¿Es la redención de Jesús limitada a los que finalmente se salvan o es de alcance universal?

Salmos 1

Crea en mi, oh Dios, un corazón limpio...
4 Julio 2012
77.999
4.201

Introducción​


La doctrina calvinista de la redención limitada (o expiación limitada) afirma que Jesucristo murió solamente por los elegidos, excluyendo al resto de la humanidad. En esta refutación apologética mostraremos, exclusivamente con los 66 libros de la Biblia, que la obra de Cristo en la cruz tuvo un alcance universal para todos los hombres y no solo para un grupo predeterminado.

La Escritura enseña repetidamente que Jesús fue el sustituto de todos los pecadores, que su obediencia y sacrificio ofrecen redención a “todo el mundo” (1 Juan 2:2 RVR1960 - Y él es la propiciación por nuestros - Bible Gateway) (Juan 3:16-17 RVR1960 - De tal manera amó Dios al mundo - Bible Gateway), y que la salvación se basa en esa entrega voluntaria de Cristo, no en una elección arbitraria previa. Incluso el hecho de que todos los seres humanos resucitarán (tanto salvos como condenados) confirma que los efectos de la obra de Cristo alcanzan a todos y refuta la idea de una redención limitada.

A continuación, analizaremos cuatro aspectos clave a la luz de la Biblia: (1) la sustitución real de Cristo y la redención universal, (2) cómo la obra de Jesús revierte las consecuencias de la caída de Adán para todos, (3) el libre albedrío y la obediencia perfecta de Cristo como fundamento de la salvación, y (4) una recopilación de pasajes bíblicos fundamentales que afirman una redención sin limitaciones.

Con la Biblia en mano, demostraremos que “Dios no hace acepción de personas” en la oferta de la salvación (Hch 10:34, Ro 2:11) y que “todo aquel” que crea en Cristo puede ser salvo (Jn 3:16 (Juan 3:16-17 RVR1960 - De tal manera amó Dios al mundo - Bible Gateway)).

La obra de Jesús es suficiente para todos y eficiente solo para quienes la reciben por fe, pero nunca es inhábil o restringida por un decreto secreto. Esto honra la grandeza del amor de Dios y la perfecta obra redentora de Cristo, en contraste con la posición calvinista que la limita injustificadamente.
 

1. La sustitución de Cristo en la cruz y la redención para todos


Jesucristo se ofreció a sí mismo en la cruz como sustituto de toda la humanidad, no únicamente de un grupo selecto.
La Biblia declara que Jesús es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1:29), es decir, que en la cruz Él cargó con el pecado de todo el mundo.
Esta sustitución vicaria se ve claramente en pasajes como Isaías 53, donde se profetiza que el Siervo del Señor llevaría las iniquidades de todos: “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Is 53:6). En el Nuevo Testamento, Juan afirma: “Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1 Juan 2:2 RVR1960 - Y él es la propiciación por nuestros - Bible Gateway). Esto significa que el sacrificio de Cristo satisfizo la justicia divina por los pecados de la totalidad de la humanidad, no únicamente de los creyentes. Cristo fue nuestro sustituto real, experimentando la muerte que merecíamos todos, para ofrecer a todos la vida eterna.

La extensión universal de la expiación se declara una y otra vez.
Por ejemplo, Pablo enseña que Jesús “se dio a sí mismo en rescate por todos (1 Timoteo 2:4-6 RVR1960 - el cual quiere que todos los hombres - Bible Gateway), y llama esta verdad un testimonio dado “a su debido tiempo” (1 Ti 2:6). Del mismo modo, en Hebreos 2:9 leemos que Jesús “por la gracia de Dios gustó la muerte por todos (Hebreos 2:9 RVR1960 - Pero vemos a aquel que fue hecho un - Bible Gateway).

Si la intención de Dios hubiera sido que Cristo muriera solo por algunos, la Escritura no usaría consistentemente términos como “todos”, “todo el mundo” o “el mundo” al describir el alcance de la expiación. Más aún, Jesús explicó el propósito de su venida de forma inclusiva: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:16-17 RVR1960 - De tal manera amó Dios al mundo - Bible Gateway).

Aquí “mundo” significa la humanidad caída en su totalidad; Cristo vino a salvarla, aunque solo se efectiviza en “todo aquel que cree”. No hay indicio en estos textos de que “mundo” signifique “mundo de los elegidos” – esa es una reinterpretación forzada que el texto bíblico no respalda.

Otro pasaje contundente es 2 Corintios 5:14-15: “...pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Corintios 5:14-17 RVR1960 - Porque el amor de Cristo nos - Bible Gateway).

Aquí Pablo razona que la muerte de Cristo fue representativa: cuando Él murió, en cierto sentido “todos murieron” en Él, es decir, Él se identificó con toda la raza humana en su muerte. Así como Adán representó a toda su descendencia en la caída, Cristo representó a toda la humanidad en la cruz. No hay exclusión en las palabras de Pablo“uno murió por todos” – lo cual encaja perfectamente con la doctrina de una expiación ilimitada y contradice la idea de que Jesús no murió por algunos. Además, el versículo 15 refuerza que la intención es que aquellos “por quienes” murió (que son todos) puedan vivir para Él. La muerte sustitutiva de Cristo abarca a todos los hombres; la diferencia está en que no todos responden viviendo para Él. En resumen, la Biblia enseña que Jesús tomó el lugar de cada ser humano en la cruz, ofreciendo perdón y reconciliación a todos. La doctrina calvinista que restringe esto a un grupo exclusivo simplemente no encuentra apoyo en el lenguaje claro de la Escritura.
 

