Originalmente enviado por Ofecus:
¿Qué seguridad tengo de que la Biblia es la palabra de Dios?
¿Qué me asegura que eso sea cierto?
¿Cómo comprobar que es la palabra de Dios?
¿Son confiables las epistolas?
Ofecus.
Estimado Ofecus:
Trataré de contestar lo que preguntas.
Por la forma de redactar la primera pregunta supongo que admites grados de seguridad. Si esto es correcto, entonces mi respuesta sería como sigue:
La seguridad absoluta, o certeza, de que la Biblia es la Palabra de Dios, solamente puede tenerla quien ha creído en Jesucristo como su Señor y Salvador.
Quien desea hacer la voluntad de Dios sabe que su Palabra es verdad (Juan 7:16-17). El Espíritu Santo de Dios da testimonio a nuestros espíritus de que somos hijos de Dios (Gálatas 3:26; 4:6; Romanos 8:15-16) y el mismo Espíritu nos guía a toda verdad (1 Juan 2:20-27) acerca del testimonio que Dios mismo da (1 Juan 5:6-10) y de que Él ha hablado a través de la Escritura (2 Timoteo 3:15-16; 2 Pedro 1:20-21).
Esta certeza de la que hablo es un hecho en la experiencia de todos los verdaderos cristianos, y no requiere de por sí más evidencia. Sin embargo, muchos hechos acerca de la Biblia sirven como corroboración o confirmación de su fe.
Estos mismos hechos, que enumero brevemente abajo, no son por sí mismos suficientes para dar la misma clase de seguridad a una persona que no es cristiana. Sin embargo, sí le permiten comprobar que la Biblia en su conjunto es un documento confiable y por tanto sus enseñanzas deben tomarse seriamente.
Entre las principales razones, menciono:
A. Consistencia interna. A pesar de haber sido escrita en un largo intervalo, en diferentes lugares y por personas de trasfondo diferente, la Biblia posee una coherencia notable en sus enseñanzas acerca de Dios, el hombre y la salvación. En sus páginas puede notarse un progreso tanto en la revelación como en la obra de salvación.
B. Enseñanzas. Si más personas obedeciesen las enseñanzas de la Biblia no cabe duda que este mundo sería un mejor lugar para todos.
C. Profecía predictiva cumplida. La Biblia contiene muchas profecías cuyo cumplimiento está registrado en la historia. Hay otras que aún no se han cumplido, pero la fidelidad de las predicciones previas nos llevan a creer que todo será cumplido.
D. Milagros. Muchos milagros bíblicos fueron corroborados aún por testigos hostiles. Notablemente, en la Biblia los milagros están concentrados en tres épocas cruciales: el tiempo del Exodo, el de los profetas del siglo IX, y el de Jesús y los Apóstoles. Los más grandes milagros son, desde luego, la encarnación de nuestro Señor y su resurrección.
D. Confiabilidad histórica. Tanto documentos extrabíblicos como la arqueología hacen pensar que la historia que la Biblia narra es correcta. Aunque existen desde luego lagunas (como en otras áreas del conocimiento de la antigüedad) ninguna de las afirmaciones históricas de la Biblia ha sido refutada con éxito.
E. Transmisión y conservación providencial del texto bíblico. Tanto el texto hebreo del Antiguo Testamento como el texto griego del Nuevo Testamento ha sido preservado con notable exactitud en comparación con cualquier otro documento antiguo.
F. Resultados en las vidas transformadas de aquellos que han puesto su fe en Cristo y siguen las enseñanzas de la Biblia. En una ocasión un maestro cristiano fue confrontado por un ateo militante que proclamaba que el hombre mejoraba cuando rechazaba la religión y admitía la inexistencia de Dios. Sin arredrarse, el pastor le contestó que con gusto llevaría al día siguiente cien personas cuyas vidas habían sido transformadas para bien por el Evangelio, siempre y cuando su interlocutor se comprometiese a llevar otras tantas personas cuyas vidas hubiesen sido cambiadas para bien por el ateísmo... o al menos diez. Desde luego, ello no ocurrió.
Las epístolas del Nuevo Testamento son en general tan confiables como el resto de sus documentos y contienen aspectos muy importantes de la enseñanza apostólica.
Retornando al tema de la comprobación, como ya sugerí, toda la evidencia esbozada no basta para obtener certeza, del mismo modo que la proporcionaría un teorema matemático bien formulado. De hecho, jamás podrás tener certeza si no eres cristiano.
Si esto te parece una exigencia injusta, considera lo que ocurre en otros órdenes de la vida. Por ejemplo, supongamos que deseo acceder a una caja de seguridad para ver si tiene cierta documentación. Alguien me provee la clave, pero no sé si verdaderamente funciona. Tampoco si la documentación que busco está allí. Debo insertar la clave, debo entrar y abrir la caja, y debo examinar su contenido; pero sólo puedo hacerlo adecuadamente cuando esté adentro. Claro está que podría enviar a alguien a hacerlo por mí, pero en este caso, debería confiar en el testimonio de quien envié en lugar de comprobarlo por mí mismo. El grado de certeza dependería de la confianza que tenga en mi testigo, pero virtualmente nunca será igual al de una comprobación directa.
O supongamos que aprendes perfectamente la teoría del manejo de automóviles, la natación o el salto en paracaídas... Solamente podrás tener certeza de que lo sabes hacer cuando lo pongas en práctica por ti mismo.
Espero que estas reflexiones te ayuden en tu búsqueda.
Bendiciones en Cristo,
Jetonius
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