Las 10 plagas de Egipto
[editar]I - Conversión del agua en sangre
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(Éxodo 7:14-25)
Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón Ramsés II y su corte, quienes estaban saliendo del río después del baño del regente.5 Siguiendo las instrucciones de Yavhé, Aarón extendió su vara (la misma que se había convertido en serpiente), y tocó el agua, no sin antes haberle solicitado al regente la libertad de los esclavos hebreos.
El agua se tornó roja y comenzó a expeler hedor, ya que se había convertido, al parecer, en sangre, por lo que no era posible beber de su cauce, y causó la muerte de las especies que vivían allí. La plaga afectó a todas las fuentes hídricas de país, incluyendo los depósitos donde los egipcios almacenaban agua.6
Sin embargo cuando los hechiceros de la corte replicaron el hecho, el Faraón se negó a acceder a las demandas de los hebreos y regresó a su palacio.5 Los ciudadanos, sin embargo tuvieron que cavar pozos para extraer agua subterránea.
Este desastre ecológico duró una semana.7
II - Invasión de ranas
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(Éxodo 8:1-15)
Pasados los siete días de la plaga, y en algún momento indeterminado, Moisés y Aarón regresaron ante el faraón, y ante la negativa a sus demandas, Aarón se dirigió al río, extendió su cayado, y luego de pedir al Dios hebreo su intercesión, empezaron a salir del agua ranas, que eran animales comunes en esas zonas.2
Según el relato, Moisés amenazó al faraón de la siguiente maneraː El río expulsaría ranas, y los anfibios invadirían las casas, los aposentos del palacio, y cundirían en todo el país, sin distinción de ricos ni pobres. Los hechiceros replicaron también este signo.
Una vez que las ranas cubrieron el país, el faraón le imploró a Moisés y Aarón que intercedieran por él y sus ciudadanos ante Yavhé, y ellos, luego de recibir instrucciones del regente, al día siguiente oraron para que se acabara la plaga. Cuando se consumó la oración, Yavhé mató a las ranas que no estaban en el río, ya que el relato deja en claro que las ranas dentro del río quedarían indemnes. Muertos los anfibios, los egipcios los acumularon y eso produjo que se desatara una pestilencia.8 Sin embargo, cuando terminó la invasión, el faraón reconsideró sus intenciones y se negó a conceder las demandas.
III - Piojos y mosquitos
[editar](Éxodo 8,16-19)
Al haber traicionado el faraón su promesa, Moisés y Aarón volvieron a realizar prodigios. Por mandato de Dios, Moisés ordenó a su hermano Aarón que golpeara el polvo de Egipto para que se convirtieran en piojos y mosquitos y desde el faraón, animales y todo ser vivo en Egipto tuvo comezón, y se rascaron hasta casi arrancarse la piel. Los hechiceros reales no pudieron replicar la plaga como las dos anteriores y admitieron que el Dios de los hebreos era más poderoso que sus dioses egipcios y que la plaga de los piojos y mosquitos era obra suya. Una vez más, el pueblo hebreo no sufrió el más mínimo daño de la plaga. El faraón mandó a llamar a Moisés para que acabara el sufrimiento de su pueblo, y Moisés oró a Dios para que los piojos y mosquitos se fueran de la tierra de Egipto, pero tal y como Dios había dicho, el faraón endureció su corazón y no dejó al pueblo hebreo partir al desierto.9
IV - Moscas
[editar](Éxodo 8,20-32)
De acuerdo al relato, Moisés fue avisado por Dios para que en la mañana visitara la corte egipcia cuando se acercaban al Nilo. Una vez allí, Moisés le exigió al faraón la liberación del pueblo hebreo para hacer sacrificios a Dios, a lo cual el regente se negó. Seguido de esto, Moisés levantó su vara, y una nube de tábanos invadió el país, pero, por previa advertencia de Dios, los insectos no tocaron la región de Gosén, donde vivían los hebreos. La amenaza hecha por Moisés dejaba en claro que esa sería la señal para diferenciar al pueblo hebreo del egipcio.
Una vez invadieron el país, el faraón respondió afirmativamente a la solicitud de Moisés, pero exigió que los sacrificios se realizaran en tierra egipcia.
La Torá enfatiza que los Arob (עָרוֹב, que significa "mezcla" o "enjambre") sólo fueron en contra de los egipcios, y que no afectó la Tierra de Gosén (donde vivían los Israelitas). El faraón le pidió a Moisés eliminar esta plaga y prometió permitir la libertad de los Israelitas. Sin embargo, después de que la plaga se fue, el Señor «endureció el corazón del faraón», y rehusó mantener su promesa.
V - Peste del ganado
[editar](Éxodo 9,1-7)
La quinta plaga de Egipto, fue una terrible peste que exterminó al ganado egipcio, ya fueran caballos, burros, camellos, vacas, ovejas, cabras y animales domésticos de nobles egipcios. El ganado israelita, una vez más, no sufrió ningún daño, debido a que el Dios de los hebreos supo diferenciar su pueblo de los egipcios. De nuevo, el faraón endureció su corazón una vez más y no quería liberar a los israelitas.
