Estimado Greivin:Soy nueva en el foro, pero llevo un tiempo leyendo sus aportes y siempre son muy buenos. Lo felicito!
Si pudiera ser un aporte mi opinión le diría que:
- Si ya hay un embarazo podemos distiguir 3 situaciones:
1.- la situación de dos personas viviendo en pecado o que han pecado ocasionalmente al tener relaciones fuera del matrimonio.
2.- la existencia de una vida humana inocente que viene en camino.
3.- el hecho de que los involucrados sean cristianos y que estén dando testimonio de incoherencia.
Con respecto a lo primero no podemos transar, y no porque esas personas ya hayan tenido relaciones se pueden considerar como una pareja estable si no están casados. Sin embargo si son adolescentes o muy inmaduros tampoco conviene que se casen para recibir al bebé. Importante sería que ambos reconocieran esa situación de pecado y decidieran revertirla (separarse o cortar el noviazgo, o comprometerse a mantener un noviazgo casto)
Con respecto a lo segundo, la vida del bebé es lo que debe salvarse a toda costa. Porque es un bien y un regalo de Dios, independiente de las circunstancias de su concepción, por eso no podemos presionar de tal manera a los padres del bebé que lleguen a cometer el crimen del aborto por desesperación. Ojalá los mismos padres pudieran cuidar y hacerse cargo de su hijo, pero en caso de ser muy jóvenes, y no poder asumir la responsabilidad, quizás el darlo en adopción sería la mejor opción (aunque no la menos dolorosa)
Respecto al mal ejemplo que dan como cristianos, reconocer que aunque se hayan dado los pasos iniciales en la conversión, el espíritu está pronto pero la carne es débil, y que hecho de haber pecado no los inhabilita, sino con mayor razón los llama a una conversión verdadera. Ahora, si fueran causa de escándalo, ahí cada comunidad puede estimar conveniente su alejamiento del grupo temporal o definitivo, o su traslado a otra comunidad (sólo si fueran causa de escándalo grave o dieran pie para que la situación de pecado se masificara).
Lo importante(creo yo) es que nunca se interprete esta situación puntual como signo de deseperanza, sino como una llamada de atención para reforzar la oración, y mejorar la formación de los jóvenes y ponerse en manos de Cristo para que nos levante de nuestras caídas cuantas veces sea necesario