*** Pues ya les dije varias veces
y ahora se los repito de nuevo
con lágrimas en los ojos:
hay muchos cuya conducta
demuestra que son verdaderos
enemigos de la cruz de Cristo.
Van camino a la destrucción.
Su dios es su propio apetito,
se jactan de cosas vergonzosas
y solo piensan en esta vida terrenal.
En cambio, nosotros somos
ciudadanos del cielo,
donde vive el Señor Jesucristo;
y esperamos con mucho anhelo
que él regrese como nuestro Salvador.
Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso,
igual al de él.
Lo hará valiéndose del mismo poder
con el que pondrá todas las cosas
bajo su dominio.