SUCEDIÓ en 1962 en el Vaticano. Ante un obispo intrigado, el Papa abrió una ventana de su palacio. Con ese gesto el papa Juan XXIII ilustró lo que esperaba del Concilio Vaticano II (1962-1965): introducir aire fresco en la Iglesia Católica, efectuar un aggiornamento, una puesta al día.
¿Qué cambios introdujo en la Iglesia ese concilio? Esta pregunta sigue siendo pertinente, pues el Vaticano II y sus consecuencias continúan provocando mucho debate.
‘Verdad en otras religiones’
Era muy obvio que el papa Juan XXIII quería cambios. Los teólogos cuyas ideas vanguardistas habían sido condenadas unos años antes fueron invitados al Concilio Vaticano II en calidad de expertos. Se invitó también como observadores a dignatarios ortodoxos y protestantes.
Esta nueva postura produjo un cambio radical en cuestiones de libertad religiosa y de conciencia. Durante siglos, la Iglesia había condenado firmemente estas ideas; Gregorio XVI, un Papa del siglo XIX, hasta las calificó de “delirio”. Sin embargo, en 1964, el concilio adoptó por gran mayoría un decreto en el que se reconocía el derecho de todo hombre a escoger su propia religión. Aquello no fue un simple reconocimiento de libertad. La revista Notre Histoire explicó: “A partir de ese momento se reconoció que podía encontrarse algo de verdad en otras religiones”.
Después del Vaticano II la Iglesia ha seguido manifestando esa actitud más liberal con respecto a otras religiones. Como prueba de ello, el papa Juan Pablo II hizo visitas al rey Hassan II de Marruecos, guía espiritual musulmán. También visitó una iglesia protestante y una sinagoga de Roma. Muchos católicos recuerdan la reunión que se celebró en 1986 en Asís (Italia), en la que el papa Juan Pablo II invitó a los líderes de las grandes religiones del mundo a orar con él en pro de la paz.
¿Perjudicaron los cambios del Vaticano II?
Algunas personas opinaron que el refrescante “soplo de aire” que esperaba el papa Juan XXIII pareció más bien una fría ráfaga de viento. Para apoyar su opinión, se remitieron a un famoso discurso del papa Pablo VI, sucesor de Juan XXIII, en el que dijo que en la Iglesia se había infiltrado “el humo de Satanás”. El libro La Réception de Vatican II explicó que con estas palabras parece que Pablo VI “vinculaba el impulso creado por el concilio a un proceso contrario a los intereses de la Iglesia”.
Muchos católicos practicantes comparten este criterio. Una encuesta reciente reveló que casi la mitad de los católicos franceses piensan que “la Iglesia, a fuerza de reformas, ha ido demasiado lejos”. Los que critican el Vaticano II acusan a la Iglesia de no seguir fiel a su tradición y de haberse contaminado con la modernidad. Dicen que la Iglesia ha apoyado cambios que han sacudido la sociedad occidental y que han provocado la crisis de la Iglesia.
¿Beneficiaron los cambios del Vaticano II?
Otras personas creen que el concilio no debería ponerse en tela de juicio. Dicen que antes del Vaticano II ya se veían claramente las primeras señales de debilidad en la Iglesia. El diario francés La Croix comentó: “La escasez de vocaciones religiosas y sacerdotales en los países occidentales está relacionada con la crisis general de la sociedad y sus repercusiones en las comunidades cristianas: muchos cristianos se han dejado impregnar de las ideologías y mentalidades contemporáneas”.
También hay quien piensa que los cambios recomendados por el Vaticano II eran esenciales. Otro periodista del rotativo La Croix expresó: “Uno debería [...] preguntarse qué sería hoy de la Iglesia si hubiese seguido mirando hacia dentro”. Finalmente, diversos comentaristas católicos explican que la Iglesia es una organización compuesta de humanos imperfectos, que ha superado crisis en el pasado y que esta también la superará. Gilles, citado en el artículo anterior, hizo la siguiente observación: “Cuando sacábamos a colación los problemas de la Iglesia, se nos decía que se encontraba en plena crisis juvenil, pero que esta pasaría sin dejar rastro”.
