No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Gálatas 6:9
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HACER BIEN
"Hacer bien":
todo verdadero creyente es exhortado a esmerarse en ello.
Tiene ante él el ejemplo del Señor Jesús, su Salvador,
quien en la tierra iba de lugar en lugar "haciendo bienes".
En su discurso ante el centurión Cornelio (Hechos 10:38),
el apóstol Pedro lo recuerda y, en su primera epístola, invita
a sus hermanos a practicar el bien, siguiendo a Jesús,
el perfecto modelo.
Hacer bien sin cansarse es, pues, el deber del cristiano
en un mundo donde hay tanto egoísmo y la búsqueda de los propios
intereses es tan vehemente; prueba de ello son los incesantes
conflictos entre los pueblos y los individuos.
El creyente no debe olvidar que es objeto de la infinita gracia
de Dios para con el hombre pecador.
Si la aprecia verdaderamente, lo mostrará a través de su presteza
a dar y a servir a su prójimo.
¿Aspiramos a tener más alegría?
Experimentaremos que cada vez que procuremos aliviar la suerte
de nuestros semejantes, ayudemos a los menos favorecidos
y visitemos a los aislados y enfermos,
entonces nuestra propia carga se hará más liviana.
Ese contacto con el sufrimiento, con las miserias físicas o morales
nos hará más conscientes de nuestros privilegios
y nos animará a perseverar con amor en el importante servicio
de la oración y del amor.
"Quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras" (Tito 3:8).
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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HACER BIEN
"Hacer bien":
todo verdadero creyente es exhortado a esmerarse en ello.
Tiene ante él el ejemplo del Señor Jesús, su Salvador,
quien en la tierra iba de lugar en lugar "haciendo bienes".
En su discurso ante el centurión Cornelio (Hechos 10:38),
el apóstol Pedro lo recuerda y, en su primera epístola, invita
a sus hermanos a practicar el bien, siguiendo a Jesús,
el perfecto modelo.
Hacer bien sin cansarse es, pues, el deber del cristiano
en un mundo donde hay tanto egoísmo y la búsqueda de los propios
intereses es tan vehemente; prueba de ello son los incesantes
conflictos entre los pueblos y los individuos.
El creyente no debe olvidar que es objeto de la infinita gracia
de Dios para con el hombre pecador.
Si la aprecia verdaderamente, lo mostrará a través de su presteza
a dar y a servir a su prójimo.
¿Aspiramos a tener más alegría?
Experimentaremos que cada vez que procuremos aliviar la suerte
de nuestros semejantes, ayudemos a los menos favorecidos
y visitemos a los aislados y enfermos,
entonces nuestra propia carga se hará más liviana.
Ese contacto con el sufrimiento, con las miserias físicas o morales
nos hará más conscientes de nuestros privilegios
y nos animará a perseverar con amor en el importante servicio
de la oración y del amor.
"Quiero que insistas con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras" (Tito 3:8).
© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)