Re: ellen white, y los "seis mil años de pecado"
Estimado manuel5. Saludos cordiales.
Tú dices:
...
..Ahora trataré a un tema por el que los adventistas
"pasan de puntillas"
..
..Jesús el Cristo (Yo lo llamo "Jesús de Nazaret") existió a partir de su nacimiento en Israel hará poco menos de 2.000 años. Antes de esa fecha, Jesús de Nazaret NO EXISTÍA..
Respondo. Jesús de Nazaret les respondió a los judíos, que le preguntaron: ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? ¡Y los profetas murieron! ¿Quién te haces a ti mismo?, lee la respuesta de Jesús de Nazaret :
“
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy" Juan 8:58
Lee ahora Exodo 3:14,15
“Y
respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.
Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos. ." Éxodo 3:14, 15.
Lee estas otras traducciones:
“Antes que Abraham fuera criado,
yo existo” (Félix Torres Amat, 1925).
“Antes que Abraham naciese,
ya existía yo” (Nácar-Colunga, 1972).
“
Yo existo desde antes que existiera Abrahán” (Versión Popular, 1979).
“Antes que Abrahán existiera,
yo existo” (Pedro Franquesa y José M. Solé).
......
...Las Sagradas Escrituras no nos dan información sobre el tamaño físico que tenía el Verbo.
...
...Visto que los evangelistas y Pablos , que se situan como testigos excepcionales de la vida de Jesús de Nazaret, no nos informa de que Él tuviera un cuerpo visiblemente mayor que "muchas veces mayor que el de los que existen actualmente" ("Patriarcas y Profetas" página 104). Y que dichas medidas serían dignas de destacar (No se podría ocultar, llamarían la atención), facilmente podemos deducir que Jesús de Nazaret cuando resucitó tenía un tamaño normalito.
Respondo. Lee el evangelio de Juan:
Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
20:16 Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).
(Jesus la llama por su nombre, y cuando esto sucede, es imposible no reconocer al Señor, y Maria lo reconocio.)
20:17 Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios."
(PDT) Jesús le dijo: -"No trates de retenerme, porque todavía no he subido a mi Padre. Mejor ve a ver a mis hermanos y diles: 'Voy a subir a mi Padre y Dios, que es también su Padre y Dios'." 20: 17
.....
..Supongo que el Hijo de Dios resucitado y glorificado y SIN PECADO no necesita "crecer hasta alcanzar la estatura perfecta de la raza humana en su gloria primitiva" (El conflicto de los siglos" página 703) como nosotros "los redimidos".
...
...
...Lo escribo por si alguno no lo sabía.
...
...Soy ex-adventista
Respondo: "Antes de que Cristo dejara el cielo y viniese al mundo a morir, era más alto que todos los ángeles. Era majestuoso y bello. Pero cuando su ministerio comenzó, era sólo un poco mayor que el tamaño corriente de los hombres que entonces vivían sobre la tierra"
He aquí la cita que manuel5 no entiende ya que ignora que Jesucristo es Dios.
"Pero sin la historia bíblica, la geología no puede probar nada. Los que razonan con tanta seguridad acerca de sus descubrimientos, no tienen una noción adecuada del tamaño de los hombres, los animales y los árboles antediluvianos, ni de los grandes cambios que ocurrieron en aquel entonces. Los vestigios que se encuentran en la tierra dan evidencia de condiciones que en muchos respectos eran muy diferentes de las actuales; pero el tiempo en que estas condiciones imperaron sólo puede saberse mediante la Sagrada Escritura. En la historia del diluvio, la inspiración divina ha explicado lo que la geología sola jamás podría desentrañar.
En los días de Noé, hombres, animales y árboles de un tamaño muchas veces mayor que el de los que existen actualmente, fueron sepultados y de esa manera preservados para probar a las generaciones subsiguientes que los antediluvianos
perecieron por un diluvio, Dios quiso que el descubrimiento de estas cosas se estableciese la fe de los hombres en la historia sagrada; pero éstos, con su vano raciocinio, caen en el mismo error en que cayeron los antediluvianos: al usar mal las cosas que Dios les dio para su beneficio, las tornan en maldición.
Uno de los ardides de Satanás consiste en lograr que los hombres acepten las fábulas de los incrédulos; pues así puede obscurecer la ley de Dios, muy clara en sí misma, y envalentonar a los hombres para que se rebelen contra el gobierno divino. Sus esfuerzos van dirigidos especialmente contra el cuarto mandamiento, porque éste señala tan claramente al Dios vivo, Creador del cielo y de la tierra.
