Estudio sobre la Resureccion

onac

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22 Julio 2000
3
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perso.wanadoo.es
Queridos amigos: quiero compartir con todos ustedes esta estudio sobre la Resureccion

¿que os parece?

Saludos. Onac


La gloriosa esperanza de la resurrección


Casi todas las personas han experimentado la angustia que una muerte provoca, y la sensación de impotencia que causa el dolor de los que han perdido a una persona querida.

Cada día y en todos los lugares del planeta, el triste ritual de las despedidas se repite sin cesar. Por esto los hombres, que ven como ineludiblemente su camino acaba en la muerte, resistiéndose a aceptar el final de su ser, han desarrollado desde el principio de los tiempos, diversas teorías destinadas a proporcionarles una esperanza de continuidad y de reencuentro con aquellos que murieron. Estas teorías van desde la posibilidad de la reencarnación, a la continuidad de la vida tras la muerte, en algún lugar que varía según la religión. Esta última idea, que tiene su origen en antiguas doctrinas paganas, penetró en las religiones de la Cristiandad por la influencia que durante los primeros siglos del cristianismo, ejercían las distintas corrientes filosóficas y las religiones de los ‘ritos y misterios’, que proliferaban en el Imperio.

De una u otra forma, muchas personas se aferran a las palabras de ‘la serpiente’, cuando en el jardín de Edén, "... respondió a la mujer: De ningún modo moriréis. Dios sabe muy bien, que el día que lo comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios ...". (Génesis 3 :2-5) No obstante, también hay muchas otras que, crean en Dios o no, piensan que la muerte es tal como se describe en el libro de Eclesiastés: "Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, ni hay para ellos compensación alguna, su memoria se ha perdido...", (Eclesiastés 9 :5) y también: "Cualquier cosa que desees hacer, hazla con toda tu energía, porque no existen obras, ni razones, ni ciencia, ni sabiduría, en el sheol (sepulcro) a donde vas". (Eclesiastés 9 :10)

Si esto es cierto, el destino de todos los habitantes de la tierra, hombres y animales, es el mismo, y la muerte, trunca cualquier esfuerzo, cualquier ilusión, cualquier empeño, y cualquier proyecto humano. Sin embargo, también leemos en las Escrituras que: Dios "eliminará la muerte para siempre, y el Señor Yahúh enjugará las lágrimas de todo rostro...", (Isaías 25 :8) y que "... los de espíritu apacible poseerán la tierra y gozarán de una gran paz". (Salmo 37 :11) Además, un ángel le dijo a Daniel: "Llegarás a tu fin y reposarás, para recibir tu recompensa al final de los días", (Daniel 12:13) y el apóstol Pablo escribe a la congregación de Corinto: "Ahora bien, si se predica que Cristo ha sido resucitado de entre los muertos ¿Como es que algunos de vosotros decís que no hay resurrección de los muertos? Puesto que si no existe la resurrección de los muertos ¡Tampoco ha sido resucitado Cristo! Y si Cristo no ha sido resucitado, nuestra predicación y nuestra fe no tienen sentido." (1 Corintios 15 :12-14)

Es cierto que como dicen las Escrituras, volvemos al suelo y allí terminan nuestros pensamientos, pero también es cierto que podemos mantener la esperanza de una resurrección, porque esta esperanza es totalmente digna de confianza, fundamentada como está, en las palabras del Dios ‘que no puede mentir’. (Tito 1 :2) Confirmando esta disposición del Padre, Jesús dijo: "...he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: Que ninguno de los que me ha dado se pierda, y que los resucite en el último día. Pues es voluntad del que me ha enviado, que todo aquel que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré en el último día". (Juan 6 :38-40)

Defendiéndose de las acusaciones de los judíos, Pablo alegó ante Felix, el gobernador romano: "... te confieso que conforme a la Vía que ellos llaman herejía, yo sirvo al Dios de mis padres, creyendo en todas las cosas que están escritas en la Ley y en los Profetas; y tengo en Dios la misma esperanza que tienen estos, de que habrá una resurrección, tanto de justos como de injustos". (Hechos 24 :14-15)

