5. La resurrección de todos: evidencia de que Cristo redimió a la raza humana entera
Un punto final a considerar, y que frecuentemente se pasa por alto, es el hecho de la
resurrección universal de los muertos y su implicación para la expiación.
La Biblia enseña que gracias a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte,
todos resucitarán en el día final, tanto salvos como condenados. Jesús lo afirmó claramente:
“viene la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Jn 5:28-29).
Asimismo, Pablo testificó ante el gobernador Félix
“que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos” (Hch 24:15).
¿Por qué es esto relevante?
Porque la muerte entró por el pecado de Adán y
afectó a todos (Ro 5:12); de igual modo,
la resurrección de los muertos entra por la obra de Cristo y afecta a todos (como vimos en 1 Co 15:21-22 (
1 Corintios 15:21-22 RVR1960 - Porque por cuanto la muerte entró por - Bible Gateway)).
En otras palabras,
Cristo rompió las cadenas de la muerte para toda la humanidad.
Si la expiación de Cristo fuese limitada únicamente a los elegidos, no habría razón para que los no elegidos resucitaran – ellos seguirían bajo la pena de muerte eterna que el pecado trajo.
Pero la realidad es que
hasta los no salvos serán resucitados (para enfrentar el juicio), lo cual indica que
hay un efecto universal de la redención de Cristo que alcanza incluso a los que no se salvan.
¿Cómo es esto posible?
Precisamente porque Jesús, al morir y resucitar,
venció la muerte en sí misma, recuperando lo que Adán perdió.
“El aguijón de la muerte es el pecado” (1 Co 15:56); al quitar el pecado del mundo en la cruz, Jesús quitó el aguijón con el que la muerte retenía a la humanidad.
Por eso Apocalipsis 1:18 muestra a Cristo resucitado diciendo:
“Yo soy el que vivo... y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Él tiene autoridad sobre la muerte de
todos.
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (
1 Corintios 15:21-22 RVR1960 - Porque por cuanto la muerte entró por - Bible Gateway).
En base a esta verdad, muchos teólogos a lo largo de la historia han reconocido una distinción entre la
redención general (o “beneficios comunes” de la expiación) y la
redención especial (la salvación de los creyentes).
Generalmente, los calvinistas mismos admiten que la expiación de Cristo tiene efectos beneficiosos para toda la creación (por ejemplo, retrasando el juicio, proporcionando bendiciones temporales incluso a los impíos, etc.). ¡Pero la resurrección universal es el beneficio más claro y bíblico de la obra de Cristo para todos! Todos vivirán de nuevo
gracias a Cristo, aunque no todos vivirán
eternamente felices con Cristo.
¿En qué refuta esto la redención limitada?
En que demuestra que
Cristo sí hizo algo por los “no elegidos”: les devolvió la vida que habían perdido en Adán.
Ese “algo” es parte integral de la redención. Cuando Jesús dice:
“Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11:25), lo es potencialmente para todos. El hecho de que los impíos resuciten para ser juzgados implica que la muerte (como consecuencia de pecado) no tiene la última palabra ni siquiera sobre ellos, porque Cristo la destruyó objetivamente. Ahora bien, tras resucitar, los que rechazaron a Cristo enfrentarán el juicio final y la “segunda muerte” (Ap 20:14-15), que es el castigo eterno.
Pero esto ya no se debe a que no hubiese expiación por sus pecados,
sino a que despreciaron la expiación y permanecieron en incredulidad.
En Juan 5:29, Jesús señaló que lo que determina vida o condenación en la resurrección es el haber hecho lo bueno o lo malo – y según el mismo evangelio de Juan,
“esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que Él ha enviado” (Jn 6:29). Es decir,
el bien por excelencia es recibir a Cristo; el mal definitivo es rechazarle.
Los que rechazaron, aun resucitados, quedarán sin cobertura en el juicio porque no tienen a Cristo como abogado (1 Jn 2:1).
Pero
podrían haberlo tenido, ya que
Él pagó por sus pecados también. Jesús lamentó sobre Jerusalén incrédula:
“¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos... y no quisiste!” (Mt 23:37).
Vemos de nuevo la tensión entre la voluntad salvadora de Cristo y la negativa del hombre. Él
quería salvarlos (lo demuestra muriendo por ellos), pero ellos
no quisieron. Nunca Jesús sugirió: “no eran reunidos porque en realidad no morí por ustedes”.
En síntesis, la resurrección universal es un testimonio silencioso de que
Cristo efectuó una redención objetiva por toda la raza humana. Para el creyente, esa redención resulta en vida eterna; para el que persevera en incredulidad, la redención comprada no le librará del justo castigo, pero sí lo saca de la muerte física para que encare a su Juez. Incluso en la condenación de los impíos, Dios es glorificado porque
proveyó medios de salvación que ellos rechazaron, demostrando Su justicia (ellos perecen
a pesar de que Cristo murió por ellos, por su obstinación). Romanos 11:32 lo expresa así:
“Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” – al final, solo quedan bajo condena los que rehúsan esa misericordia. La redención limitada no puede explicar la resurrección de los incrédulos sin contradecirse: si Cristo no les compró, ¿cómo pueden beneficiarse de su triunfo sobre la muerte? Pero con la expiación universal, todo encaja: *
“mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Co 15:20),
“porque... en Cristo todos serán vivificados” (
1 Corintios 15:21-22 RVR1960 - Porque por cuanto la muerte entró por - Bible Gateway). ¡Gloria a Dios, que nuestro Señor Jesús venció a la muerte para
todos! Esto exalta aún más la obra de Cristo, cuyo poder se extiende sobre cada ser humano y ante cuyo Nombre
“toda rodilla” se doblará (Fil 2:10) – ya sea en adoración voluntaria para salvación, o forzada en el juicio final reconociendo que Él es Señor de todos.