VI - Úlceras/Sarpullido
[editar](Éxodo 9,8-12)
La sexta plaga de Egipto fue una enfermedad cutánea que suele traducirse como «úlcera» o «sarpullido». Dios les dijo a Moisés y a Aarón que cada uno tomase dos puñados de hollín de un horno, que Moisés dispersó en el cielo en presencia del faraón. El hollín provocó úlceras en el pueblo y el ganado egipcio. Los hechiceros egipcios resultaron afectados junto con todos los demás y murieron, sin poder sanarse, mucho menos el resto de Egipto, pero ninguna de las plagas tocó a los hebreos.
Históricamente se cree que la enfermedad en cuestión se trataba de lepra.[¿quién?]
VII - Lluvia de fuego y granizo
[editar](Éxodo 9,13-35)
La séptima plaga de Egipto fue una destructiva tormenta. Dios le dijo a Moisés que levantase su vara hacia el cielo, momento en el cual la tormenta comenzó. Era incluso más sobrenatural que las plagas anteriores, una poderosa ducha de granizo mezclada con fuego. La tormenta dañó gravemente a los huertos y cultivos egipcios, así como a las personas y al ganado. La tormenta azotó todo Egipto excepto la tierra de Gosén. El faraón le pidió a Moisés que eliminara esta plaga y prometió permitir a los israelitas adorar a Dios en el desierto, diciendo que «este tiempo he pecado; Dios es justo, yo y mi pueblo somos malvados». Como una demostración de dominio de Dios sobre el mundo, la lluvia se detuvo tan pronto como Moisés comenzó a orar a Dios. Sin embargo, después de que la tormenta cesara, el faraón de nuevo «endureció su corazón» y se negó a mantener su promesa.
VIII - Langostas y saltamontes
[editar](Éxodo 10,1-20)
La octava plaga de Egipto fueron las langostas. Antes de la plaga, Moisés acudió al faraón y le advirtió de la inminente plaga de langostas. Los funcionarios suplicaron al faraón que permitiera que los israelitas fueran libres, ya que iban a sufrir los efectos devastadores de una plaga de langostas, pero éste aún era renuente a ceder. El orador propuso entonces un compromiso: los hombres israelitas serían autorizados a marcharse, mientras que las mujeres, niños y ganado se quedarían en Egipto. Moisés demandó que cada persona y animal se fuera, pero el faraón se negó. Dios entonces le dijo a Moisés que levantase su vara sobre Egipto y recogió un viento del este. El viento se mantuvo hasta el día siguiente, trayendo un enjambre de langostas. La nube cubrió el cielo, arrojó sombras sobre Egipto y consumió el resto de los cultivos egipcios, acabando con todos los árboles y las plantas. El faraón volvió a pedirle a Moisés que eliminase esta plaga y se comprometió a permitir que todos los israelitas pudiesen adorar a Dios en el desierto. La plaga desapareció, pero de nuevo no permitió a los israelitas salir.
IX - La plaga de las tinieblas
[editar](Éxodo 10,21-29)
En la novena plaga, Dios le dijo a Moisés que estirase sus manos al cielo, para que la oscuridad cayera sobre Egipto. Esta oscuridad era tan espesa que los egipcios podían sentirla físicamente. Durante tres días, nadie podía ver a su vecino ni moverse de su lugar. En cambio, en todas las casas de los israelitas había luz.
X - Muerte de los primogénitos de Egipto.
[editar](Éxodo 11,1-10; 12,29-50)
La décima y última plaga fue la muerte de todos los primogénitos de Egipto. Dios ordenó a los hebreos marcar sus puertas con la sangre de un cordero, ya que de esta forma no entraría el ángel de la muerte en sus casas para matar a sus primogénitos, todo mientras el pueblo hebreo cenaba pan sin levadura, hierbas amargas y la carne del cordero. Primero, el ángel de la muerte fue al pueblo de Gosén para comenzar su misión, pero no actuó gracias a la sangre del cordero puesta en los umbrales de las puertas. Continuó su avance por Egipto y como no había ninguna puerta marcada con la sangre de cordero, el ángel de la muerte mató a los primogénitos egipcios, incluyendo al hijo del faraón, heredero al trono. Hubo llanto en todo Egipto y este fue el golpe más duro para la civilización egipcia y fue la plaga que finalmente convenció al faraón de que debía liberar a los hebreos sin cambiar la decisión. Después se arrepintió y fue en busca de todo el pueblo hebreo, pero el ejército egipcio fue atajado por los muros de agua marina que habrían sido separados por Dios a través de Moisés para que el pueblo de Gosén cruzara al otro lado, y las aguas volvieron a su estado natural por orden de Moisés, y todo el ejército egipcio murió ahogado excepto el faraón, quien regresó solo a su palacio.
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