2. La obra de Cristo vs. las consecuencias de la caída de Adán​


Un fuerte argumento bíblico contra la redención limitada es el paralelismo que traza Pablo entre Adán y Cristo.
Así como el pecado de Adán afectó a toda la humanidad sin excepción, la obra justa de Cristo tiene implicaciones para toda la humanidad sin excepción.
Romanos 5:18-19 lo afirma de manera inequívoca: “Así que, como por la transgresión de uno [Adán] vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno [Cristo] vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:18-19 RVR1960 - Así que, como por la transgresión de - Bible Gateway).

Observemos la estructura paralela: la condena alcanzó a “todos los hombres” por el pecado de Adán, y del mismo modo la justificación se extiende a “todos los hombres” por la justicia de Cristo.
Si todos quedaron bajo maldición en Adán, Cristo vino a deshacer ese daño para todos.

Es cierto que no todos reciben la justificación (porque se requiere fe), pero el texto indica que la provisión justiciante está hecha en favor de todos, así como la caída afectó a todos. Limitar la expiación a menos que la totalidad de los afectados por la caída implicaría que la obra de Cristo es menos poderosa o menos amplia que la de Adán, lo cual sería absurdo y contrario a la enseñanza paulina.

La intención redentora de Dios en Cristo es tan universal como lo fue la ruina causada por el pecado de Adán.

Otro texto clave en esta línea es 1 Corintios 15:21-22: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre [Adán], también por un hombre [Cristo] la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:21-22 RVR1960 - Porque por cuanto la muerte entró por - Bible Gateway).

Aquí vemos de nuevo que “todos” los que mueren en Adán (que es toda la raza humana) “serán vivificados” en Cristo. En el contexto de 1 Corintios 15, Pablo habla tanto de la resurrección corporal como de la victoria sobre el pecado y la muerte lograda por Cristo. Por supuesto, “ser vivificados en Cristo” tiene un orden (Cristo como primicias, luego los que son de Cristo – 1 Co 15:23), pero el punto es que la resurrección de los muertos llega a la humanidad por medio de Cristo para todos. Esto ya nos adelanta el tema de la resurrección universal que trataremos más adelante, pero nótese el alcance: todos los que fueron alcanzados por la muerte a causa de Adán serán alcanzados por la resurrección a causa de Cristo. La Biblia no dice “algunos serán vivificados” sino “todos”. Nuevamente, la diferencia estará en el destino eterno (vida o condenación) según la respuesta del individuo al evangelio, pero la obra de anular la muerte es un hecho consumado por Cristo para el beneficio de toda la humanidad.

Hebreos 2:14-15 también enseña que Jesús, tomando nuestra humanidad, destruyó el poder de la muerte y del diablo para librar a “todos” los que estaban sujetos al temor de la muerte. Y 1 Juan 3:8 dice que Él “vino para deshacer las obras del diablo”, las cuales afectaban a toda la creación.
Es decir, Cristo vino a revertir la maldición de la caída.
Por eso, 2 Pedro 3:9 enfatiza el deseo universal de Dios: “El Señor... es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9 RVR1960 - El Señor no retarda su promesa, según - Bible Gateway).
Sería incompatible que Dios quisiera sinceramente que nadie se pierda, y a la vez que Cristo no hubiera provisto los medios de salvación para algunos.
La voluntad salvífica universal de Dios está respaldada por la provisión salvífica universal de Cristo.
Si Dios quiere que “todos” se arrepientan, es porque Jesús ya pagó por todos y así puede salvar a todos los que se arrepientan y crean.
En resumen, la obra redentora de Cristo anuló objetivamente las consecuencias de la caída de Adán para todos los hombres en cuanto a poner la salvación al alcance de todos y asegurar la resurrección de todos.
La única razón por la que un ser humano permanece bajo condenación es si rechaza los beneficios de esa obra (Jn 3:18), no porque Cristo no haya muerto por él.
La redención limitada, por el contrario, implicaría que habría personas condenadas aun si hubiesen querido arrepentirse, porque no habría sacrificio disponible para ellas – una noción totalmente ajena al evangelio bíblico.
 

3. Libre albedrío de Cristo y obediencia perfecta: el verdadero fundamento de la salvación​


La posición calvinista tiende a colocar el fundamento último de la salvación en un decreto incondicional de elección hecho por Dios antes de la creación.
En cambio, el Nuevo Testamento señala una y otra vez que el fundamento de nuestra salvación es la obediencia libre y perfecta de Jesucristo como representante de la humanidad.
Fue la decisión libre de Cristo de hacer la voluntad del Padre, su entrega voluntaria en la cruz, lo que logró la expiación de nuestros pecados.
Jesús dijo: “Yo pongo mi vida por mis ovejas... Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Jn 10:15,18). Aquí vemos el libre albedrío y la determinación de Cristo para salvarnos. Él eligió obedecer y morir por todos nosotros, cuando podía haberse librado (Mt 26:53-54).

Esta obediencia voluntaria es el acto clave que asegura salvación a la humanidad caída.

Filipenses 2:8 nos recuerda que Cristo “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Y como vimos antes, Romanos 5:19 atribuye nuestra posibilidad de ser justos a la “obediencia de uno” – la de Jesús (Romanos 5:18-19 RVR1960 - Así que, como por la transgresión de - Bible Gateway).

La salvación descansa sobre esa obediencia perfecta de Cristo, no sobre nuestra propia obediencia ni sobre una selección arbitraria.

