Antes de poder contestar a esto hay que entender qué es la hipnosis. Ya que en la mayoría de los casos y en los casos más serios, se presenta como una especie de alteración del estado de conciencia o como una poderosa sugestión o autosugestión, con fines terapéuticos, debe ser, por tanto estudiada y tratada dentro del ámbito de la neurología y la psiquiatría. Muchos científicos y médicos mantienen una posición neutral fruto de la imposibilidad de demostrar como funciona realmente un estado hipnótico, existe una gran mayoría que lo entiende como un estado de sugestión inducido por otra persona en la que ciertas barreras o ciertas formas de percibir la realidad se alteran, y no como un estado realmente alterado de la consciencia humana. En todo caso está mal investigada y entro los que la practican existen numerosas explicaciones, en ocasiones, excluyentes. Así que tal como están las cosas, es mejor describirla con cierto escepticismo y buscando lo que a primera vista parece la mejor consideración (navaja de ockham) que es la sugestión inducida o autosugestión, aunque aparentemente parece muy fuerte.
Hay que distinguir una posición científica, aunque esta consista en interrogantes más que en respuestas, de una posición esotérica, supersticiosa, acientífica, pseudoreligiosa o incluso peor (brujería, espiritismo, etc...). Que el hipnotista o la hipnosis usen o expliquen su supuesta terapia en estos términos hace imposible a un cristiano su práctica activa o pasiva, pues probablemente la práctica esté bajo la influencia del maligno o en todo caso sea un timo supersticioso que dañe la fe del creyente. E igual los que no son creyentes, pues estas prácticas pueden hacerles daño.
Cuando se trate de timos, de estafas, de gente que la practica sin ningún tipo de formación psicológica o psiquiátrica, entonces el probablema vuelve aparecer, esta vez no sólo en especial para un cristiano, sino para toda persona. Pues no son gente con formación para discernir si la terapia afecta negativamente al sujeto, tampoco tienen formación para diagnóstico, diferencial, comorbilidad de los problemas que surjan, soluciones o terapias indicadas etc, ni tampoco parece que sabrán llevar adecuadamente la misma terapia que imparten y las complicaciones que de esta se deriven.
Por último. El día que la psiquiatría y la neurología, encuentren indicada esta terapia para ciertas enfermedades, exista un consenso entre los científicos y pueda ser explicada de forma racional y demostrable, entonces estaremos ante un método o procedimiento médico, que habrá que juzgar desde el punto moral en todo caso, pero por lo menos, podrá ser tratado con seriedad. Si se trata de un modo de sugestión que puede desbloquear recuerdos del pasado que tienen relevancia, fobias o miedos irracionales, o que sencillamente ayudan al terapeuta a realizar su trabajo con éxito; y siempre que, el que se someta a esta sugestión conozca de modo informado los pros y los contras y las mermas que en su libertad, dignidad o intimidad pueda ocasionar, entonces podrá realizarse. Siempre como está claro, que los beneficios se ponderen con dichas limitaciones y se justifiquen en un estado de necesidad o de adecuación que las hagan éticamente prescindibles.
Pero, creo, que estamos lejos de llegar a este estado de cosas. Parece que la psiquiatría moderna prefiere seguir otros caminos.