!HA RESUCITADO!
!Oh Roma soberbia! y, !oh incrédulo Sanedrín! Creíste que una piedra asegurada podría sellar la tumba prestada y detener el poder de Dios. Miles de piedras y miles de guardianes, no podían haber asegurado aquella puerta. Del mismo modo podrías haber apilado hojas secas para detener el Euclidon!
El primer día de la semana, a la salida del sol, aquellas mujeres fieles y devotas fueron al sepulcro. Al acercase a aquel lugar santo, se preguntaban: !Quien nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero se produjo un gran terremoto y ángeles cuyo rostro brillaban como el rayo bajaron y quitaron la piedra y anunciaron la verdad solemne, sagrada, de que Cristo había resucitado.
Ningún mortal fue divinamente puro para pronunciar primero esas grandiosas palabras, en voz de ángeles se escucho fiel, un testimonio de Cristo, !El Señor venció la muerte! No esta aquí, la tumba esta vacía. Venid y comprobadlo. !El Señor de la vida sobre la muerte ha ganado la triunfal victoria!
Aquellas mujeres, aparentemente la primeras en oír las alegres y gozosas nuevas, recibieron el mandato de parte de los ángeles de ir a informas a Pedro y a los otros apóstoles. De esta manera, por designio del Salvador, se inicio una serie de pruebas para sus discípulos. En aquel entonces, como hoy en día, la verdad fue establecida primero mediante testimonio, luego por confirmación. Y !oh, como debe haber exigido de su fe aquella prueba! Fueron invitados a aceptar el concepto de la resurrección cuando para ellos la resurrección no tenia precedente histórico. Poco nos sorprende que cundo los discípulos oyeron por primera vez la buenas nuevas, se esforzaron en creer. Pero las semillas de la esperanza y de la fe estaban plantadas en su corazón mediante los testimonio de los mayores y de otros. Difícil como era, y aunque para ellos el concepto de una resurrección desafiaba toda lógica y experiencia, no permitieron que aquellas semillas de fe y de esperanza muriesen.
Y asi, después que su fe fue seriamente puesta a prueba, recibieron el glorioso testimonio que deseaban.
Nuestro Señor predijo en forma definitiva su resurrección de los muertos al tercer día; y los ángeles en el sepulcro asi como el propio Señor resucitado verificaron el cumplimiento de las profecías, y asi lo ratificaron los apóstoles en años posteriores.
Como Jesucristo salió de la tumba el primer día de la semana, y para conmemorar ese día y tener en memoria la gloriosa realidad de la resurrección, los apóstoles según fueron guiados por el Espíritu Santo, cambiaron el día de reposo al domingo. Que esta cambio tuvo aprobación divina lo sabemos, en la cual estamos conscientes del significado del 'Día del Señor' como tal y establece que es lo que se deba hacer y lo que no se debe hacer en ese día.
Los hombre que conocen a Jesucristo, que lo aman, viven sus mandamientos y obedecen sus verdaderas ordenanzas pueden, en esta vida, o en la venidera, ver su rostro y saber que El vive y estará en comunión con ellos.
Les invito a que indaguemos, estudiemos y escudriñemos mas. Yo testifico de estas verdades. Asi sea.
!Oh Roma soberbia! y, !oh incrédulo Sanedrín! Creíste que una piedra asegurada podría sellar la tumba prestada y detener el poder de Dios. Miles de piedras y miles de guardianes, no podían haber asegurado aquella puerta. Del mismo modo podrías haber apilado hojas secas para detener el Euclidon!
El primer día de la semana, a la salida del sol, aquellas mujeres fieles y devotas fueron al sepulcro. Al acercase a aquel lugar santo, se preguntaban: !Quien nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro? Pero se produjo un gran terremoto y ángeles cuyo rostro brillaban como el rayo bajaron y quitaron la piedra y anunciaron la verdad solemne, sagrada, de que Cristo había resucitado.
Ningún mortal fue divinamente puro para pronunciar primero esas grandiosas palabras, en voz de ángeles se escucho fiel, un testimonio de Cristo, !El Señor venció la muerte! No esta aquí, la tumba esta vacía. Venid y comprobadlo. !El Señor de la vida sobre la muerte ha ganado la triunfal victoria!
Aquellas mujeres, aparentemente la primeras en oír las alegres y gozosas nuevas, recibieron el mandato de parte de los ángeles de ir a informas a Pedro y a los otros apóstoles. De esta manera, por designio del Salvador, se inicio una serie de pruebas para sus discípulos. En aquel entonces, como hoy en día, la verdad fue establecida primero mediante testimonio, luego por confirmación. Y !oh, como debe haber exigido de su fe aquella prueba! Fueron invitados a aceptar el concepto de la resurrección cuando para ellos la resurrección no tenia precedente histórico. Poco nos sorprende que cundo los discípulos oyeron por primera vez la buenas nuevas, se esforzaron en creer. Pero las semillas de la esperanza y de la fe estaban plantadas en su corazón mediante los testimonio de los mayores y de otros. Difícil como era, y aunque para ellos el concepto de una resurrección desafiaba toda lógica y experiencia, no permitieron que aquellas semillas de fe y de esperanza muriesen.
Y asi, después que su fe fue seriamente puesta a prueba, recibieron el glorioso testimonio que deseaban.
Nuestro Señor predijo en forma definitiva su resurrección de los muertos al tercer día; y los ángeles en el sepulcro asi como el propio Señor resucitado verificaron el cumplimiento de las profecías, y asi lo ratificaron los apóstoles en años posteriores.
Como Jesucristo salió de la tumba el primer día de la semana, y para conmemorar ese día y tener en memoria la gloriosa realidad de la resurrección, los apóstoles según fueron guiados por el Espíritu Santo, cambiaron el día de reposo al domingo. Que esta cambio tuvo aprobación divina lo sabemos, en la cual estamos conscientes del significado del 'Día del Señor' como tal y establece que es lo que se deba hacer y lo que no se debe hacer en ese día.
Los hombre que conocen a Jesucristo, que lo aman, viven sus mandamientos y obedecen sus verdaderas ordenanzas pueden, en esta vida, o en la venidera, ver su rostro y saber que El vive y estará en comunión con ellos.
Les invito a que indaguemos, estudiemos y escudriñemos mas. Yo testifico de estas verdades. Asi sea.