Es importante notar que la obediencia de Cristo contrasta con la desobediencia de Adán.
Adán, teniendo libre albedrío, desobedeció a Dios y trajo ruina; Cristo, teniendo libre albedrío como hombre, obedeció plenamente a Dios y trajo redención.
Jesús, el “postrer Adán” (1 Co 15:45), vino a deshacer lo que el primer Adán hizo mal, como vimos en Romanos 5.
Dios Padre planeó la salvación, pero fue la respuesta libre del Hijo en la historia –su venida al mundo en carne, vida sin pecado, muerte sustitutiva y resurrección– la que efectuó concretamente esa salvación.
Por eso Hebreos 5:8-9 declara que Cristo “aprendió la obediencia” por lo que padeció y “habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”. Notemos de paso que nosotros debemos obedecerle a Él para beneficiarnos de esa salvación (es decir, responder en fe y sumisión), lo que asume que tenemos la oportunidad real de hacerlo dado que Él murió por nosotros.

¿Por qué es esto relevante contra la expiación limitada?

Porque el Calvinismo, al postular que Cristo no murió por muchos seres humanos, en la práctica subordina la obra de Cristo a una supuesta elección secreta: es decir, Cristo obedeció hasta la muerte solo por aquellos que Dios había elegido previamente.

En tal esquema, no es la obediencia plena de Cristo la que en sí misma asegura salvación para todos los hombres, sino la decisión previa de Dios de salvar solo a algunos.

La Biblia, sin embargo, presenta la elección en Cristo después (y en base a) la obra redentora, no antes de ella como una condición limitante. Efesios 1:4-7 dice que Dios “nos escogió en Él [Cristo] antes de la fundación del mundo... en quien tenemos redención por su sangre”. Esto significa que la elección de Dios está en Cristo y en conexión con su sangre redentora; Dios decidió salvar a la humanidad por medio de Cristo y a los que están “en Cristo” por la fe.

Pero ¿quiénes pueden estar en Cristo? Todos aquellos por quienes Él murió. Si Jesús murió por todos, cualquiera puede arrepentirse y unirse a Él para ser salvo; la elección no es arbitraria, sino que Dios elige salvar a todo aquel que esté unido a Cristo por la fe, y ha provisto que cualquiera pueda hacerlo puesto que Cristo murió por todos. Así la libre obediencia de Cristo, no un favoritismo divino, es la base sobre la cual Dios puede declarar justo al pecador que cree (Ro 3:26).

En Juan 3:16-17 (citado arriba) vemos el énfasis en la iniciativa amorosa de Dios enviando a Cristo, pero también en la responsabilidad humana de creer (“para que todo aquel que en Él cree no se pierda”). El versículo siguiente dice: “El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Jn 3:18). Note: la razón de la condenación final es rechazar a Cristo, no el que Cristo no haya muerto por esa persona. Jesús ya hizo lo necesario por todos; depende de cada uno aceptar o rechazar. Esto otorga pleno significado tanto a la obra de Cristo como al llamado universal del Evangelio: “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap 22:17). Si la expiación estuviera limitada de antemano, ese llamado a “el que quiera” sería insincero.

Pero Cristo de verdad quiere salvar a todos, porque dio su vida por todos. Por tanto, la salvación ofrecida es genuinamente accesible para todo ser humano – “Dios... desea que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4-6 RVR1960 - el cual quiere que todos los hombres - Bible Gateway) – pero Dios no violenta la respuesta libre de cada uno.
La libre obediencia de Cristo abrió la puerta de la salvación; ahora cada persona debe, en su propia voluntad, decidir entrar por esa puerta o rechazarla.
En conclusión, un enfoque bíblico sitúa el énfasis en Cristo (no en un decreto oculto) como el fundamento de la salvación: su obediencia hasta la muerte es suficiente para salvar a cualquiera, y esa suficiencia universal sostiene la oferta universal del evangelio. La doctrina de la expiación limitada, al desplazar el fundamento hacia una elección secreta, minimiza la plenitud de la obediencia de Cristo y contradice el carácter magnánimo del amor de Dios revelado en la cruz.
 

