Empeñados en derechizarnos
Manuel López, MADRID, España, Enero 9, 2007
De una antigua enciclopedia de anécdotas e ilustraciones recuerdo una bastante recurrente, aunque no deja de tener su gracia y sobre todo porque encierra una moraleja contundente que viene como anillo al dedo para ilustrar la orquestada siembra de alarmismo político por parte de la derecha religiosa en el reñidero español.
Cuenta la ilustración que un anciano se había quedado plácidamente dormido en su mecedora mientras leía el periódico. Avisados por sus sonoros ronquidos, los nietos urdieron un plan travieso para hacerle despertar: untarle sigilosamente los bigotes con queso azul de olor fuerte. Así hicieron. Despertó sobresaltado el abuelo y enojado se puso a recorrer la estancia dando voces a la busca del lugar del que emanaba aquel penetrante olor a queso podrido… que portaba él en sus bigotes.
Algo de esto le sucede a la derecha religiosa. Todo le huele a podrido. No deja pasar ocasión de sacar a diestro y siniestro la caja de los truenos. La consigna es tolerancia cero con lo que ellos, los depositarios de las esencias de la “sana doctrina”, descalifican de continuo despectivamente como “progre”. El caso más reciente es la especie de que “los evangélicos españoles han pasado de apoyar mayoritariamente a la izquierda a un apoyo a la derecha”.
La observancia de la ética protestante aplicada a la comunicación no es precisamente el fuerte de la derecha religiosa en su empeño de hacer pasar el ideario propio por dogma de obligado cumplimiento para todo el mundo y los deseos particulares por la radiografía del estado de opinión colectiva, en este caso presentando como “información” lo que no es sino especulación pura y dura. ¿Llamamos esto por su nombre? Pues es manipulación informativa. Una práctica de difícil encaje “evangélico”.
Como sinónimo de apoyo, en la segunda información, bien podrían haber dicho “jalear con entusiasmo”, pues eso es lo que generalmente hacen los líderes de la derecha religiosa más entregada al pensamiento único en su papel de acólitos de la derecha política. Pero los religiosos de derechas no “son” el pueblo evangélico. Usurpan nuestra voz, se autoerigen en portavoces de nosotros los protestantes españoles, pero ellos son ellos y nosotros, el pueblo protestante, somos… otra cosa. De entrada, seres pensantes con opiniones propias. La mayoría de los que conozco, por demás, razonablemente satisfechos de saber que hay vida más allá de la Alianza Evangélica.
La base sobre la que se fundamenta la afirmación de que se habría producido un corrimiento hacia la derecha del voto evangélico es una encuesta reciente en Protestante Digital sobre la intención de voto de los lectores. Los resultados, en efecto, acreditan el 51% para el Partido Popular frente a un desplome del Partido Socialista hasta el 22%. El resto se reparte entre la abstención y el voto a las formaciones políticas minoritarias: Izquierda Unida (4%), nacionalista catalán (8%), nacionalista gallego (2%), nacionalista vasco (1%), nacionalista canario (0%), otro (3%), ninguno (10%) y “no sé” (1%).
Sí, han sumado bien, el cómputo de porcentajes sube al 102%. Pero el nulo rigor demoscópico de cálculo no es lo peor, al lado del “universo” de la encuesta: ¡259! lectores. Visto así, a bote pronto, el hecho de que 130 personas -en el supuesto de que algún que otro encuestado no hubiera repetido su voto- se inclinen por dar su voto a las derechas tiene estas dos lecturas básicas:
A) Los lectores de Protestante Digital son de derechas.
B) Los evangélicos de izquierdas, o que no hacen causa común con la derecha, no son lectores de Protestante Digital.
La extrapolación de los resultados de la votación de los 259 encuestados, con todo, no deja de tener su lógica, si se en cuenta la realidad del “universo de bolsillo” sobre la que se sustenta ese favor inconmensurable del regalo del 51% de los votos al partido cuyo gobierno nos metió a los españoles en la guerra de Irak y cuyo presidente, José María Aznar, se negó en redondo durante los ocho años de su mandato siquiera a acusar recibo de una carta en la que la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE) le pedía ser recibida por él para poder explicarle el estado de las cosas en cuanto a libertad religiosa en el país. Así, los 130 desmemoriados votantes que darían la teórica victoria por el 51% al Partido Popular son en todo caso la representación… de sí mismos, que no de ”los” protestantes españoles.
Memoria histórica. He ahí la carencia más alarmante del liderazgo evangélico de nueva implantación en la España Protestante de 2006, lo que explica la inopinada paradoja de paradojas de que existan líderes abiertamente alineados con los sectores desestabilizadores de la derecha en su operación de acoso permanente al gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero. Pero como quiera que no hay mal que por bien no venga, el Consejo Evangélico de Madrid (CEM) prepara la edición de un nuevo libro del presidente de esta entidad, Máximo García Ruiz, cuyo título es precisamente “Recuperar la memoria”. Justo ahora en que la rehabilitación de la memoria histórica es el tema a debate en las Cortes Españolas, la obra del teólogo bautista y profesor García Ruiz representa un aporte tan esencial y perentorio como es la llamada al liderazgo evangélico a recuperar la memoria en torno a la espiritualidad protestante como una realidad posible, histórica y actual.