El rey David había escrito en el Salmo: "Los justos heredarán la tierra, y vivirán para siempre en ella", (Salmo 37:29) y Jesús confirmó sus palabras, diciendo: "Felices son los de espíritu apacible, porque ellos heredarán la tierra". (Mateo 5 :5) Además, hablando con sus discípulos del reino de Dios, dijo: "No os maravilléis de esto; porque llegará la hora en que todos los que están en los sepulcros, oirán su voz y saldrán; los que hicieron obras buenas, a la resurrección de vida, y los que hicieron obras malas, a una resurrección de condena". (Juan 5 :28-29)

En el evangelio según Mateo, se registra que Jesús explicó: "Cuando el Hijo del hombre vuelva en su gloria con todos sus ángeles, se sentará sobre el trono de su gloria, y todas las gentes serán reunidas ante él. Entonces él separará a unos de otros, igual que el pastor separa a las ovejas de las cabras, y colocará las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda, y a los de su derecha les dirá: Venid, los que habéis sido bendecidos por mi Padre, recibid en herencia el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque he tenido hambre y me habéis dado de comer, he tenido sed y me habéis dado de beber, he sido forastero y me habéis hospedado, desnudo, y me habéis vestido, enfermo, y me habéis visitado, encarcelado, y habéis venido a verme. Entonces los justos le responderán: Señor ¿Cuando es que te hemos visto hambriento y te hemos dado de comer o sediento y te hemos dado de beber? ¿Cuando te hemos visto forastero y te hemos hospedado, o desnudo y te hemos vestido? ¿Y cuando te hemos visto enfermo o en la cárcel y hemos ido a visitarte? En respuesta, el rey les dirá: De verdad os digo que cada vez que habéis hecho estas cosas a uno solo de estos hermanos míos más pequeños, me las habéis hecho a mi ..." (Mateo 25 :31-40) Estas personas que Jesús designa ‘bendecidos por mi Padre’, recibirán la herencia que fue prometida a la humanidad, "la futura tierra habitada de la que hablamos". (Hebreos 2 :5)

Así pues, encontramos en las Escrituras, la promesa de una resurrección para vivir en ‘la futura tierra habitada’, anunciada por los profetas de Dios y los apóstoles de Jesús. Pero también aprendemos que esta promesa de vida está ligada a otra promesa, a la promesa de una resurrección diferente para ‘estos hermanos míos más pequeños’, que son algunas personas tomadas de entre la humanidad, con el fin de servir junto a Cristo y de ayudar a todos los que habitarán la tierra.

Cuando en el capítulo once de la carta a los Hebreos, Pablo nos recuerda la fidelidad de algunas personas que sirvieron a Yahúh y el mal trato que por parte del mundo recibieron, termina diciendo ‘¡Y es que el mundo no era digno de ellos!’, y luego continúa: "Todos ellos recibieron testimonios de su fe, pero no podían alcanzar el cumplimiento de la promesa hasta que nosotros obtuviésemos aquella de naturaleza superior, que desde el principio nos había sido establecida por Dios". (Hebreos 11 :39-40) Con esto se hace referencia a las dos clases de resurrección establecidas por Dios y estrechamente relacionadas entre sí: las promesas de una resurrección en la tierra y otra en los cielos, a semejanza de la de Cristo.

Por esto Pablo, que esperaba una resurrección en los cielos, dice: "... como he llegado a conocer a Cristo y la potencia de su resurrección, si participo en sus sufrimientos y en una muerte semejante a la suya, espero alcanzar una resurrección de los muertos también semejante a la suya". (Filipenses 3:10) Y en otra de sus cartas, escribe: "Está escrito que el primer Adán fue hecho alma viviente, mientras que el último Adán, un espíritu dador de vida. Así que el espiritual no fue el primero, lo fue el físico y luego el espiritual, porque el primer hombre fue extraído de la tierra y es terrestre, en cambio, el segundo vino del cielo. Por esto, tal como fue el terrestre, serán los terrestres y tal como es el celeste, serán también los celestes". Y refiriéndose a los que son llamados a una resurrección semejante a la de Jesús, declara: "Nosotros hemos llevado la imagen del terrestre y también llevaremos la imagen del celeste". (1 Corintios 15 :45-49)