4. Pasajes bíblicos clave que afirman la redención sin limitaciones

La Biblia abunda en declaraciones explícitas de que Cristo murió por todos los seres humanos y que Dios ofrece la salvación a todos. A continuación recopilamos algunos de los pasajes clave que sostienen la doctrina de la expiación ilimitada, acompañados de breves comentarios:
  • Romanos 5:18-19“...por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida... por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:18-19 RVR1960 - Así que, como por la transgresión de - Bible Gateway). Este texto establece una simetría universal: todos quedaron bajo condena en Adán, y la justificación se dispone igualmente para todos en Cristo. No hay indicio de excepción; “todos” significa todos. La eficacia se aplica a “los muchos” (la humanidad, en contraste con “el uno”), entre los cuales cada persona puede llegar a ser “constituido justo” por la obediencia de Cristo si se apropia de ella por fe.
  • 1 Juan 2:2“Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1 Juan 2:2 RVR1960 - Y él es la propiciación por nuestros - Bible Gateway). Aquí el apóstol Juan amplía el alcance de la expiación más allá de los creyentes (“nuestros”) hacia la totalidad del mundo. La palabra “propiciación” indica que la muerte de Jesús satisfizo la ira justa de Dios contra el pecado. Juan afirma que no hay ser humano cuyos pecados no hayan sido cubiertos potencialmente por esa propiciación. Por tanto, nadie está excluido de poder acudir a Cristo para perdón, ya que Él ya pagó por los pecados del mundo entero. Este versículo por sí solo contradice frontalmente la expiación limitada.
  • Juan 3:16-17“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:16-17 RVR1960 - De tal manera amó Dios al mundo - Bible Gateway). El amor de Dios se extiende al mundo entero, y el propósito de enviar a Cristo fue salvar al mundo entero. La oferta se dirige a “todo aquel” – expresión universal e inclusiva. La limitación está solo en la condición de creer (impuesta por la incredulidad del hombre, no por falta de provisión). Si Cristo fuera enviado solo por los elegidos, este pasaje sería engañoso al repetir “mundo” sin aclaración. La interpretación más natural es la universal.
  • 1 Timoteo 2:4-6“[Dios] quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad... Cristo Jesús, quien se dio a sí mismo en rescate por todos (1 Timoteo 2:4-6 RVR1960 - el cual quiere que todos los hombres - Bible Gateway). Aquí Pablo une el deseo salvífico universal de Dios con la acción redentora universal de Cristo. Si Dios quiere salvar a todos, Cristo se dio por todos, y así el obstáculo a la salvación no está en Dios ni en la provisión de Cristo, sino únicamente en la respuesta humana. Ignorar el “por todos” de este versículo para acomodar una expiación limitada sería torcer el sentido claro del texto.
  • Hebreos 2:9“...Jesús... por la gracia de Dios [probó] la muerte por todos (Hebreos 2:9 RVR1960 - Pero vemos a aquel que fue hecho un - Bible Gateway). Cristo experimentó la muerte en lugar de cada ser humano. La expresión es tan amplia que abarca a todos sin distinción. Nadie queda fuera del alcance de esa muerte sustituta. Por eso, más adelante Hebreos ofrece la salvación diciendo: “acerquémonos... al trono de la gracia” (He 4:16) – porque sabemos que hay gracia suficiente para cualquiera, ya que Jesús murió por todos.
  • 2 Pedro 3:9“...no queriendo [Dios] que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9 RVR1960 - El Señor no retarda su promesa, según - Bible Gateway). Ya citado, este versículo refleja el corazón de Dios: Él no se complace en la perdición de nadie. Si Dios no quiere que nadie se pierda, envió a Cristo para proveer salvación a todos. Cualquier limitación en quién se salva viene de la obstinación humana (que “no quiere” arrepentirse), no de la falta de sacrificio provisto.
  • 2 Pedro 2:1“...habrá falsos maestros... que negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina” (2 Pedro 2:1 RVR1960 - Falsos profetas y falsos maestros - Bible Gateway). Este pasaje es muy significativo: afirma que incluso personas que finalmente se perderán (falsos maestros que terminan bajo destrucción) habían sido “rescatadas” o “compradas” por el Señor mediante su obra (el término griego apunta a compra/redención). ¡Cristo pagó por el pecado aun de quienes lo niegan! Esto es incompatible con la expiación limitada, pero encaja perfectamente con la expiación universal: Jesús murió por todos, aunque no todos aprovechen ese rescate y, al rechazarlo, se pierdan sin remedio. Su sangre fue suficiente para ellos, pero fue despreciada por ellos.
  • 1 Timoteo 4:10“...esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen” (1 Timoteo 4:10 - Bible Gateway). Dios es Salvador de todos en cuanto ha provisto salvación para todos (hizo todo lo necesario por todos), pero esa salvación se materializa “mayormente” (o “especialmente”) en los que creen – es decir, solo los creyentes la disfrutan plenamente. Este versículo distingue claramente entre la provisión universal de salvación y la aplicación particular a los creyentes. No diría que Dios es Salvador de todos si Cristo no hubiera muerto por todos.
  • Tito 2:11“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres (Tito 2:11-14 RVR1960 - Porque la gracia de Dios se ha - Bible Gateway). La gracia salvadora de Dios, personificada en Cristo, aparece con alcance universal. No hay hombre o mujer fuera del radio de acción de esa gracia. En el verso 14 se añade que Cristo “se dio a sí mismo por nosotros” para redimirnos de toda iniquidad – entrega que, según el v.11, beneficia a todos los hombres, aunque solo “nosotros” (los creyentes) somos su pueblo especial. De nuevo se ve la diferencia entre alcance y resultado: el alcance es todos, el resultado es un pueblo celoso de buenas obras compuesto por quienes reciben la gracia.
Estos pasajes (y otros que podríamos añadir) construyen un caso bíblico abrumador.
Termos como “todos”, “todo el mundo”, “ninguno… sino que todos” difícilmente podrían entenderse de otra forma que literal e inclusiva. Frente a esto, la doctrina de la redención limitada se apoya en inferencias teológicas y en reinterpretar pasajes más oscuros, pero no en declaraciones claras de la Escritura (pues no existe un versículo que diga que Jesús no murió por alguien). Por ello, al presentar esta evidencia bíblica en un debate cristiano, se muestra que la carga de la prueba recae sobre la posición calvinista: ¿cómo sostener la idea de una expiación limitada ante textos tan explícitos?
La opción más sensata es dejar que la Escritura hable con su sentido llano: “Cristo murió por todos” (2 Co 5:15), “dio su vida en rescate por muchos” – y “muchos”, en contexto bíblico, significa muchos sin número e incluye a la totalidad (cf. Ro 5:19 donde “los muchos” = “todos”).
 

5. La resurrección de todos: evidencia de que Cristo redimió a la raza humana entera​

Un punto final a considerar, y que frecuentemente se pasa por alto, es el hecho de la resurrección universal de los muertos y su implicación para la expiación.

La Biblia enseña que gracias a la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte, todos resucitarán en el día final, tanto salvos como condenados. Jesús lo afirmó claramente: “viene la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación (Jn 5:28-29).

Asimismo, Pablo testificó ante el gobernador Félix “que ha de haber resurrección de los muertos, así de justos como de injustos (Hch 24:15).

¿Por qué es esto relevante?

Porque la muerte entró por el pecado de Adán y afectó a todos (Ro 5:12); de igual modo, la resurrección de los muertos entra por la obra de Cristo y afecta a todos (como vimos en 1 Co 15:21-22 (1 Corintios 15:21-22 RVR1960 - Porque por cuanto la muerte entró por - Bible Gateway)).

