«En el Señor me encuentro protegido.
¿Cómo se atreven a decirme:
«Huye a las montañas para protegerte»?
Los malvados han tensado sus arcos;
tienen preparadas las flechas
sobre las cuerdas para disparar
desde las sombras contra aquellos
que actúan con rectitud.
«La ley y el orden se han derrumbado»,
se nos dice. «¿Qué pueden hacer los justos?».
Pero el Señor está en su santo templo;
aún reina desde el cielo,
observa atentamente cuanto ocurre
y a cada ser humano aquí en la tierra.
Él pone a prueba al justo y al malvado;
aborrece a los que aman la violencia.
Derramará fuego y azufre
sobre los malvados y los abrasará
con su ardiente soplo.
Justo es Dios, y ama la justicia;
los justos verán su rostro.»
«El primer ángel tocó su trompeta,
y desde el cielo
cayeron granizo y fuego
mezclados con sangre.
Se quemó la tercera
parte de la tierra,
y también la tercera parte
de todos los árboles
y de toda la hierba.»