Si Anibal volviera...
Si Anibal volviera...
A Anibal: Creo que he llegado tarde y mi mensaje es escrito para que no lo leas (tu último mensaje es del 8 de febrero y hoy es ya 24). Parece una botella arrojada al mar y sin que haya otra orilla. Tal vez pase como el criminal que termina volviendo al lugar del crimen. Pues en ese caso, ahí está mi mensaje. Bueno, tampoco digo grandes cosas así que aunque no vuelvas no te vas a perder nada (la verdad es que te veo desesperanzado y eso es lo más triste que le puede ocurrir a una persona). En una cosa has dado en el clavo: “soy humano como todos y nuestros anhelos son muy parecidos”. El aire de autosuficiencia que se ve en los ateos (y no lo digo sólo por ti sino en general) oculta que la procesión va por dentro. Por muy ateos o muy listos que sean (o seáis), siempre queda algo que se escapa. No tenéis ni siquiera al alcance ese clavo ardiendo al que agarraros. Os caéis, os dais cuenta y, soberbiamente, os jactáis... pero la procesión va por dentro. A nadie le gusta caerse. O peor todavía, a nadie le gusta caerse al pozo oscuro donde no se ve el fondo y del que no se puede salir. Es triste, sí. Pero has dado un gran paso, el de reconocerte un ser con entrañas y que se asusta al mirar a ese pozo negro oscuro sin salida, que da bastante más dentera que los infiernos de chiste. No sé si será cuestión de química, hormonas o lo que sea, pero cuando os va de maravilla, no pensáis en el destino vuestro y de cada hombre, os creéis que sois dioses, autores y poseedores de vuestra vida y sobre todo, de la verdad por dolorosa y oscura que sea, pero ay..., cuando se ven las orejas del lobo... (y se ven muchas veces). Te cuesta creer, ¿no?. ¿Crees que todos los creyentes somos unos campeones de la fe, tan hieráticos y fríos como aparentáis ser los ateos, tan seguros de sí mismos, tan “dioses”?. Pues somos humanos como todos y nuestros anhelos son muy parecidos. Titulas este foro abierto por ti como “es difícil ser ateo”. Y no es difícil porque las comodidades del mundo vayan por esa línea (que van, y así nos va) sino porque al final de todo, está el agujero, la oscuridad, el olvido, la disolución, el abandono, la muerte total. Vaya, te has dado cuenta. La sociedad no se preocupa para nada del destino del hombre. Más bien, la sociedad es de los vuestros, y a los nuestros (los creyentes) nos pone palos en los radios, nos critican, nos persiguen y acosan. Pero ¿de qué sirve que la sociedad se venda al ateismo más material si no se consigue nada?. Veo que has visto las orejas al lobo (valga la expresión coloquial que ya sabrás por dónde van los tiros), y no sé si eso te honra o por lo menos, vas a utilizar más tus neuronas reflexionando. Conocerás sin duda muchos ateos como tú que no estén tan preocupados. Claro, la frivolidad lo tapa todo. Mejor no ver nuestro destino material, mejor no ver lo que sale por la televisión o los periódicos, mejor no ver que es lo que hace la madre naturaleza con tus amigos, o los padres de tus amigos, o etc... (mismamente, un compañero de trabajo cincuentón, que no cree en nada, sin problemas está a favor de eutanasizarse si fuera menester para tener una muerte digna... y lo dice ahora pletórico de salud. Ya veremos dentro de veinte años). Por lo menos tú te has atrevido a ver lo que la sociedad frívola nos intenta ocultar (pero no puede): el destino final del hombre, o mayormente, para qué hemos venido al mundo. Y te deprimes (y con razón porque es deprimente. ¿Es deprimente?). Pues cambio de tema.