En otras palabras, Cristo rompió las cadenas de la muerte para toda la humanidad.
Si la expiación de Cristo fuese limitada únicamente a los elegidos, no habría razón para que los no elegidos resucitaran – ellos seguirían bajo la pena de muerte eterna que el pecado trajo.
Pero la realidad es que hasta los no salvos serán resucitados (para enfrentar el juicio), lo cual indica que hay un efecto universal de la redención de Cristo que alcanza incluso a los que no se salvan.

¿Cómo es esto posible?
Precisamente porque Jesús, al morir y resucitar, venció la muerte en sí misma, recuperando lo que Adán perdió. “El aguijón de la muerte es el pecado” (1 Co 15:56); al quitar el pecado del mundo en la cruz, Jesús quitó el aguijón con el que la muerte retenía a la humanidad.

Por eso Apocalipsis 1:18 muestra a Cristo resucitado diciendo: “Yo soy el que vivo... y tengo las llaves de la muerte y del Hades”. Él tiene autoridad sobre la muerte de todos. “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:21-22 RVR1960 - Porque por cuanto la muerte entró por - Bible Gateway).

En base a esta verdad, muchos teólogos a lo largo de la historia han reconocido una distinción entre la redención general (o “beneficios comunes” de la expiación) y la redención especial (la salvación de los creyentes).

Generalmente, los calvinistas mismos admiten que la expiación de Cristo tiene efectos beneficiosos para toda la creación (por ejemplo, retrasando el juicio, proporcionando bendiciones temporales incluso a los impíos, etc.). ¡Pero la resurrección universal es el beneficio más claro y bíblico de la obra de Cristo para todos! Todos vivirán de nuevo gracias a Cristo, aunque no todos vivirán eternamente felices con Cristo.

¿En qué refuta esto la redención limitada?

En que demuestra que Cristo sí hizo algo por los “no elegidos”: les devolvió la vida que habían perdido en Adán.

Ese “algo” es parte integral de la redención. Cuando Jesús dice: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11:25), lo es potencialmente para todos. El hecho de que los impíos resuciten para ser juzgados implica que la muerte (como consecuencia de pecado) no tiene la última palabra ni siquiera sobre ellos, porque Cristo la destruyó objetivamente. Ahora bien, tras resucitar, los que rechazaron a Cristo enfrentarán el juicio final y la “segunda muerte” (Ap 20:14-15), que es el castigo eterno.

Pero esto ya no se debe a que no hubiese expiación por sus pecados, sino a que despreciaron la expiación y permanecieron en incredulidad.
En Juan 5:29, Jesús señaló que lo que determina vida o condenación en la resurrección es el haber hecho lo bueno o lo malo – y según el mismo evangelio de Juan, “esta es la obra de Dios, que creáis en aquel que Él ha enviado” (Jn 6:29). Es decir, el bien por excelencia es recibir a Cristo; el mal definitivo es rechazarle.
Los que rechazaron, aun resucitados, quedarán sin cobertura en el juicio porque no tienen a Cristo como abogado (1 Jn 2:1).
Pero podrían haberlo tenido, ya que Él pagó por sus pecados también. Jesús lamentó sobre Jerusalén incrédula: “¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos... y no quisiste!” (Mt 23:37).
Vemos de nuevo la tensión entre la voluntad salvadora de Cristo y la negativa del hombre. Él quería salvarlos (lo demuestra muriendo por ellos), pero ellos no quisieron. Nunca Jesús sugirió: “no eran reunidos porque en realidad no morí por ustedes”.

En síntesis, la resurrección universal es un testimonio silencioso de que Cristo efectuó una redención objetiva por toda la raza humana. Para el creyente, esa redención resulta en vida eterna; para el que persevera en incredulidad, la redención comprada no le librará del justo castigo, pero sí lo saca de la muerte física para que encare a su Juez. Incluso en la condenación de los impíos, Dios es glorificado porque proveyó medios de salvación que ellos rechazaron, demostrando Su justicia (ellos perecen a pesar de que Cristo murió por ellos, por su obstinación). Romanos 11:32 lo expresa así: “Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” – al final, solo quedan bajo condena los que rehúsan esa misericordia. La redención limitada no puede explicar la resurrección de los incrédulos sin contradecirse: si Cristo no les compró, ¿cómo pueden beneficiarse de su triunfo sobre la muerte? Pero con la expiación universal, todo encaja: *“mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho” (1 Co 15:20), “porque... en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:21-22 RVR1960 - Porque por cuanto la muerte entró por - Bible Gateway). ¡Gloria a Dios, que nuestro Señor Jesús venció a la muerte para todos! Esto exalta aún más la obra de Cristo, cuyo poder se extiende sobre cada ser humano y ante cuyo Nombre “toda rodilla” se doblará (Fil 2:10) – ya sea en adoración voluntaria para salvación, o forzada en el juicio final reconociendo que Él es Señor de todos.
 

