HABLAN DE DIOS SIN DIOS
Estimado redactor de ECR, siempre me gusta leer cosas nuevas sobre temas viejos. En algunas de las páginas de su revista percibo allá a lo lejos como un "Alguien" distinto. Yo no me confieso católico ni protestante ni de ninguna otra religión.
Pero me gusta analizar la presencia de distintos lideres religiosos en su entorno social. El Papa me parece un hombre lleno del poder de su propia religión, pero vacío de un mensaje vital, capaz de cambiar la existencia del hombre. Mas bien, le veo como faro de la gloria de su propia religión, que se resiste a perder su gloria mundial. Esto me lo muestra cuando le veo con esas vestimentas de otro tiempo y rodeado de sus principales, aplaudido y venerado por sus fieles.
Otro tanto me muestran los patriarcas de la iglesia ortodoxa enfrascados en sus vestimentas plagadas de insignias, que sólo usan como muestra de poder y para su propia gloria.
Si miro a los líderes de las iglesias protestantes que se presentan en televisión o en recintos multitudinarios, parece más un espectáculo de variedades, donde el líder usando el nombre de Dios se glorifica a sí mismo, y busca el clamor de otros muchos para seguir su obra triunfal.
¿Sabe, qué es, lo que más me sorprende de todo esto?, que, los unos y los otros, hablen de Dios sin Dios. Esto lo digo, partiendo de lo que dice el Evangelio. Allí se muestra un Jesús en Dios, y en nada se parece el Dios y el Jesús del Evangelio, al Dios y al Jesús del que hablan todos esos lideres religiosos.
Yo, sinceramente, no encuentro al Jesús del Evangelio en las iglesias que se llaman cristianas. Esto puede sonar un poco fuerte, pero es mi punto de vista.
Si me decidí a escribirle, es sencillamente porque veo en su revista rasgos claros del Jesús de la Biblia. Yo no quiero vivir de fantasías religiosas. Necesito encontrar el rostro sereno y amigo del Jesús del Evangelio. Para fracaso mío, hasta el día de hoy, no lo he encontrado.
Le vuelvo a repetir, me repatea tanta hipocresía religiosa, tanto "ego" cargado de gloria humana, tanta frialdad legalista, tanto hablar de Dios para vivir como hombres corruptos.
Yo no puedo creer en el "dios" de esos religiosos, con el sobrenombre de "cristianos". Prefiero la soledad y el silencio de mi alma que el clamor de su enmohecida religiosidad.
Ruego me disculpe, si mis expresiones no han sido las adecuadas, pero sólo busco poner en claro mis ideas.
Reciba un saludo,
P.S.C.
RESPUESTA:
Cuando leía esta carta, me vino a la mente un artículo publicado en un folleto titulado "Firmes Hasta El Fin" que dirige el pastor Peter Neuhaus. El artículo en cuestión se titula: "Cuando nuestra "santidad" oculta al Señor Jesús". En dicho artículo se dice: "La vieja naturaleza nos quiere hacer santos sin la ayuda de Cristo. Lo hace con el fin de que no la hagamos morir (Col. 3:5), y para impedir que se manifieste la gloria de Cristo Jesús. Nos promete una santidad que posee gran aceptación en el mundo. ...Pero el problema comienza cuando el viejo hombre echa mano de estos reflejos celestiales para aparentar y disfrazarse con el brillo de la santidad de Dios. Es como si un peral inútil se adornase con numerosas peras bonitas de plástico. Esto no sería otra cosa que una falsedad en mayúscula. Todo lo que el hombre hace de sí es pecado. Los que hacen un total esfuerzo para aparentar la santidad son los que más necesidad sienten de esconder sus pecados... Un santo actúa santamente (=apartado, escondido, cubierto), aborreciendo estos fulgores artificiales del viejo hombre que no deja de llamar la atención para exhibir "su" santidad".
Esto nos demuestra que hay mucha gente dentro de las iglesias, de las que habla nuestro lector, que también sienten esa misma inquietud ante el afán de los líderes religiosos por buscar su propia gloria o la de su iglesia. Es algo muy natural, pero que demuestra un total desconocimiento de Jesús de Nazaret. Él nos dice sin reparos: "Gloria de los hombres no recibo. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?" (Juan 5:41-43).
Mal pueden representar a Jesús los líderes que van por el mundo recibiendo gloria de los hombres. Más aun, Jesús mismo les pregunta a esos líderes, que dicen hablar en su nombre: "¿Cómo podéis vosotros creer?"
Los que buscan la gloria de Dios, saben muy bien que hasta que Cristo, nuestra vida, se manifieste, no seremos manifestados con Él en gloría (Col. 3:4). Todas esas manifestaciones gloriosas de los líderes religiosos contradicen la Palabra de Dios, y "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29).
El único que puede llenar el vacío de nuestra vida, mejor dicho de nuestra muerte, es Cristo porque Él es la Vida. Sólo nos pide que creamos en Él, que le aceptemos como nuestro íntimo y personal Salvador, depositando toda nuestra confianza en Él. Lo sorprendente es que, creas en Él o no creas, Él Mismo se entregó a la muerte por ti. ¿Cómo no te va dar la vida y paz, y llenarte con Su Espíritu, si tú crees en Él? No mires al hombre, sea éste religioso o no. "Pon los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe" (Hebreos 12:2).
http://www.epos.nl/ecr/
Estimado redactor de ECR, siempre me gusta leer cosas nuevas sobre temas viejos. En algunas de las páginas de su revista percibo allá a lo lejos como un "Alguien" distinto. Yo no me confieso católico ni protestante ni de ninguna otra religión.
