No es fácil ser un cristiano espiritual maduro. Los caracteres y mentalidades de cada persona influyen mucho. Casi todos tenemos algo de niños inmaduros. Estamos marcados por pensamientos, emociones, sentimientos, impulsos y pasiones mundanas. Muchos tienden a la división y a la discordia. Muchos tienden a ser orgullosos a querer imponer su interpretación de la realidad. Muchos se enfadan, y caen en la ira, si no se acepta lo que quieren. Parecen marcados por algún vestigio de las rabietas infantiles.
Deberíamos superar estos defectos. Esforcémonos y roguemos a Dios para que así sea.
Deberíamos superar estos defectos. Esforcémonos y roguemos a Dios para que así sea.