Conclusión​

Hemos presentado un recorrido bíblico que refuta la doctrina calvinista de la redención limitada enfatizando la obra de Jesucristo.
A la luz de la Escritura, la idea de que Jesús derramó su sangre solo por unos pocos elegidos no se sostiene.
Por el contrario, la Biblia enseña que:
  • El sacrificio de Cristo fue sustitutivo y suficiente por todos los hombres. Él es el “Cordero de Dios” para el mundo entero, el segundo Adán cuya obediencia perfecta puede justificar a todos los afectados por el pecado. No hubo ninguna deficiencia o restricción en el valor de su muerte: “Él murió por todos” (2 Corintios 5:14-17 RVR1960 - Porque el amor de Cristo nos - Bible Gateway), aunque no todos quieran recibir ese beneficio.
  • Las consecuencias de la caída (pecado, muerte) son contrarrestadas universalmente por Jesús. Cualquiera que sea condenado finalmente, lo será por rechazar la gracia provista, no por falta de provisión. Adán arruinó a todos; Cristo, en un acto de gracia sobreabundante, proveyó salvación para todos (Ro 5:15, “...y abundó mucho más para con muchos”). Dios mostró “su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Ro 5:8) – ese es el fundamento inamovible.
  • La salvación del hombre se apoya en la libre obediencia de Cristo, no en un favoritismo divino. Dios eligió a Cristo como medio de salvación para la humanidad, y en Él invita a todos. La pregunta decisiva no es “¿soy yo uno de los elegidos?”, sino “¿estoy yo en Cristo por la fe?”. Y dado que Cristo murió por ti, querido lector, nada te impide acudir a Él. “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida” (1 Jn 5:12). Todo depende de tu relación con el Hijo, porque Él ya hizo la obra necesaria en la cruz.
  • Pasajes como Juan 3:16, 1 Tim 2:4-6, 1 Jn 2:2, Rom 5:18-19, 2 P 3:9, Tito 2:11, entre muchos otros, proclaman una redención sin limitaciones de alcance. Frente a la claridad de estas declaraciones, la supuesta “expiación limitada” es un concepto extraño impuesto sobre el texto bíblico. La interpretación más sencilla –y bíblicamente honesta– es entender que “Dios amó al mundo”, que Cristo “probó la muerte por todos”, que Dios “quiere que todos sean salvos” y que Jesucristo “es el Salvador de todos”. Todo esto se toma en su significado normal: todos es todos.

Al presentar estos argumentos en un foro cristiano, nuestro objetivo no es crear contienda sino exaltar la persona y la obra de Jesucristo.

Él merece toda la gloria precisamente porque “por la gracia de Dios gustó la muerte por todos” (Hebreos 2:9 RVR1960 - Pero vemos a aquel que fue hecho un - Bible Gateway), porque su amor fue lo suficientemente grande para abarcar a cada pecador.

La postura calvinista, aunque bien intencionada en resaltar la soberanía de Dios, termina –sin querer– reduciendo el alcance de la misericordia manifestada en la cruz.

En cambio, el testimonio unánime de las Escrituras es que “donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Ro 5:20), y esa gracia que sobreabunda no excluye a nadie por antecedente étnico, moral ni por un decreto oculto, sino que se ofrece a todo el que la quiera recibir.

En última instancia, cada persona que se pierda no podrá culpar a que “Cristo no pagó por mí”, sino que reconocerá que rechazó voluntariamente al Salvador que sí había pagado hasta por sus pecados.

Jesús lloró por los que no quisieron venir a Él (Lc 19:41-42), y 1 Timoteo 2:6 declara que Él dio testimonio de haberse dado en rescate por todos “a su debido tiempo” – es decir, en el momento histórico adecuado Cristo mostró ese amor por todos. ¡Que nosotros, como sus seguidores, demos también buen testimonio de ese amor universal!

Prediquemos con confianza a cada criatura que hay buenas nuevas: “Cristo murió por ti; Dios te ama y te llama al arrepentimiento”. Este mensaje tiene respaldo bíblico pleno. Cualquier enfoque teológico que nos impida decir sinceramente a alguien “Cristo murió por ti” debe ser revisado a la luz de la Palabra de Dios.

Para concluir, afirmamos que la redención lograda por Jesucristo no está limitada en su alcance: Él es el Salvador del mundo entero y ofrece salvación a todo ser humano.

La única limitación está en la respuesta del hombre – la expiación, aunque suficiente para todos, solo es eficaz para aquellos que por fe la reciben. Esta tensión entre la provisión infinita de Dios y la aceptación finita del hombre no disminuye en nada el amor y la justicia divinos; al contrario, los realza. Dios “mandó a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hch 17:30) y puede hacerlo justamente porque Cristo ya pagó el precio del perdón de todos.

Quiera el Señor que honremos la anchura y la longitud de la cruz de Cristo, proclamando con las Escrituras que “Él mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2 RVR1960 - Y él es la propiciación por nuestros - Bible Gateway).

Esta es la buena noticia que ofrece esperanza cierta a cualquiera que la escuche: “el que quiera, venga”. ¡Aleluya, el Cordero fue inmolado y con su sangre compró para Dios gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación (Ap 5:9) – nadie queda fuera del alcance de su amor!*
 

1. La sustitución de Cristo en la cruz y la redención para todos


Jesucristo se ofreció a sí mismo en la cruz como sustituto de toda la humanidad, no únicamente de un grupo selecto.
La Biblia declara que Jesús es “el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo (Jn 1:29), es decir, que en la cruz Él cargó con el pecado de todo el mundo.
Esta sustitución vicaria se ve claramente en pasajes como Isaías 53, donde se profetiza que el Siervo del Señor llevaría las iniquidades de todos: “Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Is 53:6). En el Nuevo Testamento, Juan afirma: “Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1 Juan 2:2 RVR1960 - Y él es la propiciación por nuestros - Bible Gateway). Esto significa que el sacrificio de Cristo satisfizo la justicia divina por los pecados de la totalidad de la humanidad, no únicamente de los creyentes. Cristo fue nuestro sustituto real, experimentando la muerte que merecíamos todos, para ofrecer a todos la vida eterna.

La extensión universal de la expiación se declara una y otra vez.
Por ejemplo, Pablo enseña que Jesús “se dio a sí mismo en rescate por todos (1 Timoteo 2:4-6 RVR1960 - el cual quiere que todos los hombres - Bible Gateway), y llama esta verdad un testimonio dado “a su debido tiempo” (1 Ti 2:6). Del mismo modo, en Hebreos 2:9 leemos que Jesús “por la gracia de Dios gustó la muerte por todos (Hebreos 2:9 RVR1960 - Pero vemos a aquel que fue hecho un - Bible Gateway).

