«El gobernante sabio
educa a su pueblo
y organiza bien su gobierno.
Todo pueblo tiene el gobierno
que se merece.
Cuando el rey es ignorante,
el pueblo acaba en la ruina;
cuando el rey es sabio,
el pueblo prospera.
Dios tiene en sus manos
el poder de gobernar este mundo,
y el poder de nombrar gobernantes.
Cuando llega el momento,
elige al gobernante adecuado
y le da su propia autoridad.»
«En esta vida he visto
algo muy grave,
parecido al error
que cometen los gobernantes:
que a la gente incapaz
se le dan puestos
de gran responsabilidad,
mientras que a la gente capaz
se le dan los puestos más bajos.
¡Y resulta que los esclavos
andan a caballo,
mientras que la gente que vale
anda a pie!»