Finaliza
JESÚS DE NAZARETH – EL ÚNICO HIJO DE MARÍA
JESÚS DE NAZARETH - UN BUEN HIJO
Posiblemente, algún lector que haya tenido la amabilidad de leer hasta aquí el presente trabajo se estará preguntando: "Interesante; pero ¿qué tiene que ver con el título de este escrito?".
Pues bien. Creo que frente a toda esa realidad histórico—bíblica conviene repasar mentalmente los últimos instantes de vida del Señor en la cruz, para lo cual me permito transcribir el texto del Evangelio:
"Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa" (Jn.19,25-27).
Mucho se ha escrito sobre el significado que la "delegación de María" al discípulo amado por Jesús, posee como figura de su "maternidad sobre toda la humanidad", o "sobre la Iglesia".
De forma alguna es mi interés poner en tela de juicio tal interpretación, o cualquier otra que pueda elaborarse sobre el particular. Pero desde mi punto de vista creo que deberíamos también pensar en tal hecho como una faceta de algo bastante más simple.
El Cristo, pendiendo de la cruz, nota que la vida se le está escapando.
Sin duda quería entrañablemente a María, su madre, quien supo arrancarle casi a la fuerza el primer milagro que realizó públicamente en Caná.
Sabe que a partir de su muerte quedará desprotegida, y para evitar tal situación le pide a su discípulo "amado", al más fiel (o incluso, si se lo prefiere, hasta podríamos decir que lo hizo por ser el único que estaba allí, ya que fue capaz de acompañarlo hasta la cruz) que
la cuide como si fuese su propia madre.
Ahora bien; si Jesús hubiese tenido realmente otros "hermanos", tal preocupación difícilmente hubiese ocupado esos últimos instantes de su vida.
Por otra parte, no resulta razonable pensar que el Cristo le hubiese "adjudicado bonitamente" la persona de su madre (lo cual, recuerdo, implicaba fundamentalmente su "mantenimiento") a un extraño sin consultarlo previamente con sus "hermanos", y sin haber tenido su consentimiento.
Alguien, en el terreno de lo hipotético podrá tal vez argumentar, que tal situación podría haberse originado en la existencia de una "mala relación" entre María y los "hermanos" del Señor, situación que sería la causa de un distanciamiento de tanta magnitud, como para generar la "desprotección" que quería cubrir Jesús.
Honesta y sinceramente pienso que María debe haber sido
LA DULZURA, y realmente me resulta dificilísimo pensar siquiera en la posibilidad de que sus propios hijos (o, incluso, eventualmente las "nueras") no quisiesen atenderla.
Pero sobre todo creo que más inconcebible aún sería el caso de las eventuales "hijas", ya que al negarse su virginidad también se utiliza el argumento del texto que dice expresamente
"hermanas" (Mt.12,56).
Por otra parte sabemos que Santiago (o Jacobo) el "
hermano del Señor", pasa a ocupar un lugar sumamente importante en la Primera Comunidad Cristiana (Hc.12,17; 15,12) situación que muy difícilmente se hubiese podido producir, de haber "desatendido" la subsistencia de su propia madre.
Se podrá tal vez argumentar que Jesús lo hizo "por las dudas", es decir, pensando en que posiblemente sus "hermanos" también morirían, y que en ese caso su madre quedaría sin protección.
Sin embargo, de la lectura del pasaje que he trascripto, surge con claridad que María pasa a vivir con el discípulo
a partir de ese día, y no más adelante.
Sabemos que María al morir Jesús debía tener unos 50 años de edad, lo cual la transformaba en una "anciana" conforme las pautas de la época, dado que incluso había superado holgadamente el promedio de vida, situación que significaba la imposibilidad de volver a casarse.
Por otra parte en mi opinión no poseía bienes, ya que estoy convencido de que Jesús no se limitaba a "decir cosas", sino que
realmente vivía como afirmaba que debía hacérselo.
Es por eso que creo no tenía ni siquiera una casa, dado que pese a figurar en diversas oportunidades en el Evangelio que
"concurría a la casa" (Mc.7,19; 9,28; 10,10) también podemos encontrar al propio Jesús afirmando:
"Los zorros tienen su cueva y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza" (Mt.8,20).
Por otra parte resulta inconcebible pensar, que Jesús hubiese podido dar al "hombre rico" el consejo de vender sus bienes, y entregar el dinero a los pobres antes de seguirlo (Mc.10,20-22) si él hubiese conservado "su" propia casa.