Si la intención de Dios hubiera sido que Cristo muriera solo por algunos, la Escritura no usaría consistentemente términos como “todos”, “todo el mundo” o “el mundo” al describir el alcance de la expiación. Más aún, Jesús explicó el propósito de su venida de forma inclusiva: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él” (Juan 3:16-17 RVR1960 - De tal manera amó Dios al mundo - Bible Gateway).

Aquí “mundo” significa la humanidad caída en su totalidad; Cristo vino a salvarla, aunque solo se efectiviza en “todo aquel que cree”. No hay indicio en estos textos de que “mundo” signifique “mundo de los elegidos” – esa es una reinterpretación forzada que el texto bíblico no respalda.

Otro pasaje contundente es 2 Corintios 5:14-15: “...pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Corintios 5:14-17 RVR1960 - Porque el amor de Cristo nos - Bible Gateway).

Aquí Pablo razona que la muerte de Cristo fue representativa: cuando Él murió, en cierto sentido “todos murieron” en Él, es decir, Él se identificó con toda la raza humana en su muerte. Así como Adán representó a toda su descendencia en la caída, Cristo representó a toda la humanidad en la cruz. No hay exclusión en las palabras de Pablo“uno murió por todos” – lo cual encaja perfectamente con la doctrina de una expiación ilimitada y contradice la idea de que Jesús no murió por algunos. Además, el versículo 15 refuerza que la intención es que aquellos “por quienes” murió (que son todos) puedan vivir para Él. La muerte sustitutiva de Cristo abarca a todos los hombres; la diferencia está en que no todos responden viviendo para Él. En resumen, la Biblia enseña que Jesús tomó el lugar de cada ser humano en la cruz, ofreciendo perdón y reconciliación a todos. La doctrina calvinista que restringe esto a un grupo exclusivo simplemente no encuentra apoyo en el lenguaje claro de la Escritura.
 

2. La obra de Cristo vs. las consecuencias de la caída de Adán​


Un fuerte argumento bíblico contra la redención limitada es el paralelismo que traza Pablo entre Adán y Cristo.
Así como el pecado de Adán afectó a toda la humanidad sin excepción, la obra justa de Cristo tiene implicaciones para toda la humanidad sin excepción.
Romanos 5:18-19 lo afirma de manera inequívoca: “Así que, como por la transgresión de uno [Adán] vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno [Cristo] vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos” (Romanos 5:18-19 RVR1960 - Así que, como por la transgresión de - Bible Gateway).

Observemos la estructura paralela: la condena alcanzó a “todos los hombres” por el pecado de Adán, y del mismo modo la justificación se extiende a “todos los hombres” por la justicia de Cristo.
Si todos quedaron bajo maldición en Adán, Cristo vino a deshacer ese daño para todos.

Es cierto que no todos reciben la justificación (porque se requiere fe), pero el texto indica que la provisión justiciante está hecha en favor de todos, así como la caída afectó a todos. Limitar la expiación a menos que la totalidad de los afectados por la caída implicaría que la obra de Cristo es menos poderosa o menos amplia que la de Adán, lo cual sería absurdo y contrario a la enseñanza paulina.

La intención redentora de Dios en Cristo es tan universal como lo fue la ruina causada por el pecado de Adán.

Otro texto clave en esta línea es 1 Corintios 15:21-22: “Porque por cuanto la muerte entró por un hombre [Adán], también por un hombre [Cristo] la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:21-22 RVR1960 - Porque por cuanto la muerte entró por - Bible Gateway).

Aquí vemos de nuevo que “todos” los que mueren en Adán (que es toda la raza humana) “serán vivificados” en Cristo. En el contexto de 1 Corintios 15, Pablo habla tanto de la resurrección corporal como de la victoria sobre el pecado y la muerte lograda por Cristo. Por supuesto, “ser vivificados en Cristo” tiene un orden (Cristo como primicias, luego los que son de Cristo – 1 Co 15:23), pero el punto es que la resurrección de los muertos llega a la humanidad por medio de Cristo para todos. Esto ya nos adelanta el tema de la resurrección universal que trataremos más adelante, pero nótese el alcance: todos los que fueron alcanzados por la muerte a causa de Adán serán alcanzados por la resurrección a causa de Cristo. La Biblia no dice “algunos serán vivificados” sino “todos”. Nuevamente, la diferencia estará en el destino eterno (vida o condenación) según la respuesta del individuo al evangelio, pero la obra de anular la muerte es un hecho consumado por Cristo para el beneficio de toda la humanidad.

Hebreos 2:14-15 también enseña que Jesús, tomando nuestra humanidad, destruyó el poder de la muerte y del diablo para librar a “todos” los que estaban sujetos al temor de la muerte. Y 1 Juan 3:8 dice que Él “vino para deshacer las obras del diablo”, las cuales afectaban a toda la creación.
Es decir, Cristo vino a revertir la maldición de la caída.
Por eso, 2 Pedro 3:9 enfatiza el deseo universal de Dios: “El Señor... es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9 RVR1960 - El Señor no retarda su promesa, según - Bible Gateway).
Sería incompatible que Dios quisiera sinceramente que nadie se pierda, y a la vez que Cristo no hubiera provisto los medios de salvación para algunos.
La voluntad salvífica universal de Dios está respaldada por la provisión salvífica universal de Cristo.
Si Dios quiere que “todos” se arrepientan, es porque Jesús ya pagó por todos y así puede salvar a todos los que se arrepientan y crean.
En resumen, la obra redentora de Cristo anuló objetivamente las consecuencias de la caída de Adán para todos los hombres en cuanto a poner la salvación al alcance de todos y asegurar la resurrección de todos.
La única razón por la que un ser humano permanece bajo condenación es si rechaza los beneficios de esa obra (Jn 3:18), no porque Cristo no haya muerto por él.
La redención limitada, por el contrario, implicaría que habría personas condenadas aun si hubiesen querido arrepentirse, porque no habría sacrificio disponible para ellas – una noción totalmente ajena al evangelio bíblico.
 

