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Algunos que tenían muchos hijos
decían que les faltaba trigo
para darles de comer.
Otros decían que, para obtener
un préstamo y así poder comprar trigo,
habían tenido que hipotecar
sus campos, casas y viñedos.
También estaban los que decían que,
para pagar los impuestos
sobre sus campos y viñedos
habían tenido que pedir dinero prestado.
Además, decían:
«Somos de la misma raza
que nuestros compatriotas,
y nuestros hijos tienen
los mismos derechos que los de ellos.
Sin embargo, tendremos que vender
a nuestros hijos como esclavos.
La verdad es que algunas
de nuestras hijas ya lo son,
y no podemos hacer nada para evitarlo,
porque nuestros campos y viñedos
ya pertenecen a otros».
Cuando escuché sus quejas,
me enojé mucho.
Y después de pensarlo bien,
reprendí a los jefes y a los gobernantes
por tratar mal a sus propios compatriotas,
y les mandé que se reunieran
para hablar del asunto.
Entonces les dije:
«Nosotros hemos estado haciendo
todo lo posible por rescatar
a nuestros compatriotas
que fueron vendidos como esclavos
a otras naciones.
Ahora ustedes los están obligando
a venderse de nuevo,
y después nosotros tendremos
que volver a rescatarlos».
Ellos no supieron qué responder,
así que se quedaron en silencio.
Nehemías 5:2-8 TLAI