Glosolalia (en griego, glossa, 'lengua'; lalein, 'hablar'), término religioso para designar la práctica de hablar en un estado de éxtasis o trance y, en consecuencia, con un modelo de lenguaje diferente de los normalmente inteligibles.
Dos autores del Nuevo Testamento, Pablo y Lucas, indican que "el don de lenguas" era un elemento destacable de la vida de la primitiva Iglesia cristiana. El descenso del Espíritu Santo durante la primera vez que se festejó el Pentecostés siguiente a la primera Pascua constituyó el primer episodio de este don de lenguas (véase He. 2,1-42) en la Iglesia. Los miembros de la Iglesia fundada por Pablo en Corinto hablaban diversas lenguas y valoraban esta práctica mucho más que el propio Pablo (véase Cor. 12-14). En He. 19,2-7 se sugiere que los miembros de otras iglesias de Pablo experimentaban la glosolalia. Por otra parte, algunos pasajes del Antiguo Testamento —como 1 Sam. 19,20-21 y 1 Re. 18,28-29— hablan de profecías de los antiguos israelitas que recuerdan las prácticas recogidas en el Nuevo Testamento.
Lucas afirma que las lenguas en que los creyentes hablaron en Pentecostés eran idiomas extranjeros. Sin duda, este proceder tenía por objeto transmitir la predicación inteligible del Evangelio a las gentes de todas las naciones. Por otra parte, la glosolalia practicada en las iglesias de Pablo era una jerga ininteligible, dirigida a Dios y de utilidad para la congregación reunida sólo si podía interpretarla alguien que no fuera el hablante en trance.
El elemento coherente de las referencias que hace el Nuevo Testamento a la glosolalia es la creencia de que el Espíritu Santo hace que los cristianos posean el "don de lenguas", y que esta práctica es uno de los dones del Espíritu. Por ello, el don de lenguas se considera la manifestación de que el individuo está siendo guiado por el Espíritu. En consecuencia, la glosolalia ha surgido con reiteración en la historia del cristianismo, en especial entre los grupos que reaccionaban contra lo que percibían como un énfasis muy apoyado en la racionalidad y contra el consiguiente descuido en celebrar de la forma apropiada el papel del Espíritu Santo. En su acepción moderna, la glosolalia suele asociarse a los grupos predicadores protestantes como los pentecostalistas y adventistas. Sin embargo, otros exegetas la han criticado como síntoma de histeria o fenómeno hipnótico derivado del entusiasmo e incluso del fanatismo religiosos, y no la consideran un auténtico don espiritual.
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