El apóstol Juan nos habla de aquellos que han sido llamados, y de su esperanza, que él llama ‘la primera resurrección’, cuando escribe: "Y vi sentados sobre sus tronos a los que habían recibido el encargo de juzgar; vi a los que fueron decapitados por dar testimonio de Jesús y por causa de la palabra de Dios; a los que no se habían inclinado ante la bestia salvaje o ante su representante y no habían aceptado llevar su contraseña sobre la frente o sobre el brazo. Habían regresado a la vida para reinar con Cristo durante mil años. Esta es la primera resurrección, porque el resto de los muertos no regresa a la vida hasta que hayan transcurrido los mil años ¡Felices y santos son los que obtienen la primera resurrección! Sobre ellos no tiene poder la segunda muerte, ellos serán sacerdotes de Dios y reinarán los mil años junto a Cristo. (Apocalipsis 20 :4-6)

Estos reyes y sacerdotes que forman parte del gobierno de Cristo en favor de la humanidad que habitará la tierra, son tomados por Dios de entre la humanidad, y son los que él "desde el principio ha reconocido y ha designado para ser modelados a semejanza de su Hijo, para que él sea el primogénito de muchos hermanos". (Romanos 8 :28-29) Sin embargo, ellos deben dejarse modelar por Yahúh, porque no han sido elegidos por sus dotes de organización o de mando, o porque puedan considerarse mejores, mas aptos o más sabios que las demás personas. Pablo nos recuerda que "Dios ha escogido lo que en el mundo se considera absurdo, para confundir a los sabios y ha elegido lo que en el mundo se considera débil, para confundir a los poderosos. Dios ha elegido las cosas que para el mundo no cuentan ni tienen valor, para reducir a la nada las consideradas valiosas. De esta manera, ninguno puede jactarse ante él, porque es él quien os ha unido a Cristo, que por obra de Dios, es para nosotros sabiduría, justificación, santificación y redención". Por esto no existe ningún motivo personal para envanecerse del encargo recibido, de manera que "el que quiera gloriarse, que se gloríe en Yahúh, como está escrito". (1 Corintios 1 :27-30)

Podemos pues estar seguros, de que llegará el momento en que el dolor que la muerte de un ser querido nos produce, ya ni siquiera se recordará. Entonces Dios mismo intervendrá en favor de la humanidad "y enjugará toda lágrima de sus ojos, ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, ... las cosas anteriores han pasado". (Apocalipsis 21 :3-4)

Yahúh ha vuelto a poner la vida a nuestro alcance, " y de la misma manera que el pecado reinó en la muerte, también el generoso don" reinará "en la vida eterna, mediante la justificación que se obtiene por medio de nuestro señor Cristo Jesús". (Romanos 5 :21)
 
Hola onac; bienvenido al Foro.


Nunca había visto esa transliteración de YHWH, como tu le dices Yahúh.Disculpa mi ignorancia. ¿Donde se origina esa forma de llamar al Señor?


Gracias y de nuevo bienvenido.
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Maripaz

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Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres
(Palabras de San Pedro y de los Apóstoles en Hechos 5:29)
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Porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación.(1ªCor. 2:5)
 
Hola Maripaz, gracias por tu bienvenida.

Te envio contestacion sobre lo que me preguntas, espero sea de tu interes.

