El Hombre parece tener una necesidad innata de controlar el destino de sus congéneres y, claro está, las Iglesias Evangélicas no son inmunes a este efecto. Por desgracia muchas comunidades son ya pequeños calcos de lo que se cuece fuera de los muros de sus locales. Copiar la actitud que el mundo actual tiene frente a la vida es ya una constante demasiado extendida entre los creyentes.
Pero claro, ¿quién puede abstraerse completamente de su entorno?. No cabe duda que nuestra vulnerabilidad nos traiciona, poniendo de manifiesto la debilidad de nuestra fe.
Llegar a la conclusión de que todos somos responsables de esa situación no supone nada nuevo, de hecho asumo mi parte de culpa y ruego a Dios una vida más adecuada a Su Voluntad.
Sin embargo, me preocupa sobremanera el modo en como evolucionan quienes ostentan el "poder" en las iglesias. He visto con mis propios ojos como supuestos pastores o ancianos han destrozado la vida de hermanos de una manera incalificable. Lo peor es que sus actuaciones van amparadas en una auto-atribuida autoridad bíblica, que sólo existe en su imaginación y en la de quienes no se atreven a cuestionarles.
Es también preocupante la relación que existe entre el poder en la iglesia local y el dinero. Personalmente he asistido a reuniones de iglesia que, sin exagerar, eran verdaderos debates financieros. Sólo importaba el sueldo del pastor, el coste de comprar un local mejor, en dotarlo de más comodidades, en definitiva el coste de tener más y más. Justamente la máxima que recibimos diariamente de los medios de “manipulación”. Por desgracia el coste es siempre alto, pues son muchas las obras de verdad necesarias y necesitadas que se quedan sin recibir nada de ese tipo de comunidades.
Desconozco como está el panorama en otros países. En España existe ya una raza de supuestos pastores, ancianos u obreros que ostenta un poder “incuestionable” y perenne, que hace y deshace a su antojo. Alojados en consejos locales y en cargos vitalicios, son arropados por aquellos que llevados como un rebaño, les hacen la pelota con el triste fin de “lamer” un poco de “prestigio” evangélico-social.
Desde luego no creo que todos los pastores o ancianos pertenezcan a esa casta, sin embargo, ya son muchos los que amparados en un poder ficticio, se aprovechan (en todos los sentidos) de comunidades débiles, siendo capaces de doblegar su voluntad. Es entonces cuando convierten la bendita libertad de Cristo, en una esclavitud, que sólo pretende conseguir la obediencia incondicional de sus feligreses y por tanto mantenerles ocupados en lo que ellos desean.
Sería necesario que muchos pastores, ancianos u obreros entendiesen que su posición en el Cuerpo de Cristo no es superior desde el punto de vista jerárquico, sino que, como el resto de miembros, están al servicio del cuerpo, ejercitando los dones que han recibido del Espíritu Santo. Otros deberían ser desenmascarados como falsos pastores y como parásitos que viven a costa del Cuerpo.
Ruego a Dios para que nos ayude a distinguir el grano de la paja y también para que nos cubra con un manto de discernimiento, de forma que podamos ser luz y sal en este mundo y no una triste copia de la sociedad que nos rodea.
Dios les bendiga a todos grandemente.
Tomás.
Pero claro, ¿quién puede abstraerse completamente de su entorno?. No cabe duda que nuestra vulnerabilidad nos traiciona, poniendo de manifiesto la debilidad de nuestra fe.
Llegar a la conclusión de que todos somos responsables de esa situación no supone nada nuevo, de hecho asumo mi parte de culpa y ruego a Dios una vida más adecuada a Su Voluntad.
Sin embargo, me preocupa sobremanera el modo en como evolucionan quienes ostentan el "poder" en las iglesias. He visto con mis propios ojos como supuestos pastores o ancianos han destrozado la vida de hermanos de una manera incalificable. Lo peor es que sus actuaciones van amparadas en una auto-atribuida autoridad bíblica, que sólo existe en su imaginación y en la de quienes no se atreven a cuestionarles.
Es también preocupante la relación que existe entre el poder en la iglesia local y el dinero. Personalmente he asistido a reuniones de iglesia que, sin exagerar, eran verdaderos debates financieros. Sólo importaba el sueldo del pastor, el coste de comprar un local mejor, en dotarlo de más comodidades, en definitiva el coste de tener más y más. Justamente la máxima que recibimos diariamente de los medios de “manipulación”. Por desgracia el coste es siempre alto, pues son muchas las obras de verdad necesarias y necesitadas que se quedan sin recibir nada de ese tipo de comunidades.
Desconozco como está el panorama en otros países. En España existe ya una raza de supuestos pastores, ancianos u obreros que ostenta un poder “incuestionable” y perenne, que hace y deshace a su antojo. Alojados en consejos locales y en cargos vitalicios, son arropados por aquellos que llevados como un rebaño, les hacen la pelota con el triste fin de “lamer” un poco de “prestigio” evangélico-social.
Desde luego no creo que todos los pastores o ancianos pertenezcan a esa casta, sin embargo, ya son muchos los que amparados en un poder ficticio, se aprovechan (en todos los sentidos) de comunidades débiles, siendo capaces de doblegar su voluntad. Es entonces cuando convierten la bendita libertad de Cristo, en una esclavitud, que sólo pretende conseguir la obediencia incondicional de sus feligreses y por tanto mantenerles ocupados en lo que ellos desean.
Sería necesario que muchos pastores, ancianos u obreros entendiesen que su posición en el Cuerpo de Cristo no es superior desde el punto de vista jerárquico, sino que, como el resto de miembros, están al servicio del cuerpo, ejercitando los dones que han recibido del Espíritu Santo. Otros deberían ser desenmascarados como falsos pastores y como parásitos que viven a costa del Cuerpo.
Ruego a Dios para que nos ayude a distinguir el grano de la paja y también para que nos cubra con un manto de discernimiento, de forma que podamos ser luz y sal en este mundo y no una triste copia de la sociedad que nos rodea.
Dios les bendiga a todos grandemente.
Tomás.