Pero me gusta analizar la presencia de distintos lideres religiosos en su entorno social. El Papa me parece un hombre lleno del poder de su propia religión, pero vacío de un mensaje vital, capaz de cambiar la existencia del hombre. Mas bien, le veo como faro de la gloria de su propia religión, que se resiste a perder su gloria mundial. Esto me lo muestra cuando le veo con esas vestimentas de otro tiempo y rodeado de sus principales, aplaudido y venerado por sus fieles.
Otro tanto me muestran los patriarcas de la iglesia ortodoxa enfrascados en sus vestimentas plagadas de insignias, que sólo usan como muestra de poder y para su propia gloria.
Si miro a los líderes de las iglesias protestantes que se presentan en televisión o en recintos multitudinarios, parece más un espectáculo de variedades, donde el líder usando el nombre de Dios se glorifica a sí mismo, y busca el clamor de otros muchos para seguir su obra triunfal.
¿Sabe, qué es, lo que más me sorprende de todo esto?, que, los unos y los otros, hablen de Dios sin Dios. Esto lo digo, partiendo de lo que dice el Evangelio. Allí se muestra un Jesús en Dios, y en nada se parece el Dios y el Jesús del Evangelio, al Dios y al Jesús del que hablan todos esos lideres religiosos.
Yo, sinceramente, no encuentro al Jesús del Evangelio en las iglesias que se llaman cristianas. Esto puede sonar un poco fuerte, pero es mi punto de vista.
Si me decidí a escribirle, es sencillamente porque veo en su revista rasgos claros del Jesús de la Biblia. Yo no quiero vivir de fantasías religiosas. Necesito encontrar el rostro sereno y amigo del Jesús del Evangelio. Para fracaso mío, hasta el día de hoy, no lo he encontrado.
Le vuelvo a repetir, me repatea tanta hipocresía religiosa, tanto "ego" cargado de gloria humana, tanta frialdad legalista, tanto hablar de Dios para vivir como hombres corruptos.
Yo no puedo creer en el "dios" de esos religiosos, con el sobrenombre de "cristianos". Prefiero la soledad y el silencio de mi alma que el clamor de su enmohecida religiosidad.
Ruego me disculpe, si mis expresiones no han sido las adecuadas, pero sólo busco poner en claro mis ideas.
Reciba un saludo,
P.S.C.
RESPUESTA:
Cuando leía esta carta, me vino a la mente un artículo publicado en un folleto titulado "Firmes Hasta El Fin" que dirige el pastor Peter Neuhaus. El artículo en cuestión se titula: "Cuando nuestra "santidad" oculta al Señor Jesús". En dicho artículo se dice: "La vieja naturaleza nos quiere hacer santos sin la ayuda de Cristo. Lo hace con el fin de que no la hagamos morir (Col. 3:5), y para impedir que se manifieste la gloria de Cristo Jesús. Nos promete una santidad que posee gran aceptación en el mundo. ...Pero el problema comienza cuando el viejo hombre echa mano de estos reflejos celestiales para aparentar y disfrazarse con el brillo de la santidad de Dios. Es como si un peral inútil se adornase con numerosas peras bonitas de plástico. Esto no sería otra cosa que una falsedad en mayúscula. Todo lo que el hombre hace de sí es pecado. Los que hacen un total esfuerzo para aparentar la santidad son los que más necesidad sienten de esconder sus pecados... Un santo actúa santamente (=apartado, escondido, cubierto), aborreciendo estos fulgores artificiales del viejo hombre que no deja de llamar la atención para exhibir "su" santidad".
Esto nos demuestra que hay mucha gente dentro de las iglesias, de las que habla nuestro lector, que también sienten esa misma inquietud ante el afán de los líderes religiosos por buscar su propia gloria o la de su iglesia. Es algo muy natural, pero que demuestra un total desconocimiento de Jesús de Nazaret. Él nos dice sin reparos: "Gloria de los hombres no recibo. ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?" (Juan 5:41-43).
Mal pueden representar a Jesús los líderes que van por el mundo recibiendo gloria de los hombres. Más aun, Jesús mismo les pregunta a esos líderes, que dicen hablar en su nombre: "¿Cómo podéis vosotros creer?"
Los que buscan la gloria de Dios, saben muy bien que hasta que Cristo, nuestra vida, se manifieste, no seremos manifestados con Él en gloría (Col. 3:4). Todas esas manifestaciones gloriosas de los líderes religiosos contradicen la Palabra de Dios, y "es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29).
El único que puede llenar el vacío de nuestra vida, mejor dicho de nuestra muerte, es Cristo porque Él es la Vida. Sólo nos pide que creamos en Él, que le aceptemos como nuestro íntimo y personal Salvador, depositando toda nuestra confianza en Él. Lo sorprendente es que, creas en Él o no creas, Él Mismo se entregó a la muerte por ti. ¿Cómo no te va dar la vida y paz, y llenarte con Su Espíritu, si tú crees en Él? No mires al hombre, sea éste religioso o no. "Pon los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe" (Hebreos 12:2).
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