Cierto es que existe lo que toco. Pero si tuviera más de dos dedos de frente, no me quedaría ahí sólo. Existe mucho más de lo que yo pueda abarcar. Los ateos materialistas no creéis en el espíritu (¡pues imagínate el Espíritu Santo!). Pues ¿qué sería del mundo sin el Espíritu?. Es curioso, todo el universo creado para que unos bichitos con espíritu (con alma) se muevan por un minúsculo planeta en un lugar perdido del universo. Se diría que Dios es derrochón, pero claro, como es omnipotente, no le cuesta nada. ¿Dios?. ¿Y quien es Dios?. Pues Dios, el creador de todo lo que ves. ¿No te convence?. Claro, te han dicho que todo es mentira (me gustaría saber qué tipo de máquina es el universo que funciona sin dueño que apriete el botón que la ponga en marcha). A Dios es algo más y le podemos conocer; Dios es Padre. Dios es Hijo: Jesucristo. Tampoco te convence. Claro, también te han dicho que el Cristo de la fe es un mito relacionado con otros mitos contemporáneos. Pues yo no creo en un mito, yo creo en una persona, que ha dado su vida por nosotros. ¿Sigues relacionándolo con otros mitos?. Mira que me parece muy bien la posición que ha tomado Catala, que asomándose a la complejidad de la célula, encuentra en ella a Dios. Igualmente todos podemos rastrearle observando la naturaleza (y desde el Big Bang hasta la expansión y extinción final del universo), pero..., no sé, ese Dios desconocido que todo hombre de toda raza y lugar vislumbra, se ha manifestado en Jesucristo (ahí no coincido con Catala, claro, ni con muchos hombres de raza y lugar..., que no crea en Jesucristo). Se ha discutido hasta la saciedad sobra la historicidad de Jesucristo. Los más no dudan de su existencia, pero siempre habrán unos menos que nieguen que Jesucristo haya existido. ¿Por qué ese empeño en negar?. No soy yo para escudriñar en la mente de la gente que se niega a creer en Jesús, aunque sea sólo como personaje que existió en la Historia; pero el problema no está en Jesús, ni en la historia, sino en la mente de los que niegan su existencia. No podemos quitar de un plumazo el siglo I con el aporte de sus gentes. Es cierto que es un siglo oscuro, donde el cristianismo era un embrión de lo que llegaría a ser (una semilla de mostaza, pero a ninguno de nosotros, cuando éramos embriones, se llegaba a notar nuestra presencia, y ahí estábamos). Pero no me vale los ataques furibundos de los gnósticos de ahora que califican de farsante a Pablo (el personaje más siniestro y dañino de toda la historia universal, que dice Sánchez Dragó, otro gnóstico), aunque no sé si fuiste tú quien calificó a Pablo precisamente de gnóstico (es que confundo y mezclo ateos, pues básicamente todos dicen lo mismo). Aunque sí creo que fuiste tú quien eliminas de un plumazo el testimonio de los apóstoles (¿por qué Pedro es prescindible y quitable y no Pablo?). Pero es precisamente ese testimonio rubricado con sangre el que da confirmación a lo que cuentan. Sí, mucha sangre ha sido derramada ajena al cristianismo sin que sirva de justificación a los que la dieron. Muchas religiones pululan por el mundo intentando servir al único Dios (o a muchos dioses), pero estamos hablando de cristianismo, la religión que más inspección y observación ha sufrido. Jesús existe. Pedro y Pablo han existido. ¿Es mucho pedir que otorgues una oportunidad a unas escrituras que, en forma de manuscritos deshilachados, tienen casi tanta antigüedad como los hechos que narran?.
En la imágen está un fragmento del Evangelio de San Juan (p52), datado en el año 120, de los más antiguos. Todavía hay fragmentos más antiguos de San Mateo y San Marcos. Son migajas escritas por los contemporáneos de esos Pedro y Pablo que derramaron su sangre en testimonio por un tal Jesús. Pero en esos papeles no quedó la cosa. Ellos (Pedro, Pablo, la Iglesia), no es una institución de hombres, pues si sólo eso fuera, ahora no quedaría nada de ella. Es una obra de Dios, y nada puede acabar con ella. Dios nunca abandonará a su iglesia.
En fin, lo espiritual existe, y si no, pregúntaselo a tantas viejecitas que observan absortas el 27 de Julio como la sangre de San Pantaleón se licúa inexplicablemente, para volverse a solidificar el día siguiente. No lo hace la sangre por ser todopoderosa, como la Virgen no hace milagros (examinados y verificados) por ser todopoderosa, ni San Pedro hace milagros por ser todopoderoso, sino en el nombre de Dios (si, incluso la sangre de San Pantaleón)
Si has leido este largo mensaje, espero que te sirva de algo. No es cuestión de creer en Dios por temor a la muerte. La muerte y sus amigas la enfermedad, el dolor y la injusticia, nos disgusta a todos, pues todos estamos expuestos a ella. Hay algo más. La esperanza en las promesas de nuestro Señor Jesucristo que nos tiene reservadas. Si quieres, lánzate a la piscina y sin prejuicios. Como se dice cuando se impone la ceniza el miércoles de idem en que empieza la cuaresma: arrepiéntete y cree en el Evangelio. Para acabar, transcribo el comienzo del Evangelio de San Juan, donde en menos palabras se cuenta cómo, por qué y para qué se hizo este universo tan grande con nosotros dentro:
“Al principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. El estaba al principio en Dios. Todas las cosas fueron hechas por El, y sin El no se hizo nada de cuanto ha sido hecho. En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz luce en las tinieblas, pero las tinieblas no la acogieron. Hubo un hombre enviado de Dios, de nombre Juan. Vino éste a dar testimonio de la luz, para testificar de ella y que todos creyeran por él. No era él la luz, sino que vino a dar testimonio de la luz. Era la luz verdadera que, viniendo a este mundo, ilumina a todo hombre. Estaba en el mundo y por El fue hecho el mundo, pero el mundo no le conoció. Vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron. Mas a cuantos le recibieron dioles poder de venir a ser hijos de Dios, a aquellos que creen en su nombre; que no de la sangre, ni de la voluntad carnal, ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos. Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de El clamando: Este es de quien os dije: El que viene detrás de mí ha pasado delante de mí, porque era primero que yo. Pues de su plenitud recibimos todos gracia sobre gracia. Porque la Ley fue dada por Moisés, la gracia y la verdad vino por Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; Dios unigénito, que está en el seno del Padre, éste le ha dado a conocer”