Fue todavía ayer como quien dice durante el franquismo (1939-1975) que los protestantes españoles fuimos “excluidos de las escuelas, de los trabajos, de la vida social e imposibilitados de ejercer carreras como maestros o periodistas por el solo hecho de ser protestantes. “Hemos sido humillados, despreciados e ignorados socialmente por las autoridades”, denuncia García Ruiz. El dato a tener en cuenta es que en los últimos cinco siglos España sólo ha disfrutado de libertad religiosa durante el breve periodo de las dos Repúblicas (1873-74 y 1931-1939), siendo el período más largo en el tiempo el actual, estos 28 años transcurridos desde la promulgación de la Constitución Española de 1978.
Recuperar la memoria significa, en palabras de Máximo García, “rehabilitar a nuestros muertos, a nuestros exiliados, a nuestros maltratados antecesores; a nuestros colportores apedreados, a nuestros pastores perseguidos, nuestros templos apedreados, profanados y clausurados, nuestro buen nombre vilipendiado”.
El pertinaz empeño de sectores desmemoriados de la derecha evangélica en derechizarnos a todos tenía que producirse en un momento histórico como el actual en que los triunfos electorales de José Sócrates en Portugal y Romano Prodi en Italia y la irrupción de Ségolène Royal en Francia inclinan hacia la izquierda la balanza de la gobernación europea, en la que el gobierno español de Rodríguez Zapatero es actor de primera magnitud en la escena política internacional. La ofensiva se recrudece por momentos a la vista del viraje político en América Latina tras la victoria electoral de Ortega en Nicaragua y Correa en Ecuador, dos países que vienen a añadirse a la lista de gobiernos democráticos de izquierda y que conforman venturosa mayoría en América Latina: Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua.
Las malas noticias llegan siempre en el momento más inoportuno; en este caso, las elecciones autonómicas y municipales en mayo de 2007, auténtico termómetro de las elecciones generales de 2008, en que la derecha quiere borrar del mapa a Zapatero. De salirse con la suya, está claro que el termómetro de la libertad religiosa se dispararía hacia los índices más altos… para beneficio exclusivo de la Iglesia Católica, ahora con inopinados compañeros de viaje evangélicos tan empeñados en derechizarnos como carentes de memoria histórica. Vivir para ver. Ay, Señor.
Fuente:http://www.alcnoticias.org/articulo.asp?artCode=5351&lanCode=2
Manuel López, MADRID, España, Enero 9, 2007
De una antigua enciclopedia de anécdotas e ilustraciones recuerdo una bastante recurrente, aunque no deja de tener su gracia y sobre todo porque encierra una moraleja contundente que viene como anillo al dedo para ilustrar la orquestada siembra de alarmismo político por parte de la derecha religiosa en el reñidero español.
Cuenta la ilustración que un anciano se había quedado plácidamente dormido en su mecedora mientras leía el periódico. Avisados por sus sonoros ronquidos, los nietos urdieron un plan travieso para hacerle despertar: untarle sigilosamente los bigotes con queso azul de olor fuerte. Así hicieron. Despertó sobresaltado el abuelo y enojado se puso a recorrer la estancia dando voces a la busca del lugar del que emanaba aquel penetrante olor a queso podrido… que portaba él en sus bigotes.
Algo de esto le sucede a la derecha religiosa. Todo le huele a podrido. No deja pasar ocasión de sacar a diestro y siniestro la caja de los truenos. La consigna es tolerancia cero con lo que ellos, los depositarios de las esencias de la “sana doctrina”, descalifican de continuo despectivamente como “progre”. El caso más reciente es la especie de que “los evangélicos españoles han pasado de apoyar mayoritariamente a la izquierda a un apoyo a la derecha”.
La observancia de la ética protestante aplicada a la comunicación no es precisamente el fuerte de la derecha religiosa en su empeño de hacer pasar el ideario propio por dogma de obligado cumplimiento para todo el mundo y los deseos particulares por la radiografía del estado de opinión colectiva, en este caso presentando como “información” lo que no es sino especulación pura y dura. ¿Llamamos esto por su nombre? Pues es manipulación informativa. Una práctica de difícil encaje “evangélico”.
Como sinónimo de apoyo, en la segunda información, bien podrían haber dicho “jalear con entusiasmo”, pues eso es lo que generalmente hacen los líderes de la derecha religiosa más entregada al pensamiento único en su papel de acólitos de la derecha política. Pero los religiosos de derechas no “son” el pueblo evangélico. Usurpan nuestra voz, se autoerigen en portavoces de nosotros los protestantes españoles, pero ellos son ellos y nosotros, el pueblo protestante, somos… otra cosa. De entrada, seres pensantes con opiniones propias. La mayoría de los que conozco, por demás, razonablemente satisfechos de saber que hay vida más allá de la Alianza Evangélica.