Saludos. Onac
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En los manuscritos mas antiguos de la Biblia, el nombre de Dios está escrito con cuatro consonantes hebreas, denominándose por esto Tetragramatón o Tetragrama (que puede traducirse como ‘las cuatro letras&#8217
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. En el sentido de nuestra escritura y en nuestro alfabeto, estas cuatro letras son Y H U H, aunque frecuentemente la letra U, por ser una letra consonante en la gramática hebrea, se transcribe como W, letra consonante de nuestro alfabeto que se pronuncia en muchos idiomas con el mismo sonido de la letra U.
Estas cuatro consonantes pertenecen al nombre que Dios se dio a si mismo ante Moisés, cuando lo envió a Egipto para liberar de la esclavitud a los descendientes de Abraham, que habitaban en aquel país desde los tiempos de José, el hijo de Jacob. Sin embargo hay discrepancias en el modo de pronunciar el Tetragramatón, debido a que en la antigua escritura hebrea, la de los libros bíblicos originales, solamente se escribían las consonantes de las palabras, mientras que las vocales se añadían al pronunciarlas en la lectura.
Más tarde, en copias posteriores, se introdujo un sistema de puntos para indicar las vocales, facilitando así la lectura, pero el Tetragramatón se punteó con las vocales de Eloha (Dios), para no pronunciarlo, seguramente debido a que los hebreos tenían un gran temor al nombre de Dios por considerarlo demasiado sagrado. Así cuando en las escrituras encontraban el Tetragramatón, lo sustituían por la palabra ‘Elohím’, plural mayestático de Eloha, o por la de ‘Adonay’, que significa ‘Señor’. Esto les llevó a dejar de pronunciarlo definitivamente. Siguiendo esta tendencia, el Tetragramatón ha sido sustituido por palabras que representan títulos, como ‘Señor’ y ‘Dios’, o que hacen referencia a cualidades personales, como ‘Eterno’ o ‘Todopoderoso’. Aún así, también se ha empleado la lectura de Yehowah o Jehowah, la que intercala las vocales de la palabra Eloha entre las consonantes del Tetragrama, de esta manera Y e H o U a H y que comenzó a emplearse alrededor del siglo XII en algunos países de la Cristiandad, por lo que es la más conocida.
Posteriormente se difundió la de Yahweh, (que debiera pronunciarse Yahué porque la W se lee U) y que seguramente está basada en la pronunciación que atribuyó Teodoreto a los samaritanos (Quaest. XV). Sin embargo, nosotros tenemos la certeza -aunque sin ser dogmáticos- de que el Tetragramatón debe pronunciarse YAHÚH y varios hechos nos lo confirman.
En primer lugar, así se conserva en la pronunciación de muchos nombres teóforos (nombres hebreos que contienen el Tetragramatón), como en Yirmeyahúh, que traducido a nuestro idioma es Jeremías y posiblemente signifique ‘Yahúh edifica’, o en Yahúhsua que se traduce Jesús y que quiere decir ‘Yahúh salva’, o en Yahúhkin, Joaquin, que significa ‘Yahúh fortalezca’, o en Tsidquiyahúh, traducido Sedequías, que quiere decir ‘Yahúh es justicia’. Además, hemos oído con frecuencia el nombre del que fue Primer Ministro de Israel, Netanyahúh, que quiere decir ‘Don de Yahúh’. (‘Israel y las Naciones’, F.F. Bruce, editorial Portavoz, paginas 144-145). En segundo lugar, está la prueba escrita de los nombres teóforos que se hallan en algunas tabletas asirio-babilónicas, de escritura cuneiforme y alfabeto silábico. Estas tabletas son registros de prisioneros y en ellas hay varios nombres teóforos de rehenes hebreos. Estos nombres, escritos con letras consonantes y vocales de acuerdo con su fonética, nos dan la clave para conocer la pronunciación correcta del Tetragramatón. En tercer lugar, en el siglo II de nuestra era, Clemente Alejandrino tradujo el Tetragramatón del hebreo al griego escribiéndolo así: IAOÚ (en griego OU=U) (Stromata V, 6, 34) Y basándose en la evidencia disponible en nuestro tiempo, entre otros, también el Cardenal Giuseppe Ricciotti, concuerda con esta pronunciación. (‘Historia de Israel’, Luis Miracle Editor, edición de 1947, segundo volumen, página 174, notas al pié de página).
De los Evangelios se desprende el hecho de que Jesús conocía y honraba el nombre de su Padre, enseñando a sus discípulos a hacer lo mismo. El Evangelio de Juan relata que mientras Jesús ora a su Padre, dice: “He dado a conocer tu nombre.......y lo daré a conocer......” (Juan cap. 17 vers. 6 y 26). Y el Evangelio de Mateo registra que en el llamado ‘Sermón del Monte’, Jesús muestra a los que le escuchan como se debe orar al Padre, diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos, que tu Nombre sea santificado....” (Mateo cap. 6 vers. 9) Vemos pues que el nombre de Dios no debía quedar circunscrito al mundo hebreo y ser olvidado tras la muerte de Jesús, porque estos Evangelios se escribieron para todos sus seguidores, hebreos o gentiles (no judíos) y para todos aquellos que se hiciesen seguidores de Jesús en el futuro. Pero a finales del primer siglo, el Cristianismo había recibido ciertas influencias helenistas y los argumentos filosófico-teológicos que algunas personas prominentes en las congregaciones sostenían, alejaron a estas un tanto de la pureza de la fe apostólica. Más tarde se desarrolló un antagonismo hacia los judíos y hacia todo lo hebreo en general y en este contexto, el Tetragramatón, que debía hallarse como mínimo, en los pasajes de las Escrituras hebreas que los Evangelios y las cartas de los apóstoles citan, fue con el tiempo, eliminado de las copias que se hacían de las Escrituras Cristianas. Sin embargo, conocer e invocar el nombre de Dios es muy importante para todos aquellos que quieran seguir los mandatos de Jesús, pues ¿Como honrar y santificar un nombre que se ignora y por el que no se siente ningún interés?
 
