Vaticano: técnicas priístas aprendidas
Primero fue el presidente español José María Aznar. Ahora es el papa Juan Pablo II: los dos han demostrado conocer profundamente las técnicas priístas de la sucesión presidencial. Como no había ocurrido en España y Roma, los salientes operan la designación de los entrantes. Nada queda al azar.
La designación de 31 nuevos cardenales en el Vaticano rompió el equilibrio previsto en el colegio cardenalicio, organismo encargado de la designación de los papas. Cada Papa tiene la posibilidad de nombrar a cardenales, pero el juego de poder comienza justo después de la muerte del jefe de la iglesia católica. Los papas designados obedecen no a una continuidad sino a las circunstancias del momento.
Pío XII destacó por su colaboracionismo con el nazismo. Juan XXIII fue un renovador aperturista en tiempos de la posguerra, pero sólo reinó 5 años. Paulo VI se perfiló como un Papa diplomático en las fases más agudas de la guerra fría y pudo meter a la iglesia como un interlocutor moral y sin tener las divisiones militares que exigía Stalin en Yalta. Juan Pablo I apenas duró 33 días y murió en medio de sospechas por el escándalo financiero del Banco Vaticano. Y Juan Pablo II lleva ya 25 años en el poder y le tocó contribuir al fin del comunismo soviético.
A diferencia de otros papas que gobernaron sin tratar de influir en su sucesión, el papa polaco Juan Pablo II ha comenzado a operar ya su proceso de sucesión. Sería el primero del Siglo XX que quisiera manejar al colegio cardenalicio para imponer a su sucesor en vida. La tradición macabra del papado impone el sacrificio de gobernar a la iglesia hasta la muerte del Papa. Vienen luego las reuniones de cardenales para examinar a posibles sucesores entre pares.
No hay política más cruel y severa que la del Vaticano, como lo demuestró la película Amén de Constantin Costa-Gavras, que narra los juegos de poder dentro de la Iglesia de Roma en medio de las masacres de Hitler a partir de la obra de teatro El Vicario de Rolf Hochhuth. Por tanto, la intención de Juan Pablo II de darle continuidad a su proyecto político-eclesiástico podría generar un conflicto de poder hacia el interior del Vaticano.
El papado del polaco Karol Wojtila obedeció a un doble conflicto: de un lado, el fraude financiero en el Banco Vaticano que implicó entre otras cosas más de mil millones de dólares de bonos falsos; pero de otro lado, la influencia de la Casa Blanca de Ronald Reagan para alentar a un jefe de la iglesia católica de corte conservador que ayudara en la guerra fría contra la Unión Soviética.
El origen polaco del Papa contribuyó al principio del fin de la URSS. Juan Pablo II se metió en la disputa política de Polonia al lado del líder sindical Lech Walesa, al grado de que este dirigente de la disidencia anticomunista tenía pasaporte diplomático del Vaticano y fue progtegido del Papa. La nomenklatura del politburo soviético no pudo luchar contra la fe y la caída del régimen comunista en Polonia marcó el ciclo final del comunismo en el poder.
La diplomacia vaticana de Juan Pablo II se relacionó directamente con los intereses del gobierno de Reagan. El Papa visitó Nicaragua y regañó a los sacerdotes que formaban parte del gobierno sandinista, sobre todo --como se vio en televisión-- al padre Ernesto Cardenal, ministro de Cultura, y nada dijo de la contra financiada por la Casa Blanca. El papado de Juan Pablo II luchó por desvincular a la iglesia de las luchas de liberación en América Latina.
Asimismo, Juan Pablo II fue el artífice de la derrota histórica del PRI en México frente a la iglesia. Su visita en 1979 desanudó los conflictos contenidos durante decenios. Hábil para manejar los tiempos y las frases políticas, la que dijo en México en aquella ocasión marcó la reactivación de las fuerzas conservadoras ligadas a la jerarquía: "México, siempre fiel". En su momento, la frase del Papa dejó la impresión de que hablaba de un catolicismo de tiempos de la guerra cristera cuyas manifestaciones religiosas tenían que hacerse en la clandestinidad.
El operador de la reforma constitucional mexicana fue el arzobispo Ernesto Corripio Ahumada y el nuncio Jerónimo Prigione. El primero se encuentra retirado y el segundo fue concentrado en Roma. Por cierto, el nuevo cardenal Javier Lozano Barragán forma parte del grupo de Prigione y por tanto del cardenal Norberto Rivera Carrera, éste último con grandes influencias en el colegio cardenalicio. La reforma del 130 constitucional propuesta por Carlos Salinas, redactada por Joseph.-Marie Córdoba Montoya y el prisita José Luis Lamadrid y presentada por priístas del grupo de José Francisco Ruiz Massieu fue pactada directamente con el Vaticano.
A lo largo de 25 años, el papado de Juan Pablo II se ha convertido en un dique contra cualquier posible o imposible regreso del comunismo. La iglesia se ha inclinado a la derecha en todo el mundo y opera a favor de la globalización económica y financiera. En este contexto, el continuismo en el papado que busca Juan Pablo II podría convertirse en un problema político al interior del colegio cardenalicio porque cada cardenal representa ideas políticas propias y el mundo de Wojtyla ya cambió, al grado de que se le ve como un papa desbordado.
Si alguna característica religiosa tiene los próximos lustros será la de la fe ecuménica, no de los juegos geopolíticos de poder. Educado en el sistema político autoritario polaco --aún cuando militó en la oposición--, Juan Pablo II tiende justamente a las prácticas verticalistas. Su decisión de nombrar a 31 cardenales más rompió el juego previsible en Roma y provocará conflictos. Como cualquier presidente mexicano formado en el PRI, Juan Pablo II quiere designar a su sucesor antes de morir. Si lo logra, entonces la alta jerarquía católica entrará en una disputa por el poder que también ahí ha dejado históricamente huellas criminales.
Como tecnología de punta, las técnicas priístas de sucesión política han tenido éxito en el mundo. Hace un mes José María Aznar jugó varios días con la clase política española e impuso como candidato presidencial a su vicepresidente antes de la decisión del partido. Y ahora Juan Pablo II mueve las piezas del poder en Roma para romper los acuerdos cardenalicios ya encaminados y para imponer a su sucesor también antes de morir.
fuente desconocida
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Muchas veces me pregunto que fue de aquellos 10 leprosos que sano nuestro Señor Jesús, solo uno vino a darle las gracias y los otros se condenaron.
Y de que me serviría tomar el mundo a mis manos si al final moriría y me condenaría al infierno...
El cuerpo es el templo de Dios, pero para que me sirve vivir o ser sanado si me voy a condenar al infierno. Prefiero alcanzar la salvación y las otras cosas serán añadidas...
