Encierra ese mundo de tu interior

No os engañéis. No vivimos en un mundo sano.

Es un mundo agónico cuya garganta está enrojecida de tanto llorar.
Está dolido y está clamando.

Pero no es la tierra únicamente. Allá afuera, en el espacio de afuera donde los cometas y las estrellas danzan en el todo de la infinita inmensidad celestial, acompañados de lupas curiosas de acero y cristal... allí también hay dolor, angustia y grande soledad. Es problema que atañe al TODO conocido por el hombre... y es un tema de tan gigantescas proporciones, tan sumamente masivo, que no pueden sortearse por mucho que quisiéramos. Podemos mofarnos de su lenta disquisición... pero no podemos darle un rodeo. Es inevitable... y es ineludible.

No sólo estamos sujetos a la muerte y a la corrupción, sino que además la vanidad de esa muerte y de corrupción se ríe en nuestra cara. El castigo no ha sido escaso... y es algo que no deja de estar cargado de cierta ironía, porque sólo estamos al principio de los dolores que nos anunciaron.

A lo largo de estos siglos de vanidad hay quienes se han atrevido a escudriñar, y se han topado tarde o temprano con el rostro del León Dormido que nunca duerme. Estos privilegiados paulatinamente han sido enseñados para escalar la montaña del Amor, la más dura y arriesgada aventura de todas, la cual se vive y encuentra en una habitación de retiro interior donde aman y son amados por el único Amor que no descansa de amar excepto para amar. Estos en verdad han dormido y comido y montado sobre la muerte multicolor sobre los lomos del León del Desierto que todo lo quema... y estos serán quienes formarán el remanente de restauración. (El León ya vino, y no lo reconocieron, porque no querían la luz que todo lo quema, mas prefirieron las tinieblas que todo lo ocultan y nada queman. Perdición para los que no soportaron Su mirada.)

Pero Él volverá, y todos aquellos que hayan permitido el derribo de todos sus ídolos del interior por medio del Espíritu del León que todo lo quema, serán irremediablemente vivificados de entre sus cenizas, por el poder del León.

Pero nunca comentéis esto con los políticos porque los políticos, en especial los políticos religiosos (todos los religiosos son políticos), juegan a parchear una herida sin cura posible para así escapar de la quema de León.

Pero ellos se lo pierden, porque si no se duerme y se come y se monta sobre el León no se conoce al León.

Samuel
 
Porque no hará nada Jehová el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas. Si el león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará? (Amós 3:7-8)