Gracias por la aclaración.

En España hay un refrán que dice: "Ningún día te acostarás sin saber una cosa más".
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Maripaz

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Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres
(Palabras de San Pedro y de los Apóstoles en Hechos 5:29)
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Porque no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación.(Romanos 1:16)
 
Estimado Onac:
Bienvenido al foro. Lo que has escrito me pareció interesante como para insertar algunos comentarios.

Queridos amigos: quiero compartir con todos ustedes esta estudio sobre la Resureccion
¿que os parece?
Saludos. Onac

La gloriosa esperanza de la resurrección

Casi todas las personas han experimentado la angustia que una muerte provoca, y la sensación de impotencia que causa el dolor de los que han perdido a una persona querida.
Cada día y en todos los lugares del planeta, el triste ritual de las despedidas se repite sin cesar. Por esto los hombres, que ven como ineludiblemente su camino acaba en la muerte, resistiéndose a aceptar el final de su ser, han desarrollado desde el principio de los tiempos, diversas teorías destinadas a proporcionarles una esperanza de continuidad y de reencuentro con aquellos que murieron. Estas teorías van desde la posibilidad de la reencarnación, a la continuidad de la vida tras la muerte, en algún lugar que varía según la religión. Esta última idea, que tiene su origen en antiguas doctrinas paganas, penetró en las religiones de la Cristiandad por la influencia que durante los primeros siglos del cristianismo, ejercían las distintas corrientes filosóficas y las religiones de los ‘ritos y misterios’, que proliferaban en el Imperio.


