Definitivamente JESUS ERA RICO Y PENSABA COMO RICO!
José su padre era el dueño del taller de carpintería, en una epoca en donde todo era de madera, asi que debio tener muy buenos contratos José, porque es claro que no era un chalan de carpinteria sino el DUEÑO!
Su abuelo Materno era un hombre RICO el padre de Maria
Su abuelo paterno padre de Jose Tambien era un hombre rico.
Jesus pudo salir a su mision, porque contaba su familia con los medios necesarios para que pudieran sobrevivir sin el trabajo de de Jesus ni de José ( qepd).
Jesús relega el trabajo, como tantas cosas, a un segundo término. Ni una sola palabra del Maestro está dedicada a ensalza el valor del trabajo. Todo el que trabaje para el Reino de Dios merece ser alimentado y vestido por aquellos a los que se dirige.
Así lo hizo él mismo: nunca se le ocurrió trabajar (durante su vida ambulante) para ganarse la vida. Las mujeres que les seguían les servían, a él y a sus próximos, en todo lo que necesitaban.
Escuchemos a Lucas:
Yendo de camino, entró en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, le recíbi6 en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres.
Hasta aquí queda planteado, con descarada intención, el dilema entre el trabajo y las exigencias del Reino. A continuación, se pretende colocar al trabajo ordinario en primer lugar: Entonces, Marta, acercándose dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude".
Y la respuesta queda suficientemente clara:
Le respondió el Señor: ¡Marta, Marta, te afanas y preocupas por muchas cosas, y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada!" (Lucas 10, 38-42).
La escena parece estar narrada adrede (aunque no se tratase de un hecho real) para aclarar, de una vez por todas, lo que era bien sabido en los primeros tiempos: que los intereses del Reino están antes que cualquier preocupación humana, por muy legítima que sea.
Pero no se trata sólo de prioridades, sino que incluso deja clara su indiferencia despreciativa hacia las necesidades legítimas: sólo una cosa es necesaria... Otro tanto puede decirse del discurso acerca de la necesidad de abandonarse a la Providencia.
Mirad las aves del cielo que no siembran ni cosechan, ni recogen en graneros (es decir: no trabajan), y vuestro Padre celestial las alimenta... Aprended de los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan ni hilan (es decir: no se afanan con ningún trabajo). Pero ni Salomón en toda su gloria se visti6 como uno de ellos.
No andéis preocupados diciendo: ¿qué comeremos, qué beberemos, con qué nos vamos a vestir? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles, y ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis por el mañana; el mañana se preocupará de sí mismo. Cada día tiene bastante con su inquietud (Mateo 6, 26 y 28-29).
(Y Juan 6,26: Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre).
No existen palabras más expresivas para dar a entender lo que venimos diciendo. Jesús comprende que la gente necesita comer, beber y vestirse (observemos que aquí se está refiriendo a necesidades básicas, imprescindibles; ¿qué hubiera dicho el Maestro de lo superfluo?), pero anima a sus seguidores a dejar incluso todo eso fuera de sus preocupaciones diarias. Lo sorprendente es la afirmación de que Dios les proveerá de todo ello sólo por el hecho de ocuparse del Reino y su justicia: se os darán por añadidura.
El ejemplo acerca de las aves del cielo y las flores del campo está en contradicción con lo que cualquier campesino sabe: que miles de aves mueren de hambre, sobre todo en invierno, o cuando caen de los nidos y no pueden volar, y miles de plantas mueren de sed en los tiempos de sequía, o son arrastradas por las inundaciones. El mundo natural de Jesús es idílico.
Todo ello obligará a los foristas religiosos a afirmar que Jesús no quiso decir lo que dijo: no pensó que sus seguidores se cruzasen de brazos y esperasen que la providencia les proveyera de lo que necesitaban. Pero al razonar así, están apoyándose en un juicio a priori: "Es imposible organizar una sociedad en tales condiciones". De aquí se pasaba a concluir: Luego no pueden entenderse en sentido estricto las palabras del Maestro.
A primera vista, esas palabras tienen toda la apariencia de una frase gratuita e irreal, pero el pensamiento del Maestro, dentro de su idealismo, es coherente. Lo volvemos a comprobar cuando habla del poder de la oración: basta rogar a Dios que nos dé lo que necesitamos para que se acaben los problemas. Porque Dios es misericordioso, mucho más que un padre humano.
Todos recordamos una de las peticiones del Padrenuestro, la oración que enseñó personalmente: Danos hoy el pan de cada día (Mateo 6,11). El pan es necesario cada día, pero sólo lo pedimos para hoy. Pero, lo más importante: se trata de un bien que, normalmente, se alcanza con el esfuerzo propio en cualquier sociedad; sin embargo, en lugar de trabajar para lograrlo, debemos pedírselo al Padre.
¿Por qué pedir lo que nosotros mismo podemos conseguir? Volvemos a encontrar la admirable coherencia de pensamiento en el Maestro de Nazaret: "No os preocupéis por el mañana, porque cada día trae su propia inquietud".
Y antes de pedir el pan diario, hay otra petición: Que venga a nosotros tu Reino. El Reino del Padre es más importante que el alimento que necesitamos para vivir. Todo coincide, todo encaja: Jesús no olvida las necesidades humanas, pero las relega a un lugar secundario cuando se comparan con las maravillas del Reino.
Por último, no deja de ser significativo el hecho de que el mismo Jesús, en las dos únicas ocasiones en que dio de comer a las muchedumbres que le seguían, lo hizo mediante sendos milagros: estaba poniendo en práctica lo que predicaba a sus discípulos. Si esos milagros fueron verdaderos o no, resulta indiferente a nuestra argumentación: quienes los escribieron estaban en la misma onda que Jesús. Y si no fueron hechos reales, tal vez se escribieron con la intención de reforzar las palabras del Maestro.
Pero si nuestros problemas básicos los resuelve Dios Padre con tal de que se lo pidamos confiadamente, ¿qué necesidad tenemos de trabajar?
La sabiduría popular ha comprendido la incongruencia de esa actitud resumiéndola en un dicho muy conocido: "A Dios rogando y con el mazo dando". Los monjes, en sus monasterios, decían lo mismo, aunque con otras palabras: "Ora et labora".
Jesús, por el contrario, como ya hemos visto, pedía a sus seguidores que, para ayudar a los pobres, vendiesen sus bienes. Es obvio que o no era práctico o tenía otra cosa en la cabeza.
En las cartas apostólicas, no hay ninguna referencia a ese discurso utópico de Jesús.
Jesús ha relegado el trabajo jornalero, porque nunca lo conoció, el nunca tuvo que trabajar por lo basico!
El trabajo para Jesús era el medio para proporcionar abundancia recordemos que en aquel tiempo todo era de madera! así que un taller de carpintería, seguro que tendría bastante trabajo, además José era constructor, por lo tanto algunos buenos contratos de obra debió tener.
En ninguna escritura menciona que Jesús o su familia pasaran dificultades para conseguir lo básico para sobrevivir!
Un saludo
CLASICKO