La base sobre la que se fundamenta la afirmación de que se habría producido un corrimiento hacia la derecha del voto evangélico es una encuesta reciente en Protestante Digital sobre la intención de voto de los lectores. Los resultados, en efecto, acreditan el 51% para el Partido Popular frente a un desplome del Partido Socialista hasta el 22%. El resto se reparte entre la abstención y el voto a las formaciones políticas minoritarias: Izquierda Unida (4%), nacionalista catalán (8%), nacionalista gallego (2%), nacionalista vasco (1%), nacionalista canario (0%), otro (3%), ninguno (10%) y “no sé” (1%).
Sí, han sumado bien, el cómputo de porcentajes sube al 102%. Pero el nulo rigor demoscópico de cálculo no es lo peor, al lado del “universo” de la encuesta: ¡259! lectores. Visto así, a bote pronto, el hecho de que 130 personas -en el supuesto de que algún que otro encuestado no hubiera repetido su voto- se inclinen por dar su voto a las derechas tiene estas dos lecturas básicas:
A) Los lectores de Protestante Digital son de derechas.
B) Los evangélicos de izquierdas, o que no hacen causa común con la derecha, no son lectores de Protestante Digital.
La extrapolación de los resultados de la votación de los 259 encuestados, con todo, no deja de tener su lógica, si se en cuenta la realidad del “universo de bolsillo” sobre la que se sustenta ese favor inconmensurable del regalo del 51% de los votos al partido cuyo gobierno nos metió a los españoles en la guerra de Irak y cuyo presidente, José María Aznar, se negó en redondo durante los ocho años de su mandato siquiera a acusar recibo de una carta en la que la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE) le pedía ser recibida por él para poder explicarle el estado de las cosas en cuanto a libertad religiosa en el país. Así, los 130 desmemoriados votantes que darían la teórica victoria por el 51% al Partido Popular son en todo caso la representación… de sí mismos, que no de ”los” protestantes españoles.
Memoria histórica. He ahí la carencia más alarmante del liderazgo evangélico de nueva implantación en la España Protestante de 2006, lo que explica la inopinada paradoja de paradojas de que existan líderes abiertamente alineados con los sectores desestabilizadores de la derecha en su operación de acoso permanente al gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero. Pero como quiera que no hay mal que por bien no venga, el Consejo Evangélico de Madrid (CEM) prepara la edición de un nuevo libro del presidente de esta entidad, Máximo García Ruiz, cuyo título es precisamente “Recuperar la memoria”. Justo ahora en que la rehabilitación de la memoria histórica es el tema a debate en las Cortes Españolas, la obra del teólogo bautista y profesor García Ruiz representa un aporte tan esencial y perentorio como es la llamada al liderazgo evangélico a recuperar la memoria en torno a la espiritualidad protestante como una realidad posible, histórica y actual.
Fue todavía ayer como quien dice durante el franquismo (1939-1975) que los protestantes españoles fuimos “excluidos de las escuelas, de los trabajos, de la vida social e imposibilitados de ejercer carreras como maestros o periodistas por el solo hecho de ser protestantes. “Hemos sido humillados, despreciados e ignorados socialmente por las autoridades”, denuncia García Ruiz. El dato a tener en cuenta es que en los últimos cinco siglos España sólo ha disfrutado de libertad religiosa durante el breve periodo de las dos Repúblicas (1873-74 y 1931-1939), siendo el período más largo en el tiempo el actual, estos 28 años transcurridos desde la promulgación de la Constitución Española de 1978.
Recuperar la memoria significa, en palabras de Máximo García, “rehabilitar a nuestros muertos, a nuestros exiliados, a nuestros maltratados antecesores; a nuestros colportores apedreados, a nuestros pastores perseguidos, nuestros templos apedreados, profanados y clausurados, nuestro buen nombre vilipendiado”.
El pertinaz empeño de sectores desmemoriados de la derecha evangélica en derechizarnos a todos tenía que producirse en un momento histórico como el actual en que los triunfos electorales de José Sócrates en Portugal y Romano Prodi en Italia y la irrupción de Ségolène Royal en Francia inclinan hacia la izquierda la balanza de la gobernación europea, en la que el gobierno español de Rodríguez Zapatero es actor de primera magnitud en la escena política internacional. La ofensiva se recrudece por momentos a la vista del viraje político en América Latina tras la victoria electoral de Ortega en Nicaragua y Correa en Ecuador, dos países que vienen a añadirse a la lista de gobiernos democráticos de izquierda y que conforman venturosa mayoría en América Latina: Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua.
Las malas noticias llegan siempre en el momento más inoportuno; en este caso, las elecciones autonómicas y municipales en mayo de 2007, auténtico termómetro de las elecciones generales de 2008, en que la derecha quiere borrar del mapa a Zapatero. De salirse con la suya, está claro que el termómetro de la libertad religiosa se dispararía hacia los índices más altos… para beneficio exclusivo de la Iglesia Católica, ahora con inopinados compañeros de viaje evangélicos tan empeñados en derechizarnos como carentes de memoria histórica. Vivir para ver. Ay, Señor.
Fuente:http://www.alcnoticias.org/articulo.asp?artCode=5351&lanCode=2