(Jetonius). Es cierto que existen muchas especulaciones sobre la continuidad de la vida después de la muerte. Sin embargo, aunque ignoramos muchas cosas, sabemos por cierto que todo aquel que cree en Jesucristo pasará de inmediato a la presencia del Señor. Esto nada tiene que ver ni con creencias paganas ni con las religiones de misterio. Proviene de la Sagrada Escritura:
1. El pobre Lázaro fue llevado a un lugar llamado por el Señor “el seno de Abraham” inmediatamente después de su muerte física: "Aconteció que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades, estando en tormentos, alzó sus ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.. Y Abraham dijo: ’Hijo, acuérdate que durante tu vida recibiste tus bienes; y de igual manera Lázaro, males. Pero ahora él es consolado aquí, y tú eres atormentado.” (Lucas 16: 22-23, 25).
2. Uno de los ladrones que estaba crucificado junto a Jesús se arrepintió, y el Señor le hizo una solemne promesa: “Y le dijo: -Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: -De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 22: 42-43).
3. En el Evangelio de Juan existen varias declaraciones a propósito del hecho de que, aunque haya una futura resurrección física, la vida eterna es ya un don de Dios para todo el que cree. “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que cree en él tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:14-16). “Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día final. ... De cierto, de cierto os digo: El que cree tiene vida eterna ... Este es el pan que desciende del cielo, para que el que coma de él no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre. El pan que yo daré por la vida del mundo es mi carne. (Juan 6: 40, 47, 50-51). “Jesús le dijo: -Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?” (Juan 11:25-26).
4. El Apóstol Pablo expresó su confianza de que cuando muriese, pasaría a la presencia de Cristo, siquiera “fuera del cuerpo”: “Porque sabemos que si nuestra casa terrenal, esta tienda temporal, se deshace, tenemos un edificio de parte de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos. Pues en esta tienda gemimos deseando ser sobrevestidos de nuestra habitación celestial; y aunque habremos de ser desvestidos, no seremos hallados desnudos. Porque los que estamos en esta tienda gemimos agobiados, porque no quisiéramos ser desvestidos, sino sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Pues el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado la garantía del Espíritu. Así vivimos, confiando siempre y comprendiendo que durante nuestra estancia en el cuerpo peregrinamos ausentes del Señor. Porque andamos por fe, no por vista. Pues confiamos y consideramos mejor estar ausentes del cuerpo, y estar presentes delante del Señor. Por lo tanto, estemos presentes o ausentes, nuestro anhelo es serle agradables. Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho por medio del cuerpo, sea bueno o malo.” (2 Corintios 5:1-10; negritas añadidas)
5. El Apóstol Pablo expresó su ferviente anhelo de “partir” para estar en presencia de Cristo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia. Pero si el vivir en la carne me sirve para una obra fructífera, ¿cuál escogeré? No lo sé. Me siento presionado por ambas partes. Tengo el deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor ; pero quedarme en la carne es más necesario por causa de vosotros. Pues, convencido de esto, sé que me quedaré y que aún permaneceré con todos vosotros para vuestro desarrollo y gozo en la fe, para que en mí haya motivo de aumentar vuestro orgullo en Cristo Jesús a causa de mi presencia otra vez entre vosotros.” (Filipenses 1: 21-26, negritas añadidas).
6. El Apóstol Pedro también habló de su muerte como de una partida, en la cual habría de abandonar su cuerpo: “Pero considero justo estimularos la memoria entre tanto que estoy en esta mi morada temporal. Pues como sé que dentro de poco tengo que dejar mi frágil morada , como me lo ha declarado nuestro Señor Jesucristo, también procuraré con empeño que, después de mi partida , vosotros podáis tener memoria de estas cosas en todo momento.” (2 Pedro 1:13-15; negritas añadidas).
7. Juan vio en el cielo, precisamente bajo el altar, las almas de los mártires, quienes obviamente poseían existencia consciente: “Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido muertos a causa de la palabra de Dios y del testimonio que ellos tenían. Y clamaban a gran voz diciendo: "¿Hasta cuándo, oh soberano Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre sobre los que moran en la tierra?" Y a cada uno de ellos le fue dado un vestido blanco; y se les dijo que descansaran todavía un poco de tiempo, hasta que se completase el número de sus consiervos y sus hermanos que también habían de ser muertos como ellos.” (Apocalipsis 6:9-11).

De una u otra forma, muchas personas se aferran a las palabras de ‘la serpiente’, cuando en el jardín de Edén, "... respondió a la mujer: De ningún modo moriréis. Dios sabe muy bien, que el día que lo comáis se os abrirán los ojos y seréis como Dios ...". (Génesis 3 :2-5)

(Jetonius) Cuando los cristianos afirmamos nuestra esperanza de que ya tenemos vida eterna, aunque debamos pasar por la muerte física, no estamos prestando oídos a la Serpiente, sino a Aquel que vino a “destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”, y a socorrer a la descendencia de Abraham (Hebreos 2:14-16). Por medio de Jesucristo, nuevo Adán, Cabeza de la humanidad redimida, “la gracia y el don de Dios abundaron para muchos” (Romanos 5: 15). Satanás prometió lo que no podía entregar, porque es mentiroso y homicida desde el principio; pero Jesucristo nos promete lo que sí nos puede dar, y de hecho da a todo el que cree.

No obstante, también hay muchas otras que, crean en Dios o no, piensan que la muerte es tal como se describe en el libro de Eclesiastés: "Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, ni hay para ellos compensación alguna, su memoria se ha perdido...", (Eclesiastés 9 :5) y también: "Cualquier cosa que desees hacer, hazla con toda tu energía, porque no existen obras, ni razones, ni ciencia, ni sabiduría, en el sheol (sepulcro) a donde vas". (Eclesiastés 9 :10)

(Jetonius) El error de estas personas es su incredulidad y, si creen lo que dice Eclesiastés, no darse cuenta de que este libro contrasta las cosas tal como se ven desde la perspectiva terrenal con las cosas como se ven desde la perspectiva celestial. De ésta última dice: “el espíritu vuelve a Dios, que lo dio.”

