Re: ¿En que creen los mormones?
Ana:
Si solo entras al primero de los links que te proporcioné, puede que sea más que suficiente. No es necesario que los examines todos. De hecho, quizás te di tema de estudio para más de una sentada.
"si basta solo con creer, lo demas todo es resultado de esto"
Perdona que meta mi cuchara. Debo aclarar que soy SUD (Santo de los Últimos Días) y lo hago para decirte que estoy enteramente de acuerdo contigo. Expresar mi acuerdo te puede parecer confuso, pero te comentaré que es más que nada una cuestión retórica y de terminología. Es decir, si existe alguna diferencia, espero que pronto aprecies que es de forma, y no de fondo.
Verás, todo depende del concepto de salvación. Para algunos, la salvación consiste en vivir al lado de Dios para siempre. Pero ese no es un significado muy exacto para la palabra. Salvarse quiere decir librarse de algo. ¿Librarse de qué? Del pecado y de la muerte, por supuesto, y de sus consecuencias. ¿Cómo nos libramos de esto? Por medio del sacrificio vicario y expiatorio de Cristo Jesús. ¿Podemos librarnos por nuestros propios medios? No, de ninguna manera. No existe obra alguna que sea compensación suficiente. Por lo tanto, la fe es necesaria, de hecho, indispensable, para poder obtener esta salvación. Sólo a través de la aceptación de Jesucristo, de su sacrificio y de su Evangelio podemos salvarnos.
Ahora, ampliemos un poco más el concepto de salvación. Si lo entiendo bien, para estar con Dios se necesita ser puros, porque nada impuro puede morar en su presencia y para el cambio de carácter necesario no solo se requiere fe, sino también arrepentimiento, porque la aceptación de Cristo implica comprender que él se compromete a salvarnos de nuestros pecados, pero no en nuestros pecados, por lo que, para
ejercer esa fe tendremos que hacer un esfuerzo consciente para abandonarlos. De otra manera, como dice la Biblia, no hay salvación, porque la fe no consiste en la mera creencia, sino en convertir esa creencia en un motor para la acción. Dice la Biblia que aún los demonios creen, y tiemblan, porque su creencia no es suficiente, sino que tenía que ir acompañada de arrepentimiento y obediencia y ellos han decidido creer y aún así alejarse de Dios.
Pero tú dijiste algo que realmente me encantó. "si basta solo con creer, lo demas todo es resultado de esto". Tienes toda la razón.
El hombre empieza por creer. Todo empieza por eso.
Juan Labrador escuchó de su padre cómo sembrar maíz. El primer año, Juan Labrador creyó en lo que había oído y se sentó. Esperó y esperó. La época pasó y no tuvo maíz.
El segundo año decidió sembrar maíz, de mala gana. Arrojó semillas sobre la tierra, y echo agua con fuerza. La tierra no le respondió.
El tercer año actuó diferente. Oró antes de partir. Tomó algunas semillas y las puso sobre la tierra, las regó, y luego, con gozo, descubrió los primeros brotes que fueron plantas, luego mazorcas. Y había tantos granos que podía sembrar en 100 campos más.
Juan Labrador leyó esa noche el capítulo 15 de Juan. "Os he puesto para que vayáis y llevéis fruto". Bueno, pensó Juan, no puede haber nada más grande que la salvación, así que llevar fruto debe ser parte de la misma salvación. Luego leyó con atención "yo soy la vid, vosotros los pámpanos, separados de mí nada podréis hacer".
O sea, pensó Juan Labrador, que para poder experimentar ese crecimiento y participar de lo que dice Pedro que es la naturaleza divina, que tiene que ver con la amplia y generosa entrada en el reino de Dios, yo debo hacer mis obras por causa de la fe.
Más adelante llegó Juan Labrador a leer Santiago. "La fe sin obras es muerta". Juan Labrador no entendió. Oró para poder entender. "¿Te acuerdas?", llegó la respuesta, " ¿de tu cosecha?" Sí, ¿qué hay con ella? ¿Por qué el primer año no pude tener fruto, el segundo no y el tercero sí? "Porque el primer año creíste. El segundo tuviste solo obras. El tercero tuviste fe". Juan se sorprendió al darse cuenta que entre creencia y fe había tanta diferencia.
Juan Labrador abrió de nuevo Santiago y leyó "muéstrame tu fe sin obras y yo te mostraré mi fe por mis obras". Ah!, pensó el buen Juan, luego es por eso que la fe sin obras es muerta en sí misma. Las obras solas no valen para nada, pero cuando no hay obras solo hay creencia y no hay fe. Las obras son la demostración de la fe. Para crecer se necesitan las obras con la fe.
Es como el amor, pensó, de nada sirve que lo diga, si no me levanto para ayudar a un hermano. Por las obras, él conoce mi amor. Por mis obras, sabe Dios que no es creencia, sino fe.
Así que "separados de Cristo, nada se puede hacer". Porque solo salva la fe, demostrada en obras, cuando las obras son surgidas por la fe.
Juan Labrador durmió felíz aquella noche, rodeado de los frutos de su fe.
"Haced, pues", indicó el Bautista, "frutos dignos de arrepentimiento", como parte de la demostración de la fe. Al aceptar a Jesús la vida cambia. El cambio de vida es parte de la fe. Y aquello que por fuerza no se alcanza, por gracia es alcanzado.
Línea por línea. Renglón sobre renglón. Precepto por precepto. Un poco allí y un poco allí, aplicando según se va aprendiendo. Siendo justificados por la fe.
La fe no se almacena, la fe
se ejerce. Puesta en acción, produce el cambio de carácter necesario para ser imitador de Cristo, y participantes de su naturaleza. Y gozar con él, sentir con él, participar de su naturaleza, conocerlo, eso es la verdadera salvación.
Estoy un poco cansado. Espero haber puesto algún ejemplo comprensible.