Asimismo, interpreto que tal carencia de bienes surge con mucha claridad de la Segunda Carta a los Corintios, y que ese sería, precisamente, el significado del
"empobrecimiento personal" del Señor que cita Pablo, como un ejemplo para los cristianos de esa ciudad (2Cor.8,9).
En efecto; y sin pretender ingresar en el análisis de un tema que superaría por completo el objetivo de estas líneas, creo que por lo menos resulta
sumamente complejo asumir, que en aquellos primeros años del cristianismo el Apóstol se hubiese estado refiriendo al "misterioso empobrecimiento" que significaba la Hipóstasis, o Unión Hipostática (Dios "reducido" a la condición de hombre).
Finalmente diré, que en un afán de negar la Virginidad, no falta quienes discuten la “historicidad” de ese hecho, o afirman que sucedió porque posiblemente los hermanos y hermanas del Señor no estaban en ese momento en Jerusalén.
Pues bien; con respecto al primer aspecto les diré, que es obvio que quienes lo dicen no pertenecen a las Iglesias Reformadas, ya que éstos aceptan como real la “totalidad” de la Biblia.
Y sobre lo segundo me parece evidente que, al mencionar el Evangelio que el discípulo amado recibe desde ese momento a María, indica que lo hizo en forma permanente, y no meramente circunstancial.
Por consiguiente sólo me resta afirmar, que María, la doncella de Nazareth que dio voluntaria, libre y conscientemente el
SI al mensajero de Dios, aceptando el riesgo de una maternidad "prohibida" que podía haberle significado la muerte, tuvo un único hijo que fue el Señor Jesús.
ACOTACIÓN FINAL
Un amigo, que tuvo la gentileza de realizar una primera corrección a este trabajo me efectuó la siguiente advertencia: "¡Ojo! Esto prueba que Jesús es único hijo, pero no la Virginidad de María".
Y puede ser que así sea.
Pero al respecto debo aclarar dos cosas:
En primer lugar que tengo un gran aprecio por mis hermanos de las Iglesias Reformadas, con muchos de los cuales he compartido largas horas de reflexiones bíblicas, y si bien es cierto que puede existir alguno que esgrimiría tal tipo de argumentación, no tengo duda alguna de que la inmensa mayoría de ellos son completamente honestos en sus opiniones, por lo que estoy seguro que analizarán —y tendrán en cuenta— el sentido profundo de estas líneas.
Por otra parte, a lo largo de los años he ido aprendiendo sobre el normal (y hasta
yo diría legítimo) "aferrarnos a nuestras ideas", por lo cual sinceramente deseo expresar que
no he redactado este texto para convencer a nadie.
Simplemente
lo he escrito con el único objeto de explicar MI FE en la Virginidad de María, la cual surge, no de una mera enseñanza, de algo aprendido de chico basado en una antigua Tradición, sino
FUNDAMENTALMENTE de los textos bíblicos que, desde hace ya muchos años vengo leyendo con interés.
También contribuye no poco a ese convencimiento, mi experiencia y lecturas en el campo previsional, sector en el cual me desempeñé laboralmente durante más de 30 años.
Si a alguien pudiese prestarle alguna utilidad estas líneas me alegraría profundamente, ya que en parte contribuiría a saldar una antigua deuda que mantengo con la dulce María.
En efecto; desde muy chico he sentido hacia ella una
"especie de bronca o envidia", pues como una derivación de lo aprendido la veía como alguien "sin problemas", dado que por su particularísima situación, interpretaba que "estando sólo orientada al Bien" por haber sido liberada del pecado original, su vida debía haber transcurrido sin tener que afrontar las dificultades que tenemos todos.
Con el correr de los años, al asumir en mi vida el simple rol de padre de mis hijas, pude sentir en mi propio interior esa tremenda angustia que significa —frente a una sencilla enfermedad— la mera posibilidad de perder un hijo.
Y a raíz de eso, y mediante la lectura de la Biblia, al dimensionar por un lado el riesgo que significó su "maternidad de soltera", y fundamentalmente su drama como madre frente al hijo crucificado comencé a comprenderla mejor, y en lo posible procuro enmendar aquel error, a lo cual espero contribuyan estas líneas, aun estando plenamente convencido de que ella, en realidad, jamás me lo reprochó.
Esperando haber podido cumplir con lo prometido, les hago llegar mis cordiales saludos
MARANA-THA
Mario