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(Mateo 25 :31-40) Estas personas que Jesús designa ‘bendecidos por mi Padre’, recibirán la herencia que fue prometida a la humanidad, "la futura tierra habitada de la que hablamos". (Hebreos 2 :5)


(Jetonius) En realidad, Mateo 25 no habla de una “tierra habitada”, sino que dice , “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.” En Hebreos 2:5 la expresión es tën oikoumenën tën mellousan. Es cierto que oikoumené significa regularmente “tierra habitada” (oikoumené gë), aunque literalmente significa “habitada” (participio pasivo presente femenino del verbo oikeö, habitar). Sin embargo, dado que el autor subraya el señorío universal de Cristo, y se refiere a la esperanza celestial de los creyentes, aún de aquellos del antiguo pacto (capítulos 11 y 12), la referencia es aquí más amplia que la tierra, y debe de abarcar los nuevos cielos y nueva tierra a los que se refirieron Isaías, Pedro y Juan.

Así pues, encontramos en las Escrituras, la promesa de una resurrección para vivir en ‘la futura tierra habitada’, anunciada por los profetas de Dios y los apóstoles de Jesús. Pero también aprendemos que esta promesa de vida está ligada a otra promesa, a la promesa de una resurrección diferente para ‘estos hermanos míos más pequeños’, que son algunas personas tomadas de entre la humanidad, con el fin de servir junto a Cristo y de ayudar a todos los que habitarán la tierra.

(Jetonius) Los resucitados en Mateo 25 son nada más ni nada menos que herederos del Reino preparado para ellos desde la fundación del mundo . No se puede concebir un grado mayor de gloria, ni se habla en absoluto de una “resurrección diferente”, excepto de la resurrección de condenación (literalmente ‘juicio’) para los malvados. El texto no dice en absoluto que los hermanos más pequeños sean personas con un papel especial. La descripción que el Señor hace de ellos los caracteriza como aquellos creyentes más desvalidos, ya sea a causa del hambre, de la sed, del desamparo, de la desnudez, de la enfermedad o de la cárcel; en una palabra, los necesitados de nuestro amor práctico.


Cuando en el capítulo once de la carta a los Hebreos, Pablo nos recuerda la fidelidad de algunas personas que sirvieron a Yahúh y el mal trato que por parte del mundo recibieron, termina diciendo ‘¡Y es que el mundo no era digno de ellos!’, y luego continúa: "Todos ellos recibieron testimonios de su fe, pero no podían alcanzar el cumplimiento de la promesa hasta que nosotros obtuviésemos aquella de naturaleza superior, que desde el principio nos había sido establecida por Dios". (Hebreos 11 :39-40) Con esto se hace referencia a las dos clases de resurrección establecidas por Dios y estrechamente relacionadas entre sí: las promesas de una resurrección en la tierra y otra en los cielos, a semejanza de la de Cristo.

(Jetonius) Para los creyentes, así del Antiguo como del Nuevo Pacto, existe una sola clase de resurrección, en la cual llegarán a tener un cuerpo glorioso e incorruptible semejante al de Jesucristo. En el texto de Hebreos citado no hay la más mínima indicación de “dos clases de resurrección” supuestamente establecidas por Dios para los justos. Este es un malentendido básico del argumento de Hebreos, basado tal vez en una traducción defectuosa. Una traducción aproximadamente literal de Hebreos 11:39-40 es como sigue: “Y todos estos, habiendo obtenido testimonio a través de la fe no obtuvieron la promesa, habiendo previsto Dios algo mejor para nosotros, para que no sin nosotros ellos fuesen perfeccionados.” El punto es que ellos, los santos del Antiguo Pacto, debieron esperar para que la promesa fuese cumplida. En 11:16 dice que Abraham anhelaba una patria mejor, esto es, celestial, y en 11:10 que con Isaac y Jacob esperaba “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.” Y más adelante describe esta ciudad y lo que en ella hay, con estas palabras: “Vosotros, en cambio, os habéis acercado al monte Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos. Os habéis acercado a Dios, Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús, Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.” (12:22-24).

