Alvise ha resumido muy bien cómo va todo:
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Lo primero que tenemos que explicar a los medios y los políticos arribistas que se han anticipado a felicitarse como groupies en un concierto de rock, es que las elecciones todavía no han terminado. Incluso en el hipotético caso de que Trump hubiera concedido la victoria a Biden, que no lo es, las elecciones todavía no han terminado.
Y esto se debe a que los padres fundadores, se fiaban bastante poco del pueblo soberano, y dejaron escritas varios “checks and balances” que permitieran que no se produjera un pucherazo en toda regla como el que se pretende imponer ahora.
El proceso, que acaba el 20 de enero con el juramento en el Capitolio, tiene que pasar antes por la declaración de los colegios electorales de cada estado de los representantes en base a los resultados (no se ha producido todavía en ningún estado), el voto de dichos representantes del presidente (el próximo 14 de diciembre), la presentación a las Cámaras de dicho voto, y por último, el famoso juramento.
En ninguno de estos pasos, no dados a la fecha, consta que los medios de comunicación, que son empresas privadas con intereses privados, jueguen de ninguna manera un papel. Hay que reconocerles a los padres fundadores su mérito, viendo cómo todos y cada uno de ellos auguraba hasta el día antes una victoria aplastante por mínimo 10 puntos de Biden a Trump.
Aclarado el proceso y la relevancia de los medios, eliminado el ruido ambiente que provocan en todo esto, vamos a analizar exactamente la situación en la que nos encontramos ahora y los posibles escenarios que se nos presentan, sin apasionamientos y con la frialdad matemática y de la ley. Intentaré hacerlo comprensible, aunque a mi mente de ingeniero le guste perderse en estadísticas. Vamos allá.
Hay pedidos y concedidos recuentos en los estados de Georgia, Pennsylvania, Nevada, Wisconsin, Michigan y Arizona. Todo estos lugares entran en el margen del medio punto de diferencia que permite que los Estados Unidos se hagan cargo del coste del recuento, pero si no fuera así, el coste asciende a 3 millones de dólares por estado, que para Trump supone un precio bastante bajo por retrasar el recuento.
Se van a plantear varias demandas por fraude, hay un detenido en el Condado de Limestone (Tx) y en Pennsylvania un trabajador de UPS va a testificar ante el juez que sus supervisores estaban manipulando las fechas de los votos emitidos.
Además, ya se han puesto demandas en los tribunales federales contra los derechos civiles por la negativa de Pennsylvania y Georgia de permitir que observadores republicanos entraran en el conteo, especialmente las horas en que Biden pegó el espectacular subidón de votos, comiendose los 700 mil votos de ventaja que le llevaba Trump hasta ese momento.
Todo lo anterior, unido a que la presidencia de la Comisión Federal Electoral ha declarado que cree que hubo fraude, citando explícitamente que negar la entrada a los republicanos en el recuento es una violación de la ley.
Sigo. El sistema informático que se usa en el recuento de los estados swing, llamado Dominion, ofrece cientos de dudas, como ya denunciaron Amy Klobuchar, Elizabeth Warren y Ron Wydden en las primarias demócratas. Dudas, concretamente, relacionadas con la facilidad de manipular los resultados. Este sistema, Dominion, tiene una demanda en los tribunales de Georgia, donde el juez mostró su enorme preocupación por el daño potencial que podía suponer. El miércoles se encontró y se corrigió un error en el sistema en Michigan que otorgaba a Biden 3 mil votos de Trump.
Dominion se usa en 47 condados de Michigan. Y en 30 Estados de los 50 del país. Pero, sobre todo, Dominion es el software usado en todos y cada uno de los Estados “swing” en las elecciones presidenciales de 2020. Tienen en nómina lobbyistas demócratas como el ayudante de Nancy Pelosi, y trabaja con la Clinton Foundation para el proyecto DELIAN.
En estos momentos hay un ejército de estadistas informáticos investigando las cuatro técnicas para detectar fraude electoral, una es la Ley de Benford del primer dígito, la Ley Benford del segundo dígito, el test de Chi Cuadrado y el análisis de frecuencia del último dígito. Además están analizando series de Fourier, y la ley de porcentajes enteros. A la vez, están analizando algo muy obvio, y es a quién está favoreciendo el porcentaje de votos declarados ya inválidos, y su correlación con la pérdida de votos de su contrario. Nada de esto está ofreciendo buenas perspectivas para los demócratas.
La mayoría de los votos emitidos por Biden tienen una extraña coincidencia. Son votos para Biden pero para nadie más. Votaron por Biden pero no por Kamala Harris, ni por ningún congresista o senador. Básicamente votaron solamente una cosa por papeleta. Esto, estadísticamente ha venido ocurriendo una media de un 3% de los votos en todas las elecciones. Este año la media ha sido de más de un 18%.
Los republicanos, con el famoso y carismático exalcalde de Nueva York Rudy Giulliani al frente, están recogiendo miles de pruebas de todo lo anterior, y ya han anunciado una batería de demandas ante las cortes federales y la corte suprema.
Estos son los hechos. Pero ¿cuál es la estrategia?. No bastará simplemente con las demandas, concoer al partido republicano y especialmente a Donald Trump, es saber que van a hacer todo lo que esté legalmente en sus manos para impedir que, en sus palabras “les roben” las elecciones. Y aquí entramos en uno de los escenarios más probables.
Trump va a pedir al Departamento de Justicia una investigación exhaustiva, y éste lo hará, si nos basamos en el precedente del Fiscal General William Barr. Los Estados republicanos bajo la lupa se van a negar a entregar los resultados hasta que la investigación del Fiscal General acabe. Si los demócratas impugnan, acabará en la Corte Suprema. Todo esto, o movimientos similares, está amparado por la Ley.
Llega (y pasa) el 14 de diciembre, y, como no ha habido voto de los estados, la votación pasa a la Cámara de Representantes (recuerden aquello que les conté de los checks de los padres fundadores), donde cada representante tiene un voto. Los republicanos tienen 26, y los demócratas, 23. Quizá 24 si cae uno que está en liza.
Los republicanos votan a Trump. Trump renueva su presidencia.
No estoy diciendo que se vaya a producir exactamente así, pero todo lo que he contado es absolutamente legal y basado en la Constitución. Es uno de los muchos caminos que los republicanos pueden tomar para alcanzar la presidencia. Hay más, como la capacidad de Trump de invocar el Estado de Alarma en base a una posible interferencia de China en el software de recuento (ya hay rumores al respecto) y la colusión de intereses que, basándose en el escándalo de Hunter Biden, la posición de fuerza de Trump con China, y pedir una investigación, de nuevo, del Fiscal, y volvemos otra vez a la casilla de salida.
Todo ello teniendo claro que se están produciendo recuentos en todos los estados, y que es más que probable que en los próximos días se encuentren más pruebas de fraude, lo cual complicaría mucho la causa de Biden.
No pedimos a los medios que sean neutrales, ni siquiera a estas alturas les pedimos que sean prudentes. Ya sólo les pedimos que sean responsables a la hora de informar falsamente sobre un hecho que no se ha producido todavía (la elección de Biden). Al menos, que no mientan. Estas elecciones no han terminado, y como ven, están muy lejos de hacerlo, pero ellos mismos se pusieron el dogal y se ataron a su propia mentira cuando dieron por segura la victoria de los demócratas hace ya más de dos meses.
Hay partido, y el final lo pitará el árbitro, no el comentarista.