
- ¿Debemos entonces agradecerle al Papa que piense que ahora la gente común sí puede entender y pensar?
- El Santo Padre está haciendo un tributo a una humanidad que hoy se encuentra en una coyuntura diferente. No es que la Iglesia haya querido tener estas ideas ocultas hasta ahora, ni que hubiera querido engañar con ellas. Es que la humanidad ya no necesita de esas muletas o ilustraciones hermosas y tenebrosas para entenderlas. Ahora se pueden decir las cosas como realmente son.
- ¿Reconoce la Iglesia el daño causado a generaciones con la estimulación de la "culpa" y la creación de la idea de un Dios vengador y juez?
- Hay que distinguir entre doctrina y metodología. La doctrina siempre ha insistido en que Dios es amor y misericordia y que no castiga sino que somos nosotros quienes elegimos no ganarnos su premio. Ahora, es posible que en algunas personas menos ilustradas pudiera haberse creado, sin desearlo, cierta sensación de horror o la idea de un Dios vengador, pero la catequesis moderna debe insistir en el Dios-amor.
- ¿Qué directrices dará, como sacerdote de la iglesia local, para difundir las declaraciones papales?
- Por la vía de la Comisión de Catequesis y la predicación. Habrá que insistir en los libros de catecismo.
Otros cielos e infiernos
Si bien el concepto de purificación --para llegar a un estadio superior de la conciencia-- es común en la mayoría de las religiones, no tendría gracia llegar a él con todos los pecados. En general, las tradiciones religiosas orientales distan bastante de nuestra concepción de xielo e infierno.
En unos casos, como el hinduísmo, la purificación se da en las vidas sucesivas que nos tocaría vivir para expiar los errores pasados. En otros, como las tradiciones más orientales, la realización se produce cuando encontramos en nosotros, a través de un profundo proceso reflexivo y contemplativo, la "chispa" divina.
"La búsqueda de lo trascendente en Oriente es psicológica dentro de cada uno, para encontrar la similitud con su Dios", explica el teólogo Francisco Avendaño. "En el mundo Occidental, la diferencia entre Creador-criatura hace necesarios "puentes". El ser humano es tan vulnerable que necesita de la intervención divina para salvarse; ese es el origen de la purificación. Las nociones de premio y castigo después de la muerte pertenecen a las religiones surgidas alrededor del Mediterráneo".
El Nirvana del budismo se diferencia de nuestro Cielo en que aquellos se lo imaginan como un estadio desprovisto de cualquier deseo, interés o necesidad. En cambio, para nosotros es el deseo completo y satisfecho de estar en presencia de Dios.
CONCLUSION.
Definitivamente a esta humanidad le falta volverse a la palabra de Dios. y constatar en ella que el Infierno y el Cielo si son reales.