3. Libre albedrío de Cristo y obediencia perfecta: el verdadero fundamento de la salvación​


La posición calvinista tiende a colocar el fundamento último de la salvación en un decreto incondicional de elección hecho por Dios antes de la creación.
En cambio, el Nuevo Testamento señala una y otra vez que el fundamento de nuestra salvación es la obediencia libre y perfecta de Jesucristo como representante de la humanidad.
Fue la decisión libre de Cristo de hacer la voluntad del Padre, su entrega voluntaria en la cruz, lo que logró la expiación de nuestros pecados.
Jesús dijo: “Yo pongo mi vida por mis ovejas... Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Jn 10:15,18). Aquí vemos el libre albedrío y la determinación de Cristo para salvarnos. Él eligió obedecer y morir por todos nosotros, cuando podía haberse librado (Mt 26:53-54).

Esta obediencia voluntaria es el acto clave que asegura salvación a la humanidad caída.

Filipenses 2:8 nos recuerda que Cristo “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Y como vimos antes, Romanos 5:19 atribuye nuestra posibilidad de ser justos a la “obediencia de uno” – la de Jesús (Romanos 5:18-19 RVR1960 - Así que, como por la transgresión de - Bible Gateway).

La salvación descansa sobre esa obediencia perfecta de Cristo, no sobre nuestra propia obediencia ni sobre una selección arbitraria.

Es importante notar que la obediencia de Cristo contrasta con la desobediencia de Adán.
Adán, teniendo libre albedrío, desobedeció a Dios y trajo ruina; Cristo, teniendo libre albedrío como hombre, obedeció plenamente a Dios y trajo redención.
Jesús, el “postrer Adán” (1 Co 15:45), vino a deshacer lo que el primer Adán hizo mal, como vimos en Romanos 5.
Dios Padre planeó la salvación, pero fue la respuesta libre del Hijo en la historia –su venida al mundo en carne, vida sin pecado, muerte sustitutiva y resurrección– la que efectuó concretamente esa salvación.
Por eso Hebreos 5:8-9 declara que Cristo “aprendió la obediencia” por lo que padeció y “habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”. Notemos de paso que nosotros debemos obedecerle a Él para beneficiarnos de esa salvación (es decir, responder en fe y sumisión), lo que asume que tenemos la oportunidad real de hacerlo dado que Él murió por nosotros.

¿Por qué es esto relevante contra la expiación limitada?

Porque el Calvinismo, al postular que Cristo no murió por muchos seres humanos, en la práctica subordina la obra de Cristo a una supuesta elección secreta: es decir, Cristo obedeció hasta la muerte solo por aquellos que Dios había elegido previamente.

En tal esquema, no es la obediencia plena de Cristo la que en sí misma asegura salvación para todos los hombres, sino la decisión previa de Dios de salvar solo a algunos.

La Biblia, sin embargo, presenta la elección en Cristo después (y en base a) la obra redentora, no antes de ella como una condición limitante. Efesios 1:4-7 dice que Dios “nos escogió en Él [Cristo] antes de la fundación del mundo... en quien tenemos redención por su sangre”. Esto significa que la elección de Dios está en Cristo y en conexión con su sangre redentora; Dios decidió salvar a la humanidad por medio de Cristo y a los que están “en Cristo” por la fe.

Pero ¿quiénes pueden estar en Cristo? Todos aquellos por quienes Él murió. Si Jesús murió por todos, cualquiera puede arrepentirse y unirse a Él para ser salvo; la elección no es arbitraria, sino que Dios elige salvar a todo aquel que esté unido a Cristo por la fe, y ha provisto que cualquiera pueda hacerlo puesto que Cristo murió por todos. Así la libre obediencia de Cristo, no un favoritismo divino, es la base sobre la cual Dios puede declarar justo al pecador que cree (Ro 3:26).

En Juan 3:16-17 (citado arriba) vemos el énfasis en la iniciativa amorosa de Dios enviando a Cristo, pero también en la responsabilidad humana de creer (“para que todo aquel que en Él cree no se pierda”). El versículo siguiente dice: “El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Jn 3:18). Note: la razón de la condenación final es rechazar a Cristo, no el que Cristo no haya muerto por esa persona. Jesús ya hizo lo necesario por todos; depende de cada uno aceptar o rechazar. Esto otorga pleno significado tanto a la obra de Cristo como al llamado universal del Evangelio: “El que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap 22:17). Si la expiación estuviera limitada de antemano, ese llamado a “el que quiera” sería insincero.

Pero Cristo de verdad quiere salvar a todos, porque dio su vida por todos. Por tanto, la salvación ofrecida es genuinamente accesible para todo ser humano – “Dios... desea que todos los hombres sean salvos” (1 Timoteo 2:4-6 RVR1960 - el cual quiere que todos los hombres - Bible Gateway) – pero Dios no violenta la respuesta libre de cada uno.
La libre obediencia de Cristo abrió la puerta de la salvación; ahora cada persona debe, en su propia voluntad, decidir entrar por esa puerta o rechazarla.
En conclusión, un enfoque bíblico sitúa el énfasis en Cristo (no en un decreto oculto) como el fundamento de la salvación: su obediencia hasta la muerte es suficiente para salvar a cualquiera, y esa suficiencia universal sostiene la oferta universal del evangelio. La doctrina de la expiación limitada, al desplazar el fundamento hacia una elección secreta, minimiza la plenitud de la obediencia de Cristo y contradice el carácter magnánimo del amor de Dios revelado en la cruz.