Prescindiendo de si los cambios recomendados por el Vaticano II beneficiaron o perjudicaron, dicho concilio ha hecho mucha mella en los católicos.
¿Qué cambios introdujo en la Iglesia ese concilio? Esta pregunta sigue siendo pertinente, pues el Vaticano II y sus consecuencias continúan provocando mucho debate.
‘Verdad en otras religiones’
Era muy obvio que el papa Juan XXIII quería cambios. Los teólogos cuyas ideas vanguardistas habían sido condenadas unos años antes fueron invitados al Concilio Vaticano II en calidad de expertos. Se invitó también como observadores a dignatarios ortodoxos y protestantes.
Esta nueva postura produjo un cambio radical en cuestiones de libertad religiosa y de conciencia. Durante siglos, la Iglesia había condenado firmemente estas ideas; Gregorio XVI, un Papa del siglo XIX, hasta las calificó de “delirio”. Sin embargo, en 1964, el concilio adoptó por gran mayoría un decreto en el que se reconocía el derecho de todo hombre a escoger su propia religión. Aquello no fue un simple reconocimiento de libertad. La revista Notre Histoire explicó: “A partir de ese momento se reconoció que podía encontrarse algo de verdad en otras religiones”.
Después del Vaticano II la Iglesia ha seguido manifestando esa actitud más liberal con respecto a otras religiones. Como prueba de ello, el papa Juan Pablo II hizo visitas al rey Hassan II de Marruecos, guía espiritual musulmán. También visitó una iglesia protestante y una sinagoga de Roma. Muchos católicos recuerdan la reunión que se celebró en 1986 en Asís (Italia), en la que el papa Juan Pablo II invitó a los líderes de las grandes religiones del mundo a orar con él en pro de la paz.
¿Perjudicaron los cambios del Vaticano II?
Algunas personas opinaron que el refrescante “soplo de aire” que esperaba el papa Juan XXIII pareció más bien una fría ráfaga de viento. Para apoyar su opinión, se remitieron a un famoso discurso del papa Pablo VI, sucesor de Juan XXIII, en el que dijo que en la Iglesia se había infiltrado “el humo de Satanás”. El libro La Réception de Vatican II explicó que con estas palabras parece que Pablo VI “vinculaba el impulso creado por el concilio a un proceso contrario a los intereses de la Iglesia”.
Muchos católicos practicantes comparten este criterio. Una encuesta reciente reveló que casi la mitad de los católicos franceses piensan que “la Iglesia, a fuerza de reformas, ha ido demasiado lejos”. Los que critican el Vaticano II acusan a la Iglesia de no seguir fiel a su tradición y de haberse contaminado con la modernidad. Dicen que la Iglesia ha apoyado cambios que han sacudido la sociedad occidental y que han provocado la crisis de la Iglesia.
¿Beneficiaron los cambios del Vaticano II?
Otras personas creen que el concilio no debería ponerse en tela de juicio. Dicen que antes del Vaticano II ya se veían claramente las primeras señales de debilidad en la Iglesia. El diario francés La Croix comentó: “La escasez de vocaciones religiosas y sacerdotales en los países occidentales está relacionada con la crisis general de la sociedad y sus repercusiones en las comunidades cristianas: muchos cristianos se han dejado impregnar de las ideologías y mentalidades contemporáneas”.
También hay quien piensa que los cambios recomendados por el Vaticano II eran esenciales. Otro periodista del rotativo La Croix expresó: “Uno debería [...] preguntarse qué sería hoy de la Iglesia si hubiese seguido mirando hacia dentro”. Finalmente, diversos comentaristas católicos explican que la Iglesia es una organización compuesta de humanos imperfectos, que ha superado crisis en el pasado y que esta también la superará. Gilles, citado en el artículo anterior, hizo la siguiente observación: “Cuando sacábamos a colación los problemas de la Iglesia, se nos decía que se encontraba en plena crisis juvenil, pero que esta pasaría sin dejar rastro”.
Prescindiendo de si los cambios recomendados por el Vaticano II beneficiaron o perjudicaron, dicho concilio ha hecho mucha mella en los católicos.