Por esto Pablo, que esperaba una resurrección en los cielos, dice: "... como he llegado a conocer a Cristo y la potencia de su resurrección, si participo en sus sufrimientos y en una muerte semejante a la suya, espero alcanzar una resurrección de los muertos también semejante a la suya". (Filipenses 3:10) Y en otra de sus cartas, escribe: "Está escrito que el primer Adán fue hecho alma viviente, mientras que el último Adán, un espíritu dador de vida. Así que el espiritual no fue el primero, lo fue el físico y luego el espiritual, porque el primer hombre fue extraído de la tierra y es terrestre, en cambio, el segundo vino del cielo. Por esto, tal como fue el terrestre, serán los terrestres y tal como es el celeste, serán también los celestes". Y refiriéndose a los que son llamados a una resurrección semejante a la de Jesús, declara: "Nosotros hemos llevado la imagen del terrestre y también llevaremos la imagen del celeste". (1 Corintios 15 :45-49)
El apóstol Juan nos habla de aquellos que han sido llamados, y de su esperanza, que él llama ‘la primera resurrección’, cuando escribe: "Y vi sentados sobre sus tronos a los que habían recibido el encargo de juzgar; vi a los que fueron decapitados por dar testimonio de Jesús y por causa de la palabra de Dios; a los que no se habían inclinado ante la bestia salvaje o ante su representante y no habían aceptado llevar su contraseña sobre la frente o sobre el brazo. Habían regresado a la vida para reinar con Cristo durante mil años. Esta es la primera resurrección, porque el resto de los muertos no regresa a la vida hasta que hayan transcurrido los mil años ¡Felices y santos son los que obtienen la primera resurrección! Sobre ellos no tiene poder la segunda muerte, ellos serán sacerdotes de Dios y reinarán los mil años junto a Cristo. (Apocalipsis 20 :4-6)
Estos reyes y sacerdotes que forman parte del gobierno de Cristo en favor de la humanidad que habitará la tierra, son tomados por Dios de entre la humanidad, y son los que él "desde el principio ha reconocido y ha designado para ser modelados a semejanza de su Hijo, para que él sea el primogénito de muchos hermanos". (Romanos 8 :28-29)
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(Jetonius) Todos los creyentes, grandes y pequeños, son llamados a la misma resurrección gloriosa que Jesús. Como ya vimos, Jesús no excluyó a ninguno. Tampoco Pablo; él no hace ninguna discriminación entre un grupo de creyentes que tendría una resurrección semejante a la de Jesús y otro que tendría otra clase de resurrección. Cuando dice “nosotros” en 1 Corintios 15 se refiere a los cristianos, a todos los que creen en Jesucristo. Antes había dicho “Así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (v. 22); más adelante dice, “Os digo un misterio: No todos moriremos; pero todos seremos transformados, en un momento ... los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados, pues es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y que esto mortal se vista de inmortalidad.” (v. 51-53). Puede verse también 1 Tesalonicenses 4:13-17, donde ningún cristiano, ni vivo ni muerto, es excluido. Y en Efesios, donde destaca la vocación y el destino común del pueblo de Dios, dice el Apóstol: En cuanto a vosotros, estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, conforme a la corriente de este mundo y al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora actúa en los hijos de desobediencia. En otro tiempo todos nosotros vivimos entre ellos en las pasiones de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de la mente; y por naturaleza éramos hijos de ira, como los demás. Pero Dios, quien es rico en misericordia, a causa de su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo. ¡Por gracia sois salvos! Y juntamente con Cristo Jesús, nos resucitó y nos hizo sentar en los lugares celestiales , para mostrar en las edades venideras las superabundantes riquezas de su gracia, por su bondad hacia nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No es por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. (2:1-10, negritas añadidas)
Finalmente, en Romanos 8 el Apóstol declara que “no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús” (v. 1); dice que todo creyente tiene el Espíritu de Dios (v. 9), y que todos los que son guiados por el Espíritu son hijos de Dios (v. 14). “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (v. 17) y esperamos “la redención de nuestros cuerpos” (v. 23).
Asimismo en Juan 5:28-29 el Señor menciona solamente dos posibilidades, ora resurrección de vida o de condenación. La noción de que existan dos clases de resurrección cualitativamente diferentes para los creyentes, con destinos eternos distintos, es ajena a la Escritura.

Bendiciones en Cristo,
Jetonius