María, esa desconocida. <!-- empieza foto--> <table align="left" border="0" cellpadding="0" cellspacing="0" width="73"> <tbody><tr> <td>
</td> </tr> </tbody></table> <!-- termina foto--> Por José Manuel Vidal
RD
[font=Verdana,arial,helvetica]16/03/05, 06.58 horas[/font]
<table align="right" border="0" cellpadding="0" cellspacing="1" height="12" width="42"> <tbody><tr> <td style="font-family: 'Trebuchet MS',Arial,Helvetica,sans-serif; font-size: 9px; line-height: 8px; color: rgb(0, 51, 153);" bgcolor="#cccccc"> </td> </tr> <tr> <td style="border: 1px solid rgb(204, 204, 204); text-align: left;"><script language="JavaScript" type="text/javascript" src="http://publicidad.periodistadigital.com:8080/ads/adx.js"></script> <script language="JavaScript" type="text/javascript"> <!-- if (!document.phpAds_used) document.phpAds_used = ','; phpAds_random = new String (Math.random()); phpAds_random = phpAds_random.substring(2,11); document.write ("<" + "script language='JavaScript' type='text/javascript' src=""); document.write ("http://publicidad.periodistadigital.com:8080/ads/adjs.php?n=" + phpAds_random); document.write ("&what=zone:9"); document.write ("&exclude=" + document.phpAds_used); if (document.referrer) document.write ("&referer=" + escape(document.referrer)); document.write (""><" + "/script>"); //--> </script><script language="JavaScript" type="text/javascript" src="http://publicidad.periodistadigital.com:8080/ads/adjs.php?n=949440199&what=zone:9&exclude=,&referer=http%3A//www.periodistadigital.com/religiondigital/index.php%3Ffrm%3D1"></script>http://publicidad.periodistadigital...neid=9&source=&dest=http://www.molinaseca.com
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</noscript></td> </tr> </tbody></table>
Arias, perfecto conocedor de los entresijos teológicos y eclesiológicos, recoge en “María, esa desconocida” (Maeva) las conclusiones de los análisis más serios y concienzudos de los grandes teólogos sobre la figura de María. Y los divulga. Los pone al alcance del lector medio con un lenguaje periodístico sencillo, cercano y atractivo.
Comienza probando que, aunque de María, históricamente, no sabemos casi nada, “tuvo que existir, porque existió Jesús”. Según Arias, era una chica judía con temple y personalidad, que “se casó entre los 12 y los 14 años con un José que no era un anciano provecto, sino un joven de unos 18 años”.
Y, como mandaban los cánones de aquella época, en la que “los hijos eran el bien mayor y la actividad sexual se consideraba como noble e importante”, tuvieron a Jesús y otros hijos. “Lo contrario, como dice Arias, habría sido muy extraño”. Por eso añade: “La Iglesia sabe que le es imposible demostrar que María no tuvo otros hijos después de alumbrar a Jesús”.
En contra de algunas teorías que sostienen que María era una prostituta sagrada del templo, Arias asegura que “fue una mujer normal que vivió feliz su relación con su marido joven y que gozó con su maternidad”. Eso sí, no fue virgen. “Según los teólogos modernos, los católicos no están en realidad obligados a creer como dogma de fe en la virginidad ‘biológica’ de María al concebir a Jesús, aunque sí en el carácter ‘simbólico’ que entraña”, explica el autor.
De hecho, “al principio del cristianismo no había dificultad en aceptar que Jesús nación de una relación sexual normal”. Sólo después, la Iglesia la convierte en la Virgen y en la Inmaculada y en la Asunta a los cielos. Todo ello “como antídoto al pecado de Eva” y “para potenciar el celibato sacerdotal”. El problema, según Arias, es que “son verdades que carecen de fundamento en la Biblia”. Dogmas sin base evangélica y con fines políticos.
Esta mitificación de la madre de Nazaret, humilde y valiente como demuestra en el Magníficat, conduce a que muchos católicos la hayan convertido en “el rostro femenino de Dios” o en “una figura angelical, lejana de la vida real de los mujeres y de los hombres de hoy”.
“Una mujer que, según la Iglesia, no conoció el sexo, que no tuvo relaciones con su marido, que tuvo un hijo que no se sabía como había venido al mundo, que fue pasiva, indiferente y resignada ante la aventura de un hijo crucificado por revolucionario, y que al final ni conoció la muerte, ¿qué puede decir a la mujer de la calle, a la mujer de hoy?”, se pregunta Juan Arias.

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Arias, perfecto conocedor de los entresijos teológicos y eclesiológicos, recoge en “María, esa desconocida” (Maeva) las conclusiones de los análisis más serios y concienzudos de los grandes teólogos sobre la figura de María. Y los divulga. Los pone al alcance del lector medio con un lenguaje periodístico sencillo, cercano y atractivo.
Comienza probando que, aunque de María, históricamente, no sabemos casi nada, “tuvo que existir, porque existió Jesús”. Según Arias, era una chica judía con temple y personalidad, que “se casó entre los 12 y los 14 años con un José que no era un anciano provecto, sino un joven de unos 18 años”.
Y, como mandaban los cánones de aquella época, en la que “los hijos eran el bien mayor y la actividad sexual se consideraba como noble e importante”, tuvieron a Jesús y otros hijos. “Lo contrario, como dice Arias, habría sido muy extraño”. Por eso añade: “La Iglesia sabe que le es imposible demostrar que María no tuvo otros hijos después de alumbrar a Jesús”.
En contra de algunas teorías que sostienen que María era una prostituta sagrada del templo, Arias asegura que “fue una mujer normal que vivió feliz su relación con su marido joven y que gozó con su maternidad”. Eso sí, no fue virgen. “Según los teólogos modernos, los católicos no están en realidad obligados a creer como dogma de fe en la virginidad ‘biológica’ de María al concebir a Jesús, aunque sí en el carácter ‘simbólico’ que entraña”, explica el autor.
De hecho, “al principio del cristianismo no había dificultad en aceptar que Jesús nación de una relación sexual normal”. Sólo después, la Iglesia la convierte en la Virgen y en la Inmaculada y en la Asunta a los cielos. Todo ello “como antídoto al pecado de Eva” y “para potenciar el celibato sacerdotal”. El problema, según Arias, es que “son verdades que carecen de fundamento en la Biblia”. Dogmas sin base evangélica y con fines políticos.
Esta mitificación de la madre de Nazaret, humilde y valiente como demuestra en el Magníficat, conduce a que muchos católicos la hayan convertido en “el rostro femenino de Dios” o en “una figura angelical, lejana de la vida real de los mujeres y de los hombres de hoy”.
“Una mujer que, según la Iglesia, no conoció el sexo, que no tuvo relaciones con su marido, que tuvo un hijo que no se sabía como había venido al mundo, que fue pasiva, indiferente y resignada ante la aventura de un hijo crucificado por revolucionario, y que al final ni conoció la muerte, ¿qué puede decir a la mujer de la calle, a la mujer de hoy?”, se pregunta Juan Arias.