Estimado Miniyo
¡Aqui me tienes!
No se si he entendido bien tu aporte o la dirección de él; pero la verdad es que Dios necesita hombres como instrumentos en sus manos; hombres de Dios; formados por Dios a través de su Espíritu. El hombre de Dios no se hace en un Seminario ni en un Instituto; lo hace Dios. Pero es igualmente cierto que no todos los hombres de Dios llevamos el mismo ministerio; la mano no puede hacer lo que hace el ojo, o mejor dicho "¿somos todos ojos, todos orejas?" Aunque todos seamos llamados a cumplir una tarea en el reino de Dios; no todos tenemos las mismas capacidades; Lucas (a quien no le llegamos siquiera a los talones) reconoció que había varones con capacidades que ni siquiera él tenía: "Como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la Palabra" (Lucas 1:2) Lucas se excluye de aquellos que fueron "ministros de la palabra", revestidos de una unción divina; y aunque él no era un ministro de la palabra, buscó en ellos la información que deseaba; y ésto lo consideró fuente fidedigna para escribir su evangelio.
El Espíritu Santo actúa a través de los hombres; hombres o mujeres de Dios; consagrados, abnegados, entregados absolutamente a la obra de Dios y no a nuestros mezquinos intereses; el evangelio nose lleva adelante con planes, ni con fórmulas humanas; sino con hombres portadores de la gracia de Dios, de la unción del Santo; con armas espirituales y no carnales.
El mundo de hoy carece del verdadero evangelio, y ésta es nuestra falla, Dios se mueve a través de hombres consagrados, que vivan una vida de oración, portadores del espíritu de oración; solo así podremos avanzar en la propagación del genuino evangelio y solo así podremos presentar una eficaz batalla a la maldad que impera hoy en el mundo. El evangelio avanza cuando el predicador avanza, el evangelio se mueve, cuando el predicador se está moviendo por la gracia de Dios.
“El cual asimismo nos hizo ministros suficientes de un nuevo pacto: no de la letra, más del espíritu, porque la letra mata, más el espíritu vivifica.” (2 Cor. 3:6) El predicador tiene en sus propias manos la oportunidad de dar vida o dar muerte; la predicación del hombre de oración da vida y llena el corazón de sus oyentes. El predicador, o entrega el auténtico mensaje de Dios o lo echa a perder. El hombre busca mensajes, métodos, conocimiento, letra y más letra; Dios busca hombres; pero hombres de oración, consagrados, entregados incondicionalmente a ser usados por Dios; el hombre de hoy, entregará un mensaje de vida, si en él está la vida,. su mensaje será poderoso, si el poder de Dios está en el primeramente; su mensaje estará lleno de gracia y poder, si la unción de Dios está sobre él; así se mueve el Espíritu de Dios para frenar la maldad. Un mensaje dura una o dos horas, el testimonio de un verdadero hombre de Dios, dura toda la vida. ¿dónde está la iglesia de Dios en el mundo de hoy?
Actualmente Dios no está demandando talentos , capacidades, grandes conocimientos ni grandes predicaciones; sino demanda grandes hombres de Dios, grandes en santidad, en gracia, en oración, en consagración; no predicadores fríos ni muertos. El predicador que da vida, es porque tiene tras sí la inspiración del Espíritu, la unción del Señor, es porque a buscado en la fuente inagotable de la gracia de Dios su fundamento, está inflamado por el Espíritu Santo del Dios Santo y deja huellas profundas como las que dejaron los hombres de la iglesia primitiva; hombres que no se dejaron distraer por los pasatiempos de hoy, que renunciaron a sus propios derechos por servir a Dios, que se privaron de cualquier elemento de distracción, por llegar a ser verdaderos y útiles instrumentos en las manos de Dios.
De esta calidad de hombres de Dios, se vale hoy el Espíritu Santo para frenar la maldad que está consumiendo al mundo; para frenar, en el lugar en que cada uno de nosotros nos prestemos, a ser usados por el Espíritu Santo para frenar al hombre de iniquidad, la Sodoma y Gomorra actual. En cada país, en Guatemala, en Perú, en Rep. Dominicana, en Venezuela, en México, en Chile, en E.E.U.U., etc, etc. y finalmente en todas partes del mundo se necesita hombres que no sean empujados por el orgullo del saber, por el afán de impresionar, que no estén inflamados por intereses mezquinos o personalistas, por la ambición, sino que sean hombres entregados a una profunda vida de oración, que tengan en la Palabra el único fundamento y que su mensaje tenga origen en una estrecha y secreta comunión con el Dios de toda gracia a través de la oración; que forme sus predicaciones o sermones en sus propias rodillas, y que no ha buscado el origen de su inspiración en otras fuentes que no sean del mismo Dios.
El predicador del evangelio, tiene las llaves del corazón de los hombres; puede abrir o cerrar el corazón; la predicación da vida, pero también puede matar; el sol es fuente de vida; pero la insolación puede matar.
Dios necesita hombres poderosos (en Dios), pero humildes; con la dignidad de un rey; pero con las cadenas de un siervo; majestuosos en gracia e inspiración de lo alto, pero sencillos como niños; que la plataforma de sus predicaciones sea la ferviente oración y la profunda consagración.
Estos son los hombres o mujeres de Dios, con los cuales Dios se vale para frenar la maldad y la iniquidad, para ganar almas para Cristo, para rescatar a muchos para el reino de Dios; de la Sodoma y Gomorra de éste mundo; son estos los hombres que Dios busca incesantemente: “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para corroborar a los que tienen corazón perfecto para con él”. (2 Cron. 16:9)
¿Estamos dispuestos a prestarnos así en las manos de Dios?
Dios te bendiga hermano Miniyo...
Dagoberto