Algunos realizan un esfuerzo constante para explicar la obra de la creación como resultado de causas naturales; y, en abierta oposición a las verdades consignadas en la Sagrada Escritura, el razonamiento humano es aceptado aun por personas que se dicen cristianas. Hay quienes se oponen al estudio e investigación de las profecías, especialmente las de Daniel y del Apocalipsis, diciendo que éstas son tan obscuras que no las podemos comprender; no obstante, estas mismas personas reciben ansiosamente las suposiciones de los geólogos, que están en contradicción con el relato de Moisés. Pero si lo que Dios ha revelado es tan difícil de comprender, ¡cuán ilógico es aceptar meras suposiciones en lo que se refiere a cosas que él no ha revelado!
"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios: mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre." (Deut. 29:29.) Nunca reveló Dios al hombre la manera precisa en que llevó a cabo la obra de la creación; la ciencia humana no puede escudriñar los secretos del Altísimo. Su poder creador es tan incomprensible como su propia existencia.
Dios ha permitido que raudales de luz se derramasen sobre el mundo, tanto en las ciencias como en las artes; pero cuando los llamados hombre de ciencia tratan estos asuntos desde el punto de vista meramente humano, llegan a conclusiones erróneas. Puede ser inocente el especular más allá de lo que Dios ha revelado, si nuestras teorías no contradicen los hechos de la Sagrada Escritura; pero los que dejan a un lado la Palabra de Dios y pugnan por explicar de acuerdo con principios científicos las obras creadas, flotan sin carta de navegación, o sin brújula, en un océano ignoto.
Aun los cerebros más notables, si en sus investigaciones no son dirigidos por la Palabra de Dios, se confunden en sus esfuerzos por delinear las relaciones de la ciencia y la revelación. Debido a que el Creador y sus obras les resultan tan incomprensibles que se ven incapacitados para explicarlos mediante las leyes naturales, consideran la historia bíblica como algo indigno de confianza. Los que dudan de la certeza de los relatos del Antiguo Testamento y del Nuevo serán inducidos a dar un paso más y a dudar de la existencia de Dios, y luego, habiendo perdido sus anclas, se verán entregados a su propia suerte para encallar finalmente en las rocas de la incredulidad.
Estas personas han perdido la sencillez de la fe. Debería existir una fe arraigada en la divina autoridad de la Santa Palabra de Dios. La Sagrada Escritura no se ha de juzgar de acuerdo con las ideas científicas de los hombres. La sabiduría humana es una guía en la cual no se puede confiar. Los escépticos que leen la Sagrada Escritura para poder sutilizar acerca de ella, pueden, mediante una comprensión imperfecta de la ciencia o de la revelación, sostener que encuentran contradicciones entre una y otra; pero cuando se entienden correctamente, se las nota en perfecta armonía. Moisés escribió bajo la dirección del Espíritu de Dios; y una teoría geológica correcta no presentará descubrimientos que no puedan conciliarse con los asertos así inspirados. Toda verdad, ya sea en la naturaleza o en la revelación, es consecuente consigo misma en todas sus manifestaciones.
En la Palabra de Dios hay muchas interrogaciones que los más profundos erudito no pueden contestar. Se nos llama la atención a estos asuntos para mostrarnos que, aun en las cosas comunes de la vida diaria, es mucho lo que las mentes finitas, con toda su jactanciosa sabiduría, no podrán jamás comprender en toda su plenitud.
Sin embargo, los hombres de ciencia creen que ellos pueden comprender la sabiduría de Dios, lo que él ha hecho y lo que puede hacer. Se ha generalizado mucho la idea de que Dios está restringido por sus propias leyes. Los hombres niegan o pasan por alto su existencia, o piensan que pueden explicarlo todo, aun la acción de su Espíritu sobre el corazón humano; y ya no reverencian su nombre ni temen su poder. No comprendiendo las leyes de Dios ni el poder infinito de él para hacer efectiva su voluntad mediante ellas, no creen en lo sobrenatural. Comúnmente, la expresión "leyes de la naturaleza" abarca lo que el hombre ha podido descubrir acerca de las leyes que gobiernan el mundo físico; pero ¡cuán limitada es la sabiduría del hombre, y cuán vasto el campo en el cual el Creador puede obrar, en armonía con sus propias leyes, y sin embargo, enteramente más allá de la comprensión de los seres finitos!" Patriarcas y Profetas 104-106.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.