EX CÁTHEDRA EVANGELICUS HABEMUS
Uno de los mayores peligros que acechan a los cristianos es la traslación de los resultados de nuestra exégesis bíblica a posiciones dogmáticas.
Nunca como ahora podemos ver tantas posturas encontradas, situaciones violentas o retiros voluntarios adoptados como actitud defensora de la verdad.
La tan manoseada frase de: "estamos en los últimos tiempos", suena como un estandarte defensor de las posturas de los "auténticos" cristianos, aunque nos recuerde mucho aquella frase del "Santiago y cierra España..."
No quiero, con estas letras, caer en error de hacer creer que el estudio personal de la Biblia es peligroso. Dios me libre de ello. Pero intentaremos analizar las posibles causas de este mal que nos inunda y que podríamos llamarle: "infabilidad cristiano-evangélica" o "ex cathedra evangelicus habemus".
Una de estas causas podría ser el teléfono directo con Dios. Algunos cristianos tenemos un Dios cómodo, actual, que posiblemente esta rodeado de comodidades y esta esperando a que metamos el dedo en algún libro de la Biblia para llamarnos personalmente y decirnos que nuestra exégesis es la única verdad revelada por El, y por lo tanto debemos hacerla creer a nuestros pobrecitos hermanos.
“Es un Dios que como lo conocemos hace bastante tiempo ha ido creciendo con nosotros y se ha quedado, más o menos, a nuestra altura (espiritual, se entiende). Nos lo presentaron el día de nuestra conversión: este es el Señor infinitamente bueno, sabio, poderoso, amigo, principio y fin de todas las cosas. Tanto gusto, el gusto es mío. Y entre estudios bíblicos descafeinados y exhortaciones anacrónicas nos hicimos enseguida una idea de como era, entrando, al cabo de los años, en una relación un poco especial, casi aburrida. Nos creamos un Dios plegable que cabría, sin grandes problemas, en la cajita de nuestras definiciones y conceptos.”
Otra causa podríamos llamarle el miedo a que se interrumpa la supervivencia cristiana o la defensa a ultranza de los "principios" doctrinales. Aquí la cosa es más complicada puesto que la mayoría que actuamos por esta causa estamos siguiendo una intención acertada, lo malo es la confusión que reina con lo que podríamos llamar "principios doctrinales".
Una gran mayoría de cristianos confundimos, con demasiada frecuencia, lo sagrado de lo profano. Me explico: lo sagrado es el ámbito en el que se inscriben todos los elementos que componen el hecho religioso., es una dimensión con la cual te miras al mundo. Toda realidad, persona, objeto, acto, culto, libro, etc., será, pues, sagrado en la medida que sirvan para ponernos en contacto con Dios.
De la misma manera toda realidad, persona, objeto, acto, culto, libro, etc., serán profanos si estos se interponen entre Dios y nosotros.
Lo realmente importante para nosotros es, desde luego, Dios.
La historia de muchos de nosotros está marcada por habernos gastado nuestra herencia en "hacernos un nombre" Gen. 11,4 para llevarlo en alto como si de un trofeo se tratara. Pero a la larga resulta incomodo llevarlo siempre intentándolo proteger. Ademas con los años se ha oxidado y muchos se han dado cuenta de que no era de oro sino de hojalata.
Dios lo merece todo de nuestra parte y no debemos, no podemos, asumir condicionamientos tradicionales que limiten nuestra experiencia de fe en el Señor.
Debemos abandonar ciertas cosas para permitir que otros aspectos de nuestra vida cristiana lleguen a florecer. El abandonar ciertas formas seguras de vida cristiana frecuentemente causa dolor, pero es necesario para permitir que aparezcan nuevos y más creativos estilos de vida.
Hemos perdido el tiempo batallando por introducir o conservar elementos dentro de lo sagrado y acaso nos hemos olvidado de Dios.
Uno de los mayores peligros que acechan a los cristianos es la traslación de los resultados de nuestra exégesis bíblica a posiciones dogmáticas.
Nunca como ahora podemos ver tantas posturas encontradas, situaciones violentas o retiros voluntarios adoptados como actitud defensora de la verdad.
La tan manoseada frase de: "estamos en los últimos tiempos", suena como un estandarte defensor de las posturas de los "auténticos" cristianos, aunque nos recuerde mucho aquella frase del "Santiago y cierra España..."
No quiero, con estas letras, caer en error de hacer creer que el estudio personal de la Biblia es peligroso. Dios me libre de ello. Pero intentaremos analizar las posibles causas de este mal que nos inunda y que podríamos llamarle: "infabilidad cristiano-evangélica" o "ex cathedra evangelicus habemus".
Una de estas causas podría ser el teléfono directo con Dios. Algunos cristianos tenemos un Dios cómodo, actual, que posiblemente esta rodeado de comodidades y esta esperando a que metamos el dedo en algún libro de la Biblia para llamarnos personalmente y decirnos que nuestra exégesis es la única verdad revelada por El, y por lo tanto debemos hacerla creer a nuestros pobrecitos hermanos.
“Es un Dios que como lo conocemos hace bastante tiempo ha ido creciendo con nosotros y se ha quedado, más o menos, a nuestra altura (espiritual, se entiende). Nos lo presentaron el día de nuestra conversión: este es el Señor infinitamente bueno, sabio, poderoso, amigo, principio y fin de todas las cosas. Tanto gusto, el gusto es mío. Y entre estudios bíblicos descafeinados y exhortaciones anacrónicas nos hicimos enseguida una idea de como era, entrando, al cabo de los años, en una relación un poco especial, casi aburrida. Nos creamos un Dios plegable que cabría, sin grandes problemas, en la cajita de nuestras definiciones y conceptos.”
Otra causa podríamos llamarle el miedo a que se interrumpa la supervivencia cristiana o la defensa a ultranza de los "principios" doctrinales. Aquí la cosa es más complicada puesto que la mayoría que actuamos por esta causa estamos siguiendo una intención acertada, lo malo es la confusión que reina con lo que podríamos llamar "principios doctrinales".
Una gran mayoría de cristianos confundimos, con demasiada frecuencia, lo sagrado de lo profano. Me explico: lo sagrado es el ámbito en el que se inscriben todos los elementos que componen el hecho religioso., es una dimensión con la cual te miras al mundo. Toda realidad, persona, objeto, acto, culto, libro, etc., será, pues, sagrado en la medida que sirvan para ponernos en contacto con Dios.
De la misma manera toda realidad, persona, objeto, acto, culto, libro, etc., serán profanos si estos se interponen entre Dios y nosotros.
Lo realmente importante para nosotros es, desde luego, Dios.
La historia de muchos de nosotros está marcada por habernos gastado nuestra herencia en "hacernos un nombre" Gen. 11,4 para llevarlo en alto como si de un trofeo se tratara. Pero a la larga resulta incomodo llevarlo siempre intentándolo proteger. Ademas con los años se ha oxidado y muchos se han dado cuenta de que no era de oro sino de hojalata.
Dios lo merece todo de nuestra parte y no debemos, no podemos, asumir condicionamientos tradicionales que limiten nuestra experiencia de fe en el Señor.
Debemos abandonar ciertas cosas para permitir que otros aspectos de nuestra vida cristiana lleguen a florecer. El abandonar ciertas formas seguras de vida cristiana frecuentemente causa dolor, pero es necesario para permitir que aparezcan nuevos y más creativos estilos de vida.
Hemos perdido el tiempo batallando por introducir o conservar elementos dentro de lo sagrado y acaso nos hemos olvidado de Dios.