Juan Pablo Segundo cuando trató de seguir los pasos de Saulo, luego de besar respetuosamente las tierras por tanto tiempo ocupadas por los infieles, una vez más, pidió perdón al Dios que puede darlo, por los excesos cometidos por los cruzados a fines del Siglo XI y a principios del XIII, cuando la sangrienta toma de Jerusalén y el despiadado asalto de Constantinopla, durante mil años la ciudad más bella y rica del mundo.
Dicen que las crueldades que se cometieron en la primera y el saqueo y el incendio a que se sometió la segunda, sólo son comparables a las incursiones de los bárbaros en el siglo V y de las de Timur posteriormente.
La Nova Roma que fundara Constantino fue siempre una tentación para los caballeros feudales y mercaderes de Venecia y Génova; también lo fue para los califas y grandes guerreros del naciente y poderoso Islam, que por tres siglos trataron de tomarla militarmente.
En nombre de Cristo, Roma ha cometido muchos crímenes, cuando el fanatismo y la intolerancia, se vuelven endémicos.
Después de veinte siglos los católicos romanos parecen estar en vías de reconciliación con los descendientes de los infieles de entonces, con los judíos y con los seguidores de Cristo no sometidos al Obispo de Roma.
Hoy se invita a hablar de la Noche de San Bartolomé, de la Inquisición, y la gente se espanta cuando la informan que en el siglo XIV, en Alemania, con una población inferior a los cinco millones, se enviaron a la hoguera 10.000 mil brujas, o, lo que es lo mismo, mil por año, tres por semana. Horribles datos sólo comparables con el holocausto de los judíos y las explosiones atómicas en el Siglo XX.
Definitivamente la sangre de Cristo fue bien derramada.
Isaías.
Dicen que las crueldades que se cometieron en la primera y el saqueo y el incendio a que se sometió la segunda, sólo son comparables a las incursiones de los bárbaros en el siglo V y de las de Timur posteriormente.
La Nova Roma que fundara Constantino fue siempre una tentación para los caballeros feudales y mercaderes de Venecia y Génova; también lo fue para los califas y grandes guerreros del naciente y poderoso Islam, que por tres siglos trataron de tomarla militarmente.
En nombre de Cristo, Roma ha cometido muchos crímenes, cuando el fanatismo y la intolerancia, se vuelven endémicos.
Después de veinte siglos los católicos romanos parecen estar en vías de reconciliación con los descendientes de los infieles de entonces, con los judíos y con los seguidores de Cristo no sometidos al Obispo de Roma.
Hoy se invita a hablar de la Noche de San Bartolomé, de la Inquisición, y la gente se espanta cuando la informan que en el siglo XIV, en Alemania, con una población inferior a los cinco millones, se enviaron a la hoguera 10.000 mil brujas, o, lo que es lo mismo, mil por año, tres por semana. Horribles datos sólo comparables con el holocausto de los judíos y las explosiones atómicas en el Siglo XX.
Definitivamente la sangre de Cristo fue bien derramada.
Isaías.