Re: ¿ Fue Maria siempre Virgen ?
Me agrada mucho esta parte, quien tenga ojos para ver, que vea cuan importante y por sobre todo está la Biblia y para con todos:
Jesucristo es la Palabra de Dios hecha carne, la plenitud de la Revelación
9. «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo» (Hb 1,1 s.).
Los cristianos en general advierten la centralidad de la persona de Jesucristo en la Revelación de Dios. Pero no siempre saben comprender las razones de tal importancia, ni entienden en qué sentido Jesús es el corazón de la Palabra de Dios, y por lo tanto, también en la lectura de la Biblia, experimentan dificultad en hacer de ella una lectura cristiana.
Además, siempre a la luz de la Dei Verbum, se recordará que Dios ha querido tomar una iniciativa completamente imprevisible, la cual no obstante se ha cumplido: «Envió a su Hijo, la Palabra eterna, que alumbra a todo hombre, para que habitara entre los hombres y les contara la intimidad de Dios (cf. Jn 1,1-18). Jesucristo, Palabra hecha carne, "hombre enviado a los hombres", habla las palabras de Dios (Jn 3,34) y realiza la obra de la salvación que el Padre le encargó (cf. Jn 5,36; 17,4)».[19] De modo que Jesús en su vida terrena y ahora en su vida celeste asume y realiza todo el fin, el sentido, la historia y el proyecto que está dentro de la Palabra de Dios, puesto que, come afirma San Ireneo: «Cristo nos ha dado toda novedad dándose Él mismo a nosotros».[20]
Es pastoralmente importante, a la luz de Jesucristo, saber comprender, por analogía, la pluralidad de valencias que reviste la Palabra de Dios en la fe de la Iglesia, según el testimonio de la misma Biblia. La Palabra se manifiesta, en efecto, como la Palabra eterna en Dios, se refleja en la creación, asume un perfil histórico en los profetas, se revela en la persona de Jesús, resuena en la voz de los apóstoles, y hoy es proclamada en la Iglesia. Forma un todo, cuya clave de interpretación, a través de la inspiración del Espíritu Santo, es Cristo-Palabra. «La Palabra de Dios, que en el principio estaba con Dios, no es, en su plenitud, una multiplicidad de palabras; ella no es muchas palabras, sino una sola Palabra que abraza un gran número de ideas de las cuales cada una es una parte de la Palabra en su totalidad (...). Y si el Cristo alude a las "Escrituras", como aquellas que le dan testimonio, considera los libros de la Escritura un único volumen, porque todo lo que ha sido escrito de él es recapitulado en un solo todo».[21]Se percibe así una continuidad en la diferencia.
A esta riqueza de la Palabra, la Iglesia ofrece su esencial anuncio. La comunidad cristiana se siente generada y renovada por la Palabra de Dios, si la sabe comprender en Jesucristo. Pero también es verdad que la Palabra de Jesús (que es Jesús) debe ser comprendida, come Él mismo decía, según las Escrituras (cf. Lc 24, 44-49), o sea en la historia del pueblo de Dios del Antiguo Testamento, que lo ha esperado como Mesías, y ahora en la historia de la comunidad cristiana, que lo anuncia con la predicación, lo medita con la Biblia, experimenta su amistad y su guía en la vida. San Bernardo afirma que en el plan de la Encarnación de la Palabra, Cristo es el centro de todas las Escrituras. La palabra de Dios, ya audible en el Antiguo Testamento, se hizo visible en Cristo.[22]
SÍNODO DE LOS OBISPOS XII ASAMBLEA GENERAL ORDINARIA: LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA Y EN LA